Han pasado poco más de seis años desde que el Perú presentó oficialmente la demanda por la delimitación marítima ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Tal es la relevancia de este evento que Enfoque Derecho decidió dedicarle artículos y entrevistas a importantes especialistas como parte de nuestra iniciativa de la Semana Temática, a fin de informar a todos los lectores sobre un hecho trascendental en la historia de nuestro país. Desde esta tribuna, y a pocas horas de conocer el fallo, consideramos que aún es oportuno echar un último análisis respecto a los ánimos que se viven tanto en Perú como en Chile, y recordar cuáles son las posibles implicancias de la sentencia y lo que nos espera una vez leída.

Con respecto al primer punto, hemos presenciado estos últimos años un clima bastante confrontacional, similar al de un partido de fútbol, atizado por pasiones fruto de excesivos triunfalismos, sensacionalismos, escepticismos y un par de «ismos» más. Frente a tal panorama, creemos es importante contar con una coyuntura de aguas calmadas que prepare a los peruanos ante el más improbable de los escenarios. Enhorabuena, ello ha sido manifestado por ambos Poderes Ejecutivos, desde donde las más altas autoridades se han comprometido a acatar y ejecutar el fallo sea cual fuere el resultado. En el Perú, prueba irrefutable de esta labor de dedicación es la concurrencia de reuniones que el Presidente de la República ha convocado con los directores de medios de comunicación, gremios empresariales, importantes figuras políticas y ex presidentes.

En ese sentido, si bien existe una respuesta bastante positiva por parte del Ejecutivo, ahonda entre la población civil cuestionamientos y preocupaciones sobre un posible incumplimiento de Chile para acatar el fallo. Según los resultados de una encuesta de Datum, el 79% de nuestra población confía que el Perú será beneficiado por la sentencia, pero un 62% estima que Chile no la acatará. Estos datos son evidencia de que, a pesar de los esfuerzos estatales, aún existe desconfianza respecto a las relaciones con Chile. Una de las principales razones se encuentra en el recuerdo de una dolorosa guerra con Chile a fines del siglo XIX que explica, como bien señaló Escobar, el porqué de ese rencor, esa rivalidad y tendencia a compararnos en tantos aspectos. Lo bueno, pese a ello, es que en materia mercantil y comercial, las grandes inversiones que compartimos abona a que veamos a los chilenos como excelentes aliados con quienes negociar. Sería bueno sin embargo, permitirnos trasladar esa confianza al ámbito social y dejar de una vez por todas, ese excesivo resentimiento que poco nos beneficia.

Ahora bien, en el país vecino las cosas son diferentes. Si bien ambos Ejecutivos han acordado acatar el fallo, en Chile han surgido ciertos indicios que muestran una postura más a la defensiva y desafiante sobre el pronunciamiento de la Corte. No son pocos los medios que colocan al Perú como el responsable (¿culpable?) de este litigio por presentar la demanda ante la CIJ y recuerdan las declaraciones de la presidenta Bachelet en el 2008 cuando señaló que ello representaba “un gesto inamistoso hacia Chile”. Además, pese a que los periodistas del país mapuche han declarado que existe un acuerdo casi tácito entre los medios por abordar el tema con prudencia, ciertos columnistas han cuestionado la legitimidad del fallo, provocando innecesarios alarmismos en la población sin medir las implicaciones económicas y políticas. Finalmente, no han faltado comentarios provenientes de políticos y funcionarios, como Jorge Tarud, quienes han cuestionado la actitud triunfalista del Perú y declarado que ante un eventual fallo desfavorable convocarían a un plebiscito, nuevamente perjudicando todo intento por crear un clima prudente y estable.

La sentencia que nos espera el día de mañana no solo sienta un importante precedente en el tema de resolución de controversias entre Estados como opción de paz, sino que zanja el último conflicto que tenemos con Chile para empezar a focalizarnos en otros temas, como los de índole mercantil, migratoria, cultural, social y así, fortalecer acuerdos bilaterales como la Alianza del Pacífico, el Arco del Pacífico o el TPP. A su vez, constituye un significativo avance en el respeto y reconocimiento de intereses comunes que aspiren a dejar viejas rivalidades en el pasado.

Finalmente, a modo de conclusión, deseamos sumarnos a la iniciativa que otros medios de comunicación han adoptado en el compromiso de no adelantar opinión y precipitarnos sobre aquello de lo cual aún no hay certeza. Si bien estamos, al igual que gran parte de la población, convencidos en la legalidad de nuestra pretensión, creemos no es momento para excesivos patriotismos o triunfalismos. Recordemos que la Corte fallará de acuerdo a Derecho y nada más que ello. No olvidemos que según el estatuto y reglamento de la Corte, el fallo es obligatorio desde el día de su lectura pública; es decir, lunes 27 a las 9:00 a.m (hora peruana). Además, es inapelable, definitivo y es muy poco probable que Chile no lo acate. Como bien señala el Dr. Abugattas,por una sentencia que puede perjudicar o beneficiar en un monto, que algunos han calculado en 100 millones de dólares, no vas a perjudicar relaciones que involucran aproximadamente 60,000 millones de dólares.”

Ahora, ¿qué nos espera después de La Haya? Por el momento, dilucidar bien el panorama de la mano de diplomáticos, historiadores, abogados y especialistas en el tema. Para ello, nos encargaremos el día de mañana de brindarle la debida interpretación del fallo, de la mano de un ex canciller, conocedor de la materia. Así, no nos queda más que hacer un llamado a la calma y fomentar, en la medida de la posible, a que más peruanos se informen sobre este tema que nos compete a todos…sin excepción.

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