Por Lucía Varillas, estudiante de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembro del Consejo Editorial de Enfoque Derecho. 

Es lamentable que en el Perú las noticias sobre mujeres maltratadas y asesinadas sean pan de cada día. Es realmente indignante que no pase un día sin que los peruanos podamos ver las noticias o leer el periódico un nuevo caso de violencia. Estos son cada vez más fuertes y desgarradores, parecen sacados de un capítulo de alguna serie policial de Hollywood, y las confesiones de los homicidas y violadores, más escalofriantes.

El pasado jueves 25 de mayo, Emily Monja Pacheco, una madre y estudiante de derecho de tan solo 27 años, fue encontrada muerta en el distrito de Surco. Ella fue asesinada mientras intentaba evitar que José María Malaga Morla, portero de un edificio del distrito, la violara. Durante su confesión el violador y asesino dijo:

 “Me pidió por su vida, pero yo me sentí tan extasiado, o sea un placer interno, que no podía detenerme”.

Una mujer se encuentra en peligro de perder la vista por un ataque con un taladro, otra mujer apuñalada con una tijera, otra golpeada y desfigurada, otra rociada con gasolina y prendida en fuego, otra, otra y otra más.

Las cifras de feminicidios y tentativas de feminicidio en el Perú están en aumento. De acuerdo al INEI, en el 2014 hubo 91 casos de feminicidio en el país, esta cifra se elevó a 95 feminicidios y 198 tentativas en el 2016, según el Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Durante los primero cinco meses del 2017 la cifra es de 35 feminicidios y 83 tentativas y se pronostica que superará las cifras del año pasado [1]. Tomemos en cuenta además, todos aquellos casos que no son reportados.

El presidente Pedro Pablo Kuczynski se ha pronunciado sobre el tema y anunció el pasado 1 de junio que se tomarán medidas para evitar que sigan incrementando estos casos:

No toleraremos más violencia contra la mujer. Estamos trabajando a través del Ministerio de la Mujer para poner puestos de atención de emergencia en las comisarías, para atender a las mujeres heridas, agraviadas.”

No es la primera vez que el mandatario se pronuncia sobre el tema pero sus medidas parecen no tener efecto alguno. No basta con decirle a la población que deje de maltratar a las mujeres. Se necesitan medidas más drásticas y es evidente que se tienen que tomar de inmediato.

Dentro de las medidas que sí ha tomado el Poder Ejecutivo se encuentra la promulgación del Decreto Legislativo 1323, decreto que ha estado en boga desde su emisión, que buscaba modificar el artículo 108-B del Código Penal, artículo que se refiere justamente al feminicidio. Es importante añadir que el artículo sobre feminicidio fue añadido al Código recién en 2013. La nueva redacción del artículo establece más supuestos y mayores penas. Es lamentable que se tenga que regular de esta manera pero responde directamente a nuestra realidad.

A pesar de toda la controversia que ha girado alrededor de este decreto, y su posible derogación, por lo menos se hace evidente la preocupación del Ejecutivo por tomar cartas en el asunto.

Sin embargo, a pesar del incremento en penas los casos de feminicidio no se han visto reducidos. Todo lo contrario, y como parece que será hasta fin de año, están en aumento. Lo que sucede es que las penas altas no siempre resultan disuasivas. Aumentar las penas no es la mejor ni la única mediada para desincentivar la comisión de un delito.

El Ejecutivo se está centrando en cómo resolver el problema una vez que la acción fue cometida, y eso está bien, pero está olvidando que también debe enfocarse en el origen de la acción.

Considero que es importante que el Ejecutivo empiece a implementar políticas a través del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Se deben hacer estudios detallados de las zonas más vulnerables, del tipo de hombre agresor y de la mujer agredida. Estos estudios son necesarios para poder atacar el problema desde la raíz, y aunque es una solución a largo plazo, es finalmente la será realmente una solución eficaz.

El quid del asunto es que la violencia de género es un problema cultural. El machismo en el Perú se encuentra enraizado en todos y todas las que vivimos en él. Muchas veces es casi inconsciente, imperceptible, pero está ahí. Es importante hacer un esfuerzo para combatir este rasgo cultural que nos aqueja. Es una lucha constante contra el statu quo, contra algo que hasta forma parte de nosotros, pero es una lucha necesaria.

Es evidente que no es fácil. No es solo tarea del Estado, además. Es tarea de todas nosotras y nosotros. No seamos ciegos ante los abusos. No dejemos de indignarnos por casos como estos. Es importante denunciar pero también es fundamental educar. Educar a los niños para que mañana no sean ellos quienes maltraten y asesinen. Y educar a las niñas para que no vuelvan a tener miedo, que salgan solas a las calles sin temor a nada y las hagan suyas, y que sepan que ellas mismas pueden lograr lo que se propongan, sin ningún hombre al lado.


[1] https://www.inei.gob.pe/estadisticas/indice-tematico/brechas-de-genero-7913/

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