Por Federico de Cárdenas Romero. Abogado PUCP. Master en Teoría Política por la Universidad de Manchester – Reino Unido.

En el mes de junio de este año, después de más de 6 años de trabajo, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación para los Pueblos Indígenas de Canadá (CVR) publicó su Informe Final[1]. El objetivo de la Comisión fue investigar el periodo de las «escuelas residenciales» que va desde 1870 a 1970, donde al menos 150 mil niños indígenas canadienses (Métis, Inuits, entre otros pueblos) fueron sustraídos de sus familias y reubicados en estas escuelas para ser «educados» en los usos y costumbres de la sociedad occidental.

Estas instituciones “académicas” fueron dirigidas por el Gobierno Canadiense y la Iglesia (especialmente, las Iglesias Católica, Anglicana y Presbiteriana), quienes consideraban a los indígenas como salvajes, cuya única salvación era ser asimilados forzosamente a la civilización cristiana occidental. Esta “asimilación” se llevó a cabo de una manera extremadamente cruel e inhumana. Bajo la premisa de superioridad moral e intelectual que siempre ha acompañado a los colonizadores, se eliminó el contacto de los niños aborígenes con sus familias, les prohibieron hablar sus lenguas nativas y practicar sus creencias religiosas y sus culturas.

La lista de abusos identificados contra los niños por la CVR es interminable. Entre los principales se pueden observar los siguientes: agresión sexual, abortos forzosos, abusos físicos que van desde quemar a los niños hasta golpearlos y dejarlos inconscientes, no ofrecerles atención médica, exposición sin protección alguna (como medio de castigo) a elementos naturales (nieve, lluvia y oscuridad), trabajo forzado, inanición (como castigo), forzar a niños a participar en palizas a otros niños, etc. En el colmo de la barbarie, la CVR encontró que varios de los niños que asistieron a las escuelas en los años 1940 y 1950 fueron incluso sometidos a experimentos científicos.

La CVR ha estimado que alrededor de 6000 niños indígenas internados en estas “escuelas” murieron por causa de estas crueles prácticas (aunque se señala que la cifra de muertos es probablemente muy superior), en lo que no ha dudado en calificar como un «genocidio cultural».

Ante la magnitud de los abusos mantenidos durante 100 años en las “escuelas residenciales”, y luego de que los pueblos indígenas llevaran sus casos ante el Poder Judicial Canadiense y la ONU, en el año 2008, el Gobierno Federal Canadiense llegó a un acuerdo con las “Primeras Naciones”, mediante el cual se creó la CVR y se comprometió a pagar una compensación económica por el daño causado (hasta el momento se han pagado alrededor de US$ 4000 millones a los pueblos indígenas). Asimismo, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, pidió disculpas de forma oficial, señalando que este capítulo de la historia ha sido uno de los más tristes y oscuros para Canadá.

El informe presenta un total de 94 recomendaciones dirigidas al Gobierno Federal, Provincial y Local e instituciones privadas (como las diferentes Iglesias que participaron en el programa de las escuelas residenciales). Las conclusiones fueron reunidas en varias categorías, que incluyen salud, beneficios para los niños y educación.

Entre las recomendaciones destacan las siguientes:

  • Exigen mantener a las familias indígenas juntas y tener una idea clara de cuántos niños indígenas terminan bajo el cuidado de los gobiernos provinciales.
  • Piden que se proteja la cultura en todo tipo de organismo en el que puedan terminar los niños, garantizarles poder hablar su idioma y mantener sus costumbres.
  • El reporte pide crear una política clara que permita cerrar la brecha en cuanto a educación y empleo que existe entre las comunidades indígenas y el resto de los canadienses.
  • Piden la creación de una Ley de Lenguas Indígenas, para proteger la cultura de los distintos grupos que se mantienen a lo largo del país.
  • También piden diversificar la educación para que existan títulos universitarios en lenguas indígenas.
  • Piden revocar la sección 43 del Código Criminal de Canadá, que permitía a los profesores o personas a cargo de un niño indígena utilizar la fuerza como forma de corrección.
  • Piden también que se establezca una investigación nacional sobre los miles de casos de mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas.
  • Piden también al Vaticano y al papa Francisco ofrecer una disculpa formal por el rol de la Iglesia Católica a cargo de los internados en los que ocurrieron abusos
  • Piden también cambiar el juramento de ciudadanía para que incluya una obligación de proteger los derechos de las comunidades indígenas.
  • De igual forma, exigen mejores políticas y programas para mejorar la educación y salud de los miles de jóvenes de origen indígena.

Con esto, Canadá ha dado un paso grande para mejorar su relación con los pueblos indígenas que viven al interior de sus fronteras. También deja una gran lección a otros países del mundo que tienen un pasado oscuro con sus poblaciones indígenas para que sigan un camino parecido. Un país no puede progresar sin reconocer los errores cometidos en el pasado y compensar a los afectados por sus terribles consecuencias (que aún se sienten en el presente). Es la única manera para que las personas y pueblos puedan entenderse y convivir pacíficamente en las sociedades democráticas actuales.


[1]    http://www.trc.ca/websites/trcinstitution/File/2015/Exec_Summary_2015_06_25_web_o.pdf

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