Por Estefany Rodríguez, alumna de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembro del Consejo Editorial de Enfoque Derecho.

El pasado 28 de octubre del presente año, se realizó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil. Estos comicios dejaron como ganador al candidato ultraderechista Jaír Bolsonaro después de que cumpliera con el requisito de obtener por lo menos el 50% más uno de los votos. Concretamente, logró el 55.13% de los votos, mientras que su contrincante, Haddad, quedó atrás con un 44,87% de los votos.

Estas elecciones presidenciales no solo han dejado como resultado a un ultraderechista como sucesor de Michel Temer, sino que además, a lo largo del proceso electoral, Brasil, que se encuentra polarizado entre quienes apoyan a Bolsonaro y quienes apoyan a Haddad, ha vivido una ola de violencia que ha preocupado a la comunidad internacional.

Frente a esta situación consideramos que esta polarización es resultado de dos factores. En primer lugar, el contexto anterior a las elecciones ha contribuido a la radical división de los ciudadanos del país vecino. Este se ha caracterizado por niveles de inseguridad y corrupción alarmantes. Así, por un lado, recientemente, los medios periodísticos informaban que Brasil tiene 175 homicidios por día habiendo alcanzado en el año 2017 la lamentable cifra de 63 880 homicidios, es decir, se cometen un promedio de 7,2 asesinatos por hora[1]. Por otro lado, en relación a la corrupción, el escándalo de Lava Jato en el cual está involucrado no solo Lula sino también otras figuras del PT ha perjudicado gravemente la percepción y confianza en la izquierda brasilera. Es así que Bolsonaro supo canalizar este descontento y malestar a su favor. Esto fue especialmente relevante porque el polémico candidato ultraderechista no se ha visto involucrado en ningún escándalo de corrupción en sus más de 30 años ejerciendo cargos en la política.

En segundo lugar, otro factor que ha generado la división del país son las concretas propuestas de cada uno de estos candidatos, que han buscado ser respuestas a los problemas más graves que enfrenta Brasil. Los proyectos de estos candidatos son diametralmente opuestos. Incluso podría afirmarse que mientras el modelo que propone Bolsonaro tendría como consecuencias cambios en Brasil, el de Haddad significaría una continuidad. Esa concepción tiene pleno sentido si se revisan sus hojas de vida y las principales propuestas de cada uno de ellos.

Por un lado,  Jaír Bolsonaro, quien es candidato del Partido Social Liberal (PSL) y ahora presidente electo de Brasil es un excapitán del ejército brasileño. Su participación en la política no es reciente ya que desde el año 1991 representa a Río de Janeiro como diputado federal. Además, se ha mostrado simpatizante de las formas autoritarias.

Las propuestas de este candidato están caracterizados por una amplia dosis de extremismo. Entre las más relevantes se encuentran las siguientes: 1) Realizar procesos de privatización que buscan reducir la deuda pública en un 20%, 2) Reducir la edad de imputabilidad de 18 a 16 años y eliminar el beneficio procesal de recorte de la condena, 3) Fomentar el uso de armas civiles [2] , 4) Ha prometido eliminar las clases de educación sexual, derogar los derechos de los homosexuales y evitar que se alivien las estrictas leyes de aborto [3], 5) Creación de campos de refugiados para venezonalos [4]

Por otro lado, Fernando Haddad es el candidato izquierdista del Partido de los Trabajadores (PT) que sustituye a Lula. Fue ministro de Educación de los gobiernos de Lula y alcalde de Sao Paulo. Además, se ha desempeñado en el mundo económico como profesor de la Universidad de Sao Paulo.

Entre las propuestas de Haddad, cuya candidatura se ha visto perjudicada debido a los escándalos de corrupción que arrastra su partido, figuran las siguientes: 1) mejorar la política de control de armas y municiones, reforzando su rastreo, 2) Criminalizar la LGBIfobia, implementar programas de educación y crear el “Programa Transciudadanía que incluye la concesión de becas en la enseñanza elemental para travestis y transexuales que se encuentren en situación de vulnerabilidad, 3) Promoción de una reforma agraria, 4) Aumento del salario mínimo por encima de la inflación, 4) En el plano político ha descartado la posibilidad de indultar al expresidente Lula [5].

Entonces, es posible constatar que mientras uno de los candidatos busca la cristalización de un modelo liberal, atacar frontalmente el problema de la violencia en Brasil mediante una mayor permisividad en el uso de armas y ha profesado a lo largo de su candidatura la necesidad de derogar los derechos de los homosexuales, el otro propone un mayor control de armas e incluso un programa que permita enseñanza elemental para travestis y transexuales. Así, con propuestas tan distintas era difícil no esperar una polarización del país.

Está división del país en sí misma no creo que sea un tema que debería ocasionar preocupación. Es lamentable que candidatos como Bolsonaro busquen captar votos por medio de discursos extremistas y llenos de violencia. Sin embargo, recordemos que quienes tienen el poder de otorgar la condición de presidente son los ciudadanos, es decir, los mayores de 18 años y menores de 70 que obligatoriamente deben acudir a votar y quienes optativamente pueden acudir que son jóvenes entre 16 y 18 años y mayores de 70 años.

Por ello, la situación es extremadamente crítica cuando estos votantes utilizan ese discurso de violencia para apoyar sus preferencias generando lamentables episodios. Recordemos que la madrugada del 8 de octubre un conocido artista brasilero llamado Romualdo Rosario da Costa fue asesinado con 12 puñaladas producto de una discusión política con un hombre simpatizante de Jaír Bolsonaro que no aceptó las críticas de Rosario hacia el candidato ultraderechista. Estos ataques no solo provienen de simpatizantes del polémico Bolsonaro. El 26 de septiembre, después de que se descartó definitivamente la candidatura de Lula, el mismo Bolsonaro fue atacado mientras presidía un mitin político[6]. La represión a periodistas y a grupos minoritarios, a la comunidad LGTBI, a los afrodescendientes han sido noticia casi diaria en Brasil.

En este contexto, no existe otra alternativa que mantener una actitud de alerta. Así, se han pronunciado distintas organizaciones no gubernamentales como Humans Rights Watc, Amnistía Internacional, entre otras. Se requiere que exista un respeto total, por parte no solo del electo presidente, Bolsonaro, sino también de parte de toda la población en general.

Brasil ha ratificado distintos tratados a nivel internacional en materia de derechos humanos, Entre ellos es posible mencionar a la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, a la Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, al Pacto Internacional de derechos civiles y políticos, entre otros instrumentos que ahora más que nunca requieren de un respeto total.

[1] Mayor información: https://www.clarin.com/mundo/brasil-175-homicidios-dia-nuevo-record-historico_0_SJoPaJ5S7.html

[2]Mayor información: https://actualidad.rt.com/rtpedia/293723-jair-bolsonaro-nuevo-presidente-electo-brasil

[3]Mayor información:  https://elcomercio.pe/mundo/jair-bolsonaro-seguidor-dictadura-brasilena-acerca-presidencia-noticia-564890

[4]Mayor información: https://www.eitb.eus/es/noticias/internacional/detalle/5952261/principales-propuestas-jair-bolsonaro-presidente-electo-brasil/

[5] Mayor información: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45991980

[6]https://actualidad.rt.com/rtpedia/293723-jair-bolsonaro-nuevo-presidente-electo-brasil

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