La Municipalidad de Lima debería buscar maneras rentables de generar dinero para los niños del puericultorio Pérez-Aranibar.
Hace algunos días la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, fue citada a la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso de la República para responder, entre otras cosas, por el pésimo estado en que se encuentra La Beneficencia pública de Lima. Entra las instituciones que tiene a su cargo La Beneficencia, se encuentra el Puericultorio Augusto Pérez Aranibar, que anteriormente se encontraba bajo la dependencia del Inabif.
Esta institución nació gracias a la caridad de diversas personalidades como Victor Larco Herrera, Tomás Valle, Miguel Echenique, Rodulfo Canevaro, entre otros. Se dedica desde 1930 a recibir a niños menores de edad enviados allí, hoy, por mandato judicial. Aquí reciben un hogar y educación para que puedan crecer y desarrollarse en la sociedad. Sin embargo, el puericultorio se encuentra en una precaria situación. Sus instalaciones yacen sumamente deterioradas y el presupuesto es insuficiente para cubrir los altos costos tanto del mantenimiento de los menores como del inmueble. Actualmente todo el complejo del puericultorio ocupa alrededor de 14 hectáreas para alrededor de 200 niños.
La historia de este centro dista mucho del sueño que sus benefactores alguna vez pensaron. Según denuncia monseñor Luis Bambaren, presidente del patronato, existen malos manejos por parte de La Beneficencia que impiden que el dinero llegue a los menores. La Beneficencia Pública de Lima arrienda un espacio del inmueble del puericultorio al PNUD por un valor de 12.000 dólares mensuales, por un área de 24,000 metros cuadrados. Un precio ínfimamente menor a su valor de mercado.
El puericultorio, además, según denuncia también Bambaren, se ha intentado vender en varias oportunidades debido a su valiosa ubicación y tamaño (frente al mar de Lima en el límite entre San Isidro y Magdalena). Sin embargo, tanto Bambaren como la alcaldesa pierden de vista una cuestión que podría ser crucial para el futuro de los niños del Puericultorio Pérez-Aranibar.
La alcaldesa fue muy enfática en sus declaraciones en el congreso: “Esto jamás se va a privatizar”, mencionó. Asimismo, Bambaren ha defendido en varias ocasiones la “Intangibilidad” del puericultorio. Sin embargo, privatizar el puericultorio podría ser, precisamente, lo que más pudiera beneficiar a los hoy desamparados niños. Si la municipalidad de Lima en los ya más de 2 años de gestión no ha sido capaz de resolver este problema, ¿qué nos garantiza que esta vez si lo hará? Lo que La Beneficencia debería darse cuenta es del enorme potencial que tienen los principales activos que posee: sus inmuebles. Ello, en vez de pensar en seguir viviendo de la caridad privada o de la ineficiencia del Estado.
El sueño de continuar utilizando un inmueble tan grande para tan pocos niños es económicamente ineficiente y lo único que logra es perjudicar a quienes deberían ser sus beneficiarios. Si la beneficencia de Lima tuviera un poco de visión gerencial se daría cuenta que poner en valor estos predios podría traerle enormes rentas a futuro en beneficio de los niños del puericultorio. Nadie está hablando de vender o destruir el recinto, pues además es un hermoso monumento histórico que debería ser preservado, pero hablamos de darle usos más rentables cuyos ingresos puedan ir en beneficio de la institución.
Ponemos el ejemplo de un hermoso hotel de lujo en sus instalaciones o quizá un centro de convenciones al estilo de lo realizado con la casa de la familia Prado en Miraflores (antes la presidencia del Consejo de Ministros), y que hoy funciona como un prospero centro de eventos de lujo, entre otros usos que, sin duda, serían mucho más rentables que el uso ineficiente que a la fecha se le viene dando estos inmuebles. Podría, por ejemplo, establecerse un fideicomiso que vele por el correcto uso de las rentas provenientes del uso de los inmuebles, velando además por su restauración, conservación, mantenimiento y puesta en valor, siendo sin duda un enorme aporte arquitectónico (que tanto falta además) a nuestra capital. No se trata de “no privatizar por no privatizar”, se trata de aprovechar mejor las oportunidades y de pensar, primero, en los intereses de los niños y no en el interés político de la alcaldesa. Maneras legales de usufructuar rentablemente del inmueble existen, lo que se necesita por sobre todo es una firme voluntad política y un cambio de concepción de la gestión.
Los niños podrían tener una mucho mejor vida en instalaciones más idóneas para su crecimiento, más modernas y adaptadas a sus crecientes necesidades, que continuar, por la falta de visión de nuestra alcaldesa, en el olvido de los fríos muros de estas instalaciones del año 1930.