Entrevista realizada por Patricia Córdova y Omar Alejos, estudiantes de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembros de Khuska, el programa de desarrollo de Themis. 

Durante las últimas semanas, la Pontificia Universidad Católica del Perú ha sido centro de un gran debate a raíz de la presentación de la propuesta de Reforma Trans en el Consejo Universitario, que tuvo como resultado la aprobación y sucesiva modificación de los términos detallados en dicha iniciativa. Independientemente de los resultados, la mera discusión de este proyecto ha generado una gran diversidad de comentarios en las redes sociales, los cuales muestran claramente la necesidad de implementar una política de respeto a las personas trans.

En este contexto, Khuska tuvo la oportunidad de entrevistar al profesor Wilfredo Ardito, actual Defensor Universitario de la PUCP, el cual nos señala cómo se han venido dando las investigaciones y sanciones para aquellos que hubieran participado en algún tipo de acto discriminatorio a las personas trans en la universidad, ya sea de manera presencial o virtual. Junto a Carlos Santibáñez, colaborador de la Defensoría Universitaria, ellos nos relatan los avances en cuanto a la atención de esta problemática.

Khuska: ¿Cuál es el panorama en el que nos encontramos, como casa de estudios, frente a la diversidad en general, a propósito de estas iniciativas que visibilizan la diversidad sexual y de género?

Wilfredo Ardito: En ambientes universitarios ha habido una serie de cambios en los últimos años. Antes, quienes iban a la universidad eran varones de clase alta de origen más europeo. En los últimos años esto ha pasado a ser más plural, con mayor presencia de mujeres, mayor presencia de personas con rasgos andinos, más presencia de afro descendientes, más presencia de personas que se reconocen como personas gays y, actualmente, la presencia de personas trans.

Mientras se ha dado este proceso, no es que se hayan tenido que derogar normas que vetaban el ingreso de mujeres o personas trans, sino que por una serie de razones sociales y culturales estas personas no entraban a las universidades. Sin embargo, ahora ya están presentes en espacios como la universidad y esto genera desafíos tanto para la comunidad universitaria como para las autoridades.

K: En ese contexto, ¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha tenido que afrontar la Defensoría Universitaria frente a situaciones como estas?

W.A.: Desde la Defensoría, el principal desafío ha sido cómo manejar el problema de las agresiones, especialmente en el caso de las personas trans, ya que éstas pueden sufrirlas de manera mucho más marcada. Si bien es cierto que existen situaciones de racismo, machismo y clasismo en el campus, en el caso de las personas trans últimamente hemos visto mucha agresión en redes sociales, incluso por parte de alumnos. Este tipo de manifestaciones son agresivas, por lo cual deberían ser sancionadas por la universidad, incluso dando lugar a la sanción penal en algunos casos.

K: ¿Cómo se dieron o se dan este agresiones?

W.A.: Los casos más fuertes de discriminación fueron hacia Mili Palacios y otras personas trans. Una serie de alumnos incurrieron en estos hechos, en los que hubo muchas agresiones e insultos. Esa fue la época en la que se subió una foto a manera de mofa y burla. Al tomar acciones en el caso, nosotros pensamos que muchos de los  perfiles eran cuentas falsas. Sin embargo, lo peor fue saber que varias de las cuentas pertenecían en realidad a alumnos de la universidad, inclusive había un jefe de práctica. La mayoría de personas con perfiles falsos fueron identificados por el equipo de informática de la universidad. Entonces, al contrario de lo que yo creía, a estas personas sí las podíamos llegar a identificar. Por lo demás, solo una persona no era de la universidad.

Nosotros nos hemos reunido con las personas de estos grupos para que tengan algún tipo de reflexión. Varios de ellos han renunciado a la administración de los mismos, como también a la moderación, ya que les expusimos las sanciones universitarias a las que se podía llegar y también el daño que ellos mismos se encontraban realizando para que sean conscientes de la magnitud de la situación.

K: Estas agresiones son síntomas de que en algo fallamos como comunidad universitaria o incluso como sociedad. ¿A qué se podría deber esto?

Carlos Santibáñez: Al respecto, valdría la pena hablar de lo que se conoce como la masculinidad tóxica, el cual es el gran marco en el que se están dando estos problemas. Recuerdo haber escuchado en una ponencia que estamos en una sociedad en la que no es que se conciba al hombre por sobre la mujer, sino que se configura a un determinado tipo de hombre por sobre la mujer. Y este tipo de hombre tiene ciertas características, como ser fornido, estar rodeado de mujeres, tener propiedades, ser exitoso. Es como un ideal que todos respetan o buscan. Entonces, quienes no calzan en ese ideal sufren de algún tipo de segregación, no solo entre hombres, sino también entre mujeres.

En esa escalera de segregación, este tipo de hombre debe ser bien “macho”, de manera que los rasgos femeninos son más bien sancionados. En ese estado de cosas, los más perjudicados vienen a ser la población trans, porque incluso un homosexual puede serlo en el closet, pero para una persona trans es diferente, porque se ve en la necesidad de exteriorizar su identidad, afrontando todo un proceso de cambio.

W.A.: Nos encontramos frente a la contradicción total contra la masculinidad hegemónica. Si la persona trans nació hombre y busca transicionar, esto se constituye como una afrenta total, porque va en contra de lo que se considera como los valores fundamentales de la masculinidad. Y a diferencia de algunas personas gay, que pueden serlo a escondidas, las personas trans sienten que necesitan visibilizarlo, lo cual es visto como una afrenta aún mayor.

C.S.: En este marco, hay ciertos espacios cuyas características hacen que las personas sean particularmente más agresivas, como son aquellas carreras donde usualmente predominan los varones, o espacios en los que ha habido muy poca reflexión sobre el tema. Entonces, la gente viene con una práctica social de discriminación y de bullying que muchas veces viene de fuera de la universidad. Esto se comprueba en los estudios generales, donde muchos de los estudiantes vienen con prácticas de sus colegios que no sabemos cuáles son, generando la necesidad de atender esta situación. Ahí entra a taller la labor educativa y formativa de la universidad, especialmente en los estudios generales.

K: ¿Cómo se trabajaría en estos espacios que se constituyen especialmente problemáticos?

C.S.: El primer paso es identificarlos, no solamente para un tema sancionatorio, sino también para llevar a cabo una tarea de reflexión y concientización con cursos que aborden estos temas. Creo que desde la Defensoría Universitaria también es bueno abordarlo en esa línea, porque si este es el escenario en la PUCP, no sabemos cuál será en otras universidades donde el tema ni siquiera se ha puesto en agenda.

W.A.: Nosotros hemos tenido conversaciones con algunas personas, dentro de las cuales un alumno nos decía: “Yo acepto a los gays, pero ¿por qué tienen que vestirse así?”. Entonces, un espacio que yo plantearía es una reunión con los ingresantes, decirles que nos encontramos en una universidad en la que se respeta a todas las personas, incluyendo su libertad sexual e identidad de género, y en la que no hay lugar a ningún tipo de discriminación o agresión por este u otro motivo alguno.

K: ¿Qué acciones concretas se han venido tomando desde la Defensoría Universitaria frente a estos casos de agresión?

W.A.: Durante todos estos meses hemos hecho las respectivas denuncias a los Secretarios Académicos de cada Facultad involucrada. Hemos hecho las capturas de pantalla, identificando a los responsables. Nos hemos reunido con ellos, haciéndoles ver la magnitud de sus actos, buscando generar conciencia sobre este tipo de situaciones. En cuanto a las sanciones, estas son totalmente necesarias. No puede plantearse la inclusión de un sector si no hay sanciones para las personas que de alguna forma impiden dicha inclusión. Nuestro principal objetivo consiste en hacer de la universidad un espacio seguro.

CS: Dos cosas se deben resaltar. Lo primero, es que nos hemos reunido con autoridades como secretarios académicos, decanos, centros federados; para explicarles la gravedad de la situación, porque se puede pensar que esto es solo una molestia más. Pero también para explicarles que se puede abordar el tema de redes sociales. Porque muchas de las autoridades, pueden ser conscientes de que agredir a los transexuales está mal, pero al suceder en redes consideran que esto escapa a su facultad. Entonces, el espacio de reflexión va a que la universidad sí puede actuar sobre aquellos actos que suceden fuera del campus.

Lo segundo es sobre la cólera que para muchos les genera el tema, ya sea por su formación religiosa o familiar. Por eso es importante abordar este tema desde espacios de reflexión, sobre todo con respecto al activismo, pues aún cuando se puede creer que se avanza en el espacio público, siendo ofensivos con aquellos que no comparten su posición, puede suceder que al final se terminan reafirmando los temores de las personas que no comparten ese pensamiento por alguna razón, no necesariamente porque sean malos, sino porque así los criaron.

K: ¿Cuáles son las medidas a futuro que se han planteado desde la Defensoría Universitaria con miras a frenar este tipo de actos?

WA: Hay dos caminos, el camino de la formación, pero en algunos casos el camino sancionador. La universidad ha establecido una nueva comisión para investigar y prevenir las agresiones en el espacio de redes sociales, donde estamos nosotros con la DARS, con una profesora y con una alumna. Pero nosotros hemos venido trabajando con anterioridad, siendo este un tema no solamente discriminación, sino uso ofensivo y violento de las redes sociales, fenómeno del que recién se están visibilizando sus daños.

Durante los últimos años hemos visto mensajes un poco ofensivos, burlones, agresivos y que han quedado ahí, pero en los últimos meses se ha dado una mayor reflexión sobre el daño que estos actos pueden generar, y por eso mismo existe una preocupación que tenemos como universidad. Tengo la confianza de que así como algunos ataques han ido disminuyendo, a final del año podamos tener unas redes  y un campus menos tóxicos.

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