Expositores: Juez Charles Schudson (JCS), Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison de Estados Unidos; Fernando del Mastro (FDM), profesor y consejero de la Facultad de Derecho de la PUCP; Y Teresa Mejía (TM), psicóloga de la Oficina de Psicopedagógico de la Facultad de Derecho de la PUCP.

Para ver la versión en inglés de las respuestas del Juez Schudson, haga click aquí.

ED: Hoy en día el término “éxito” se define normalmente en términos económicos, pues es relacionado con quien tiene un alto estatus o un gran prestigio, siendo todo esto producto de lo que ser abogado significa para la sociedad. ¿Cómo definiría usted el concepto de “éxito”?

JCS: Definitivamente esa no es una definición de éxito. Hemos aprendido algo muy interesante de la investigación en los últimos años: los abogados menos felices son frecuentemente los de más altos ingresos. De hecho, los estudios muestran que ellos necesitan tener cierto nivel de ingresos para ganar seguridad porque sin esto no van a ser felices. Lo sorprendente es que una vez que llegan a ese nivel de ingresos, y siguen subiendo sus ganancias, el nivel de felicidad cae. ¡Es fascinante!

Entonces, a ciencia cierta, sabemos lo que NO es el éxito, y no lo es hacer un montón de dinero. Los abogados suelen cometer un grave error cuando a menudo se acercan al Derecho como si se tratase de un juego competitivo, al igual que en el deporte. Y, ¿cómo anotan? Anotan con dólares porque piensan que para ser el abogado más exitoso o para tener la firma de abogados más exitosa tienen que generar la mayor cantidad de dinero. Y eso es muy lamentable, porque son cada vez menos felices y nunca tienen suficiente, siempre quieren anotar más. Precisamente, en esa búsqueda se ha perdido por completo el arte de la alegría o la satisfacción.

Y si el dinero no es el éxito, ¿qué lo es? Creo que es encontrar la consistencia entre los valores de uno y las actividades personales y profesionales. A mis alumnos les digo: «No te voy decir si debes trabajar en esta área del Derecho o en esta otra, porque hay muchas opciones. Lo que sí te voy a decir es que debes seleccionar un camino coherente con tus valores y, si tus valores dicen ´yo quiero dinero´ y es el dinero el valor más importante de tu vida, estará bien. No estoy de acuerdo con eso, pero es tu elección”. Si elijes una trayectoria profesional que no sea coherente con tus valores, has renunciado a la base de la felicidad. Si realmente hay una gran separación entre tus valores y tu trayectoria profesional, tienes la infelicidad casi garantizada. Irás a trabajar todos los días con impulsos negativos sobre lo que haces, sentirás un malestar a sabiendas que tu trabajo no lo haces con el corazón, y esa es la base para la infelicidad profesional. Así que lo primero que debes hacer para conseguir la felicidad es encontrar la coherencia entre tu trayectoria profesional y tus valores personales.

Lo segundo, tan importante como lo primero, es encontrar la adecuada relación entre tu vida profesional y tu vida personal. Un abogado no puede ser feliz si su matrimonio es infeliz, si su relación con los niños y los amigos cercanos son infelices. En mi opinión, todo buen abogado debe centrarse en el hogar. ¿Está todo bien con mi esposa? ¿Estamos bien de salud? ¿Están las cosas bien con nuestros hijos? ¿Con nuestros amigos y familiares cercanos? Si eso está en su lugar y tus actividades profesionales son coherentes con tus valores personales, tenemos las dos bases para la felicidad.

ED: Cuando habló de los cambios generacionales, mencionó que la nueva generación de abogados tiene más problemas relacionados con la depresión, el suicidio y el divorcio. ¿Qué produjo este cambio entre generaciones?

JCS: Como bien mencioné, las investigaciones muestran que si nos remontamos aproximadamente 25 años, entre todas las profesiones, los abogados estaban más o menos a un nivel promedio en la medición de la felicidad. Estaban en un punto medio en las estadísticas de depresión, divorcio y suicidio. Y, en 25 años terminaron encabezando la lista. No estamos del todo seguros, pero pensamos conocer algunos hechos clave y tal vez, el más importante fue el aumento de la presión sobre los abogados, la presión para generar dinero y en vista que la presión creció y creció, los abogados se vieron obligados a trabajar más y más horas. El resultado de un trabajo de cada vez más horas era, por supuesto, que tenían menos tiempo para dedicarse a sus propias vidas, a sus familias, por lo que se fueron alejando de casa, lo que era tan importante.

Pero eso no es todo. La presión de los abogados para hacer más y más dinero los llevó a hacer algo terrible. Voy a ser franco; esto causó que los abogados empiecen a mentir y a engañar. La presión de aumentar sus horas facturables para ganar más dinero hizo que reduzcan la calidad de su trabajo y aumenten una fraudulenta facturación. Ahora bien, hay abogados que podrían negarlo, pero sí pueden reconocer que las horas facturables en los EE.UU. son una locura. No pueden cumplir con tantas horas y ciertamente, no lo pueden hacer de manera honesta, que les permita tener un tiempo con la familia. Basta con trazar el número de horas que se requieren para facturar y usted encontrará que es imposible hacerlo. No hay tiempo para la familia, no hay tiempo para el almuerzo, no hay tiempo para ir al baño y están siendo empujados y empujados a producir más y más horas que prácticamente es imposible producir a ese ritmo durante más de pocos días. Esto, a su vez, produce agotamiento físico y mental, por lo que la calidad del trabajo disminuye y, ha causado lo que creemos que es la única peor crisis de trabajo que ha llevado a la mayor cantidad de depresiones, suicidios y el abuso de drogas. Un abogado que trabaja en esas condiciones ya no puede ser honesto.

Los abogados son, por lo general, personas muy finas con altos ideales que decidieron entrar en el ejercicio de la ley porque tienen sentido de idealismo, de justicia, el deseo de ayudar y servir a la gente. Por lo general, son personas muy finas de buena calidad ética y moral y, de repente, se les dice que tienen que trabajar tan duro que no pueden tener una vida sana; trabajar tantas horas que no pueden hacer un trabajo honesto y ético. Moralmente, se sienten desgarrados en pedazos y creemos que eso lleva a una profunda angustia. Los lleva a una crisis que conduce a perder el sueño y, literalmente, sienten que han renunciado a su integridad. Sinceramente, creemos que esto es lo que ha llevado a los abogados a las depresiones y al suicidio.

ED: ¿Cómo pesa el estereotipo y el imaginario colectivo que se tiene sobre el perfil de un abogado en los alumnos de Derecho? Es decir, estas exigencias y expectativas que se tiene sobre esta profesión…

FDM: Primero habría que ver si existe una especie de estereotipo de “abogado exitoso” en la Facultad de Derecho. Yo creo que sí, sin duda existe la “currícula oculta”. Este término refiere no a lo que te enseñan en clase, sino lo que se siente, discute y habla; a la imagen que dan los profesores. Ahí existen ciertas verdades tipo. En primer lugar, ¿dónde practicas? Y esta pregunta ya viene con respuestas que son buenas y no tan buenas. Entonces tenemos una verdad tipo que está detrás de la pregunta: ¿dónde practicas?, ¿con qué profesor te has inscrito?, ¿qué notas tienes? No digo que esas cosas estén mal, evidentemente es bueno buscar buenas prácticas, tener las mejores notas, pero sí creo que hay un problema en esa especie de presión hacia los alumnos por buscar cosas que realmente no saben si quieren o no; en un ánimo de alcanzar esa currícula oculta.

En ese sentido, hay una falta de encuentro entre lo que hablaba el juez Charles, es decir, entre lo que “yo soy” y lo que “yo quiero y me motiva realmente a mí y no al resto”. La razón de esa falta de conexión en los alumnos de Derecho se debe a que uno entra a la Facultad y rápidamente salen estas verdades, entonces, al poco tiempo hay mucha competencia y comparación. Creo que ese es el principal riesgo que tiene un alumno en la Facultad de Derecho: el no encontrar su verdadera pasión aquí en Derecho.

Algunos podrían decir: “¿pero, qué crees, que los alumnos son sonsos?” Creo que eso se responde con la audiencia que hemos tenido en este evento “Felicidad y Educación Legal”. Cada vez que pregunto en la clase cómo es su experiencia como estudiantes de Derecho y sólo con esta pregunta, la clase podría durar tres horas por que todos participan. En parte tiene que ver con nuestra sobreestimación, nuestra capacidad para ser libres, y ser libres no es fácil.

Uno nace con la capacidad para ser libre, pero en realidad esto es una meta, un proceso sobre todo con la forma como está organizada la educación y la sociedad. Hay muchos factores psicológicos que nos hacen susceptibles de buscar la aprobación que creo todos necesitamos. El dinero puede ser un símbolo, porque no es que yo quiera plata, sino quiero lo que me da la plata, es decir, la aprobación. ¿La aprobación de quién? De repente de un familiar. “Quiero éxito, quiero una buena nota y la quiero tanto porque mi autoestima depende de eso, porque asumo que eso me da la aprobación del resto”.

Yo creo que el truco está en encontrar el verdadero valor que cada quien tiene y que a uno lo aprueben por ese valor y no por un bien sustituto del amor que no tuvo. Puede sonar chistoso, pero creo que esa es una realidad muy tangible. Un psicoanalista, Alice-Miller dice que hay mucha gente muy exitosa pero muy deprimida. Se pregunta, ¿por qué? Y la respuesta es que lo que esas personas están consiguiendo no es realmente lo que buscan. Creo que por ahí puede ir un poco la cuestión

ED: Como señalaste en la exposición, hay un espacio de vida personal que suele relevarse y que es de suma importancia para el desarrollo de la persona. Finalmente, ¿cómo coadyuva este ámbito para el futuro abogado?

TM: Creo que es importantísimo partir de algo: la Facultad es un medio para la formación integral de la persona y nuestra mirada debe estar puesta en un desarrollo completo e integral. Lo que ocurre es que los logros de índole académica, intelectual están sobrevalorados. La nota, el reconocimiento del profesor, el puesto en la Facultad, el estudio donde practico. Todos estos indicadores, al estar sobrevalorado, van postergando los otros logros y el alumno entra a esto como una carrera que debe seguir donde es muy difícil ir contracorriente.

A veces, los momentos de crisis en la vida nos permiten replantearnos, ¿hacia dónde estoy dirigiéndome? ¿Es esto lo que yo quiero? Tal vez esos momentos de quiebre o de crisis permiten brindar una oportunidad para cuestionar el rumbo que el alumno le esté dando a su vida. Es necesario que existan estos espacios. Si el alumno encuentra un balance adecuado estará mucho más cerca a esa sensación de bienestar interna, que luego va a redundar en el rendimiento académico

ED: Hay una presunta necesidad de adelantarse a las prácticas pre-profesionales. ¿Cuál es el problema de este apuro y los riesgos que implicarían para un alumno que acaba de ingresar a Derecho?

TM: Es una situación que he ido percibiendo. El alumno promedio vive una presión en diferentes grados. Hay alumnos con diferentes umbrales de resistencia. Puede haber un alumno más consolidado en su identidad personal. Este alumno tal vez se toma sus plazos y lo hace con más tranquilidad. Yo diría que si un alumno esta más claro en sus decisiones, es probable que se tome con más tranquilidad la etapa de estudiar y sepa que después del segundo año buscará prácticas. En otros esta necesidad de reconocimiento externo gana de pronto que venir a clases en el segundo ciclo con el terno y corbata en el caso de los chicos, o el sastre y los tacos para las chicas sea un símbolo de status. “Yo ya no soy un alumno más, yo estoy en otro nivel”. Aunque, como sabemos, las labores en el estudio donde trabajen se restringirán a sacar copias o servir cafecitos porque no poseen muchos conocimientos del área, según lo que hemos escuchado.

La consecuencia de este apresuramiento es quemar etapas, e ir relegando áreas que son importantes para el desarrollo en esa etapa. A los 20, 21 y 22 años un logro de la identidad es la capacidad de intimidad que va de la mano con poder establecer un vínculo estable con otro. ¿Qué tiempo va a tener un chico en el segundo ciclo llevando el bloque de 7 cursos, además de la práctica y ya se inscribió en una revista? ¿Qué tiempo va a dedicar a su relación de pareja, por ponerte un ejemplo?, ¿qué tiempo para los amigos o para la vida familiar? Esto queda descuidado y va dejando de lado un área de su vida importantísima en su desarrollo integral como ser humano. Por eso hablábamos que no estamos formando abogados, sino seres humanos integrales, satisfechos, con un bienestar que les permita irradiar eso en el trabajo que elija mas adelante.

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