Mijael H. Garrido-Lecca Palacios
Director de Enfoque Derecho
Creo que todos conocemos la historia de Robin Hood: “robar a los ricos, para dar a los pobres”. (Si no se acuerda, déjese usted ayudar por Wikipedia apretando aquí). El tema es que nadie sabe el final de la historia. ¿Habrá muerto ya Robin Hood? No creo. Robin nació como una respuesta folclórica frente a los ideales de un sistema de valores que sostuvo un conjunto de individuos en un contexto histórico determinado. Aquel sistema de valores que erigió a Robin como un héroe parece no haberse visto derogado del todo por nuevos ideales, entonces: Robin vive.
Robin Hood es una forma de vida, un estado mental. Robin Hood es la encarnación literaria de un ideal que dicta que la riqueza debe ser compartida en partes iguales por los miembros de una comunidad, y que si esto no es así, existe la posibilidad de recurrir a la violencia para lograr la equidad entre los individuos que integran un grupo humano.
Robin no solamente sigue vivo, sino que vive en el Perú, y ha logrado calar en lo más profundo de la mente de muchos peruanos, que siguen enarbolando hoy su forma de ver el mundo como cierta y justa. El problema es que Robin tiene que irse.
– ¡Oiga! Pero, ¿Por qué se tiene que ir Robin del Perú, o de los peruanos?- Ahí vamos:
Robin, el peruano, desconoce el valor esencial que tiene el respeto a tres conceptos para lograr que los seres humanos podamos vivir los unos al lado de los otros: i) la Propiedad, ii) la Producción y iii) la Libertad.
Con respecto a la Propiedad, Robin deja que se le escape la esencia del valor mencionado. Cuando se le quita algo a un individuo –arbitrariamente- y se le entrega a la colectividad, amén de que la segunda reciba lo que considera justo y suyo, sucede básicamente lo siguiente:
Se pierde el valor de la Propiedad tanto jurídica, como económicamente. El derecho de un individuo de usar, disfrutar y disponer de un bien, le otorga al mismo el poder de generar valor en base a dicho bien de la forma en que estime pertinente y en el momento que considere preciso. Si se le otorga la Propiedad a un grupo de personas sobre un bien, aparece lo que probablemente Robin denominaría “una propiedad que será utilizada en pos del beneficio común (o social, si Robin es más peruano que antes)”. El problema es que eso no existe. La positivización del concepto de beneficio en base a la homologación de intereses de un grupo parte inherentemente de que una minoría se deberá ver siempre subyugada a un interés ensamblado por una mayoría. El valor de la Propiedad reside en la individualidad del que la ostenta. Si no se respeta la titularidad esencialmente individual de los bienes, se está vulnerando a la Propiedad y al valor que esta carga consigo.
Con respecto a la Producción, Robin Hood cae en el más común de los defectos: la flojera. ¿Por qué Robin no convocó a los habitantes de Nottigham y se asoció con ellos para fundar una maderera en el bosque de Sherwood? De ese modo, los ricos seguían gozando de la condición que ostentaban, y los pobres podían dejar de serlo y a su vez comercializar libremente con los ricos . A Robin Hood le dio flojera. Entonces, tomó sus tanques (o sus flechas) dio un golpe de Estado y convirtió inmediatamente a los ricos en pobres y a los pobres en más pobres. Lo logró: la riqueza que existía en Nottigham ya no es de sus antiguos dueños. Ahora es de todos. Ó ¿de nadie?
Lo que Robin pasó por alto es que la riqueza es un derivado exclusivo de la Producción. Ahora bien, esta Producción puede no haber sido dada por sus dueños, si los últimos se la usurparon a los productores, pero ese es otro tema. Robin creyó que despojando de la riqueza a los ricos, obtendría junto con esta la manera de producirla: se equivocó. La Producción de la riqueza reside en el trabajo y en el valor capitalista que se le otorga al mismo.
Por último, Robin Hood cree que la Libertad es algo distinto a lo que en estricto significa: la potestad individual de obrar según dicte la conciencia. Por lo anterior, impuso un liderazgo frente a una serie de individuos que no se lo habían solicitado, robó Propiedad ajena y destruyó la posibilidad productiva. Pero ¿qué hizo? Definitivamente no hizo lo más digno que un ladrón puede hacer con su botín: disfrutarlo. No: lo regaló. Se lo regaló a los que nada habían hecho para recibirlo, y los compró. Y se vendieron.
Robin Hood destruyó -con la violencia- lo más puro que reside dentro de cada individuo: la braza creadora que debe impulsarlo a crear y producir. La braza que lo hace libre.
Una vez que Robin terminó con su faena, se paró frente a todos los que lo vieron actuar, y vestido de verde dijo:
“Campesino de Nottingham, el patrón no volverá a comer de tu pobreza; el patrón ahora no tendrá que comer, y tú tampoco.”
Por lo anterior es que Robin Hood debe irse del Perú, y el Perú debe buscar nuevas figuras que reúnan nuevos ideales. Propongo a Howard Roark. ¿Usted qué opina?
Nota: Propiedad, Producción y Libertad, están –en este artículo- escritas siempre con mayúscula; son valores mayúsculos.
¿Cómo citar este artículo?
GARRIDO – LECCA PALACIOS, Mijael. La historia desconocida de Robin Hood. En: Enfoque Derecho. 16 de mayo de 2010. https://enfoquederecho.com/?q=node/348/ (visitado el dd/mm/aa a las hh:mm)
Si bien las ideas de Propiedad, Producción y Libertad han ayudado a la humanidad, debe reconocerse que esta última necesita ser repensada no sólo desde una visión individualista, sino comunitaria. Debemos entender al desarrollo no como el mío y creer que con ello lo serán los otros, sino el de todos, seguramente uno un poco más que otros, pensando en todos.
Hola Victor.
Muchas gracias por el comentario que has dejado. Estás son mis ideas al respecto de lo que mencionas:
Yo no creo que la libertad deba -bajo ninguna circunstancia- ser repensada conceptualmente desde una perspectiva comunitaria. La Libertad es -en mi opinión- un término axiológicamente individual.
¿Cómo se logra ser colectivamente libre?
Particularmente, considero más eficiente que cada individuo se preocupe por su propio desarrollo.
Mijael.