Por: Claudia Danielle Zegarra Pérez
Psicóloga Educacional y pre-docente del Departamento de Psicología de la Universidad Católica del Perú.

Introducción

Los acontecimientos recientes en relación a la intención del Movimiento pro Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF) de convertirse en un partido político y tener validez en el espacio público ha traído, entre otros, cuestionamientos al sistema educativo por no haber mostrado capacidad para instruir a los jóvenes en los hechos recientes de nuestra historia, específicamente en relación a  la época de la lucha interna en nuestro país.

En este marco, resultó especialmente preocupante que jóvenes formaran parte del movimiento y tuvieran argumentos para defender la amnistía de terroristas, en especial del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Así, los diversos medios de comunicación trataron el tema durante semanas, exigiendo al Estado la incorporación de contenidos relacionados al terrorismo en el currículo escolar.

Sin embargo, la gran mayoría de los comentarios y opiniones al respecto estuvieron centrados en la importancia de la transmisión de información sobre estos hechos. En el presente artículo, se presenta una concepción más compleja de lo que supone educar a nuestros niños y jóvenes en la historia reciente de nuestro país, en la cual la enseñanza de los procesos históricos no es una simple descripción de lo acontecido, sino que se caracteriza por tener una perspectiva crítica y reflexiva sobre las implicancias sociales, políticas y éticas de estos acontecimientos. Asimismo, se presenta la complejidad de la enseñanza de la historia reciente y su centralidad en la formación de ciudadanos.

Enseñanza de la historia reciente

El enfoque que ha imperado en la enseñanza de la historia ha sido una de tipo transmitivista, en la cual el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje es la memorización de los hechos históricos, sin atender los significados y relevancias de los mismos (Monereo, 1997), y en la cual se concibe a la Historia como una asignatura descriptiva (Coll, 2001).

Sin embargo, desde una perspectiva de la formación ciudadana, la historia no puede considerarse únicamente en estos términos. Por el contrario, para ejercer nuestra ciudadanía es necesario haber desarrollado una consciencia histórica, la cual supone, por un lado, reflexionar sobre los hechos pasados y, por otro, vincularlos con la vida cotidiana y las problemáticas actuales de la sociedad a la que se pertenece, como por ejemplo la desigualdad, la pobreza y la exclusión (Dibós y otros, 2004).

Además de los desafíos que supone la enseñanza de cualquier etapa de nuestra historia en la formación de ciudadanos, la enseñanza del conflicto armado interno presenta los retos propios de la historia reciente. Este tipo de historia se caracteriza por la coexistencia de los actores históricos y de quienes estudian y escriben la historia (Magendzo y Toledo, 2009).

En ese sentido, quedó claro con la aparición del MOVADEF que la historia sobre el periodo del conflicto interno armado aún sigue escribiéndose y que aún no existe consenso sobre diversos aspectos del conflicto, entre ellos, el papel de las fuerzas armadas en el conflicto, o la magnitud de las consecuencias que tuvo el conflicto (p. ej. el número de víctimas). En esa línea, también se evidenció que el informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) no resulta ser para todos un documento que reporta de manera objetiva los hechos ocurridos en esta etapa de nuestra historia y que tiene validez para brindar lineamientos para la educación de estos hechos.

Dadas estas amplias discrepancias a nivel de la sociedad, en el plano educativo, la enseñanza del conflicto armado interno puede resultar ser difícil y delicada. Como mencionan Magendzo y Toledo (2009), una de las principales dificultades en la enseñanza de la historia reciente  radica en que aún las victimas y los victimarios siguen siendo parte de nuestra sociedad; y, que en ese sentido, coexisten diferentes memorias colectivas sobre el hecho, las cuales parten de puntos de vista muy distintos.

Estas características pueden suponer retos pedagógicos y dilemas éticos para los docentes. Por un lado, porque los docentes pueden tener distintas ideologías, y por lo tanto, diferentes valoraciones y perspectivas sobre los hechos, lo que finalmente pueden sesgar su práctica pedagógica. Por otro lado, porque los docentes y los estudiantes involucrados en el proceso de la enseñanza-aprendizaje de la historia pueden haber tenido experiencias directas con los hechos históricos, ya sea como víctimas o como victimarios, lo cual los enfrenta a dilemas éticos en el aula (Magendzo y Toledo, 2009).

¿Por qué educar a nuestros niños y jóvenes en la historia reciente?

A pesar de la complejidad que supone la enseñanza de la historia reciente,  consideramos que este es un reto ineludible y pendiente en nuestra sociedad. En especial, porque nuestro sociedad todavía se encuentra en proceso de construcción de su democracia, entendiendo esta tanto como sistema de gobierno como forma de vida (Dibós y otros, 2004).

Asimismo, creemos que la enseñanza de la historia reciente (no solo del conflicto armado, sino también de otros hechos relevantes) es un espacio ideal para formar niños y jóvenes conscientes de la realidad y las principales problemáticas de su país, para educar jóvenes y niños con mayor capacidad de empatía y respeto por los otros; para educarlos en el sentido de los Derechos Humanos; y, finalmente, formar ciudadanos comprometidos con la mejora de su sociedad y la superación de los errores históricos.

Sin embargo, esto no es posible si se sigue manteniendo un modelo transmitivista de la Historia y si no se vincula, en la práctica, la enseñanza de esta asignatura con la formación ciudadana de los estudiantes; y si, por supuesto, no se tiene una política clara de qué educar en relación a la historia reciente y cómo hacerlo.

Para ello, en primer lugar, es necesario repensar la formación de los docentes en estos temas, pues como se ha señalado líneas arriba, plantear la enseñanza de la historia desde una perspectiva crítica, supone generar en los docentes nuevas competencias que le permitan dirigir su práctica pedagógica de modo que los niños y jóvenes desarrollen pensamiento crítico y adopten una perspectiva ética sobre estos hechos.

En ese sentido, consideramos necesario brindar acompañamiento a los docentes en el proceso de incorporación del conflicto armado interno en el contenido de la enseñanza de esta materia, así como el uso del informe final de la CVR como fuente de información, de manera que  el docente pueda ir adquiriendo dominio sobre el tema y desarrolle las capacidades necesarias para fomentar entre sus estudiantes una lectura crítica y ética de los hechos históricos recientes.

Referencias

  1. Coll, C., Palacios, J., Marchesi, A. (2001). Capítulo 20: La enseñanza de la geografía, la historia y las ciencias sociales: una perspectiva psicológica. En: Desarrollo psicológico y Educación. Madrid: Alianza Editorial.
  1. Dibós, A. Frisancho, S. Rojo, Y. (2004). Propuesta de Evaluación de Formación Ciudadana. Documento de trabajo N°8. Unidad de Medición de la Calidad (UMC), Ministerio de Educación del Perú.
  1. Magdenzo, A. y Toledo, M.I. (2009). Moral dilemmas in teaching recent history related to the violations of human rights in Chile. Journal of Moral Education, 38 (4), 445-465.

Monereo, C. (1997). Estrategias de aprendizaje. España: Universitat Oberta de Catalunya.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí