De acuerdo con el banco inglés Standard Chartered, la economía mundial ha pasado dos veces por lo que ellos llaman un “súper ciclo”, y muy probablemente estemos experimentando el tercero. En el reporte, publicado hace pocas semanas, el banco identifica a un súper ciclo como un periodo de alto crecimiento económico a nivel global, duradero por una generación o más, liderado por un incremento en el comercio, altas tasas de inversión, innovación tecnológica y urbana, y caracterizado por el desarrollo de nuevas economías. El primer episodio se origina entre 1870 y 1913, con tasas de crecimiento promedio de 2.7% (lo cual significa 1% por encima del crecimiento promedio entre 1820 y 1870); el segundo episodio se produce entre 1946 y 1973, con tasas de crecimiento promedio de 5%. Durante el primer episodio se produce la bonanza norteamericana: Estados Unidos pasa a liderar luego de ser la cuarta economía del mundo; en el segundo episodio, son Japón y los tigres asiáticos los que se beneficiaron en mayor medida.
En esta ocasión, el banco calcula durará entre el 2000 y el 2030, el mundo crecerá -Crisis Financiera Global de por medio- a un promedio de 3.5%, con lo cual pasará de los $62 trillones a fines del 2010 a los $308 trillones (a valor nominal) en el 2030 (lo cual significa cerca de $129 trillones a precios del 2009). Si tenemos en cuenta que en el 2000 el PBI global era de $32 trillones, podemos entender la magnitud del crecimiento esperado.
Los motores del actual súper ciclo son múltiples: un incremento significativo en el comercio, especialmente en los mercados emergentes, así como un aumento considerable -y cada vez más acelerado- en la industrialización, urbanización y demografía de las clases medias en el mundo subdesarrollado. Se espera que Asia lidere el crecimiento global de los próximos 20 años, principalmente debido al crecimiento de la clase media en China y la India (el primero creciendo a 6.9% promedio; el segundo a 9.3% promedio).
Las implicancias de este reporte para los peruanos son, sencillamente, más que alentadoras: significan una sostenida mejora en nuestros términos de intercambio, en nuestra estructura presupuestaria, y -cómo no- la gran posibilidad de trabajar seriamente en las reformas atrasadas. Significaría, si tenemos algo de racionalidad, que tenemos 20 años para apostar por un programa de mejoras sostenidas en temas tan diversos como la calidad educativa, la nutrición de nuestras madres gestantes y recién nacidos, en nuestra infraestructura vial, aérea y portuaria, en nuestros sistemas de agua y energía, y en la tan necesaria mejora de nuestro sistema judicial.
Empecemos, no obstante, por elegir a quienes nos ofrecen dicho panorama.