Los precios de los recursos naturales sufrieron un rápido incremento durante la primera década de este siglo, propagado básicamente por el acelerado incremento del PBI mundial, en especial el de Estados Unidos, China, Brasil y otros países con niveles de desarrollo acelerados. Luego, estos precios se estabilizaron y muchos declinaron debido a la recesión mundial traída por la crisis financiera del 2008.

Algunos ejemplos muestran la magnitud del movimiento de los precios. El precio nominal del cobre se ha cuadruplicado desde el 2001, salvo por una caída en picada en el 2008, haber alcanzado su pico en el 2010 y haberse reducido en un 25% desde entonces. El petróleo ha incrementado su precio, de $20 el barril en el 2002, a más de $140 el barril en el 2008, y se ha mantenido en un oscilando entre los $100 y $120 desde entonces. Por su parte, el gas natural alrededor del mundo ha incrementado varias veces su precio desde el año 2000, y se ha mantenido en los últimos años. Al mismo tiempo el precio del gas natural en los Estados Unidos se ha reducido en más de 2/3 desde que alcanzó su pico un par de años atrás.

Este incremento en los precios incentivó a las compañías y a los consumidores a economizar el uso de los recursos.  En el corto plazo, sin embargo, tanto la oferta como la demanda de gasolina y muchos otros recursos naturales son sólo ligeramente sensibles a los incrementos y caídas de los precios.

La perspectiva a largo plazo es muy diferente, ya que, como los usuarios tienen tiempo para adaptarse con el tiempo, las oportunidades para sustituir a los recursos que incrementan sus precios, aumentan. Por ejemplo, el constante incremento en el precio de la gasolina hace que los consumidores eventualmente pasen a usar autos más pequeños y eficientes (respecto de su consumo), y que manejen menos los carros que tienen. Hacen «pools» con mayor frecuencia e incrementan su utilización de los servicios de transporte público, o incluso consiguen empleo más cerca de sus hogares. Que los carros sean más pequeños y eficientes en Europa y Japón se debe, en gran medida, a que el precio de la gasolina siempre ha sido menor en los EEUU.

Por el lado de la oferta, los ajustes a largo plazo son aún mayores, y algunos de ellos podrían cambiar todo el panorama. Aunque las reservas mundiales de recursos naturales no puedan ser cambiadas, ya que estas fueron creadas con millones de años de evolución en la tierra, el costo que supone su extracción varía enormemente: del barato y fácilmente accesible petróleo nomás bajo la superficie de Arabia Saudita, a los recursos tan difícilmente accesibles enterrados bajo el océano. Los altos precios de un recurso incentivan su extracción de depósitos más costosos, lo cual aumenta la demanda de este recurso.

El alza de los precios también incentiva la inversión en tecnologías que reduzcan el costo de la extracción en muchos depósitos, y así hacer que su comercialización valga la pena. En los últimos años, el ejemplo más importante son los mecanismos de fracturamiento hidráulico diseñados para extraer petróleo de las rocas de esquisto. Buscadores de petróleo en los Estados Unidos, como el recientemente fallecido George Mitchell, gastaron mucho dinero y tiempo, muchas veces financiados por el gobierno, desarrollando el fracturamiento al punto de volverlo comercialmente viable para el precio del gas y el petróleo que venimos teniendo.

El éxito del fracturamiento han resultado en un gran incremento de la producción norteamericana de petróleo y, sobre todo, de gas natural, lo que a su vez ha generado un incremento en la oferta de estos combustibles para producir gasolina, sustituir al carbón en plantas de generación eléctrica y muchos otros porpósitos. Debido a esta revolucionaria tecnología, las importaciones norteamericanas de petróleo han alcanzado su nivel más bajo en más de una década, y el precio del gas natural en los Estados Unidos no es más que una fracción del que se tiene en Europa, Japón y otros países importadores de este recurso.

El precio de petróleo en los EEUU se mantiene cercano al precio mundial, dado que el petróleo sigue siendo importado. El precio estadounidense del petróleo guía el precio internacional, porque compite contra el precio del petróleo importado a ese precio. El precio del gas natural, por su parte, difiere enormemente de región a región, porque estos precios dependen en la existencia de gaseoductos o establecimiento de gas licuado que permitan la exportación e importación de este recurso. Como mencioné anteriormente, la difusión de las técnicas de fracturamiento en los Estados Unidos ha ocasionado una caída en los precios de gas natural dentro del país.

Por supuesto que las compañías que extraen gas natural de los esquistos querrán exportar parte de su producción para sacar ventaja de los altos precios que hay en el extranjero. Como dichas exportaciones incrementarían el precio del gas en los EEUU y lo reducirían en los países receptores, los usuarios domésticos de gas natural se han organizado para oponerse a la exportación del gas. Las restricciones a la exportación del gas, sin embargo, serían poco inteligentes, ya que el valor recibido del alto precio en otros países excedería el valor generado por el artificialmente inducido incremento en la producción industrial estadounidense. Es una política sumamente pobre, la de incentivar a la industria doméstica a través de métodos costosos e ineficientes como las restricciones a la exportación.

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