Por Miluska Gutierrez Vega,
Abogada y magíster por la Pontificia Universidad Católica del Perú y asociada principal de Garrigues
Las finanzas sostenibles integran consideraciones ambientales, sociales y de gobernanza en las decisiones de inversión y gestión financiera. Este enfoque busca promover una economía más verde y equitativa, enfocándose en inversiones que aseguren beneficios a largo plazo para el medio ambiente y la sociedad. A medida que se intensifica la preocupación por el cambio climático, el agotamiento de los recursos y la degradación de los ecosistemas, se les exige a las empresas que busquen alinear sus estrategias con prácticas sostenibles; aunque tal vez no se ha llegado al punto esperado de inversión en sostenibilidad. Existe un consenso general de que no existe un conflicto inherente entre la maximización del valor para el accionista y la inversión sostenible. En este contexto particular, cabe preguntarse por qué persiste la falta de inversión en iniciativas sostenibles (y tal vez, más específicamente, en iniciativas de índole medioambiental).
Así, uno de los principales factores que contribuyen a este fenómeno es lo que se conoce como el problema de agencia, concepto que es redefinido desde el punto de vista de la sostenibilidad. De acuerdo al estudio The Eco-Agency Problem and Sustainable Investment (LSE Law, Society and Economy Working Papers 26/2023. London School of Economics and Political Science Law School) de Moran Ofir y Tal Elmakiess, el problema de la “eco-agencia” consiste en un particular conflicto de intereses entre los ejecutivos de las empresas responsables de la sostenibilidad y los accionistas que esperan la implementación de una estrategia de sostenibilidad. En consecuencia, este conflicto se centra en la rentabilidad esperada por ambos grupos: por un lado, los ejecutivos esperan generar rentabilidad en la compañía a corto plazo; mientras que, por su misma naturaleza, los accionistas esperan que las políticas o estrategias se enfoquen en generar rentabilidad a largo plazo.
Es en esta separación –entre propiedad y gestión– donde se crea el temor de que los administradores, al tomar decisiones sobre la propiedad de los accionistas, prioricen sus intereses sobre los de aquellos. Mientras que el interés de los accionistas es adelantar inversiones medioambientales para generar beneficios a largo plazo, mejorando la eficiencia de la empresa y reduciendo la necesidad de medidas compensatorias; los intereses de los que toman las decisiones difieren de los de aquellos, siendo que los directivos pueden dar prioridad a los beneficios a corto plazo sobre la rentabilidad a largo plazo debido a su esquema de incentivos.
Es imperativo examinar los factores que contribuyen a esta persistente falta de inversión. Entre otros, podemos citar la presión por obtener resultados financieros a corto plazo, la escasa consciencia de los riesgos medioambientales a largo plazo y la ausencia de normativa vinculante como algunas de las razones por las que las iniciativas de sostenibilidad suelen no tener el impacto que se espera.
El riesgo de greenwashing
Está claro que, aunque algunos líderes empresariales han adoptado la sostenibilidad como un imperativo estratégico, hay todavía una amplia brecha de inversiones y proyectos sostenibles que no son atendidos, contribuyendo a lo que se ha conocido como greenwashing. Tradicionalmente, esta tendencia puede ser atribuida, entre otras razones, a la existencia de distintas prioridades de las empresas junto con su deseo de proyectar una imagen de promoción de tales inversiones y de su compromiso con la sostenibilidad. Así, el greenwashing puede ser definido como un acto deliberado por parte de una organización que difunde información engañosa o incompleta para crear una percepción pública positiva de su responsabilidad en términos de sostenibilidad (de forma específica, en temas medioambientales). Este fenómeno se reconoce cada vez más como un riesgo legal importante que surge en las grandes empresas y que algunos autores sugieren que debe ser abordado por los reguladores.
Habiendo descrito los desafíos que presentan las inversiones sostenibles y el impacto negativo que tiene el problema de la eco-agencia en el denominado greenwashing, corresponde mencionar qué alternativas de mitigación existen.
Algunos autores coinciden en que el principal cambio pasa por una transformación de cultura empresarial, fomentando la transparencia y la responsabilidad, e integrar la sostenibilidad en las estrategias empresariales básicas. Entre los diversos mecanismos para fomentar las inversiones sostenibles se pueden destacar los siguientes:
- Los bonos temáticos (aquellos cuyo uso de fondos está destinado a objetivos sostenibles que se alineen con determinados principios)
- Los bonos CoCo (contingent convertible bonds, que son instrumentos financieros híbridos que se emiten inicialmente como deuda, pero que se convierten en capital o se cancela si la entidad financiera no cumple los requisitos predeterminados de solvencia)
- y la retribución de los ejecutivos con métricas ESG.
Este último mecanismo resulta interesante para incentivar las inversiones sostenibles y abordar el problema de eco-agencia, mediante la vinculación de la remuneración de los ejecutivos a las métricas de rendimiento de los factores ESG y objetivos a largo plazo, que terminan siendo clave para garantizar que sus intereses estén alineados con los objetivos a largo plazo de la empresa y sus accionistas. Sin duda, cada mecanismo busca superar las disparidades entre el directivo que toma las decisiones y la empresa, con el objetivo de animar al directivo a dar prioridad a la dimensión sostenible y crear así valor añadido a largo plazo para la empresa y sus accionistas.
La divulgación única de información
En este particular contexto, el estudio de Moran Ofir y Tal Elmakiess sustentan, el potencial transformador de la divulgación única de información medioambiental. Si bien los autores se refieren a términos medioambientales, creemos que es totalmente asimilable al concepto de sostenibilidad en general. El argumento para optar por un esquema de divulgación única permite profundizar el significado de lo que se revela, las motivaciones y las implicancias de largo plazo tanto para las empresas como para las partes interesadas. Al no seguir informes estandarizados y adoptar métodos innovadores de divulgación, las empresas pueden demostrar sin lugar a dudas su compromiso con la sostenibilidad. Una divulgación única permite a las empresas presentar una imagen completa de su impacto en el medio ambiente y en la sociedad en general. Este enfoque permite, a su vez, a los inversores comprender mejor la trayectoria de sostenibilidad de una empresa, fomentando la confianza y promoviendo una toma de decisiones informada.
Sin embargo, este método conlleva desafíos que se desprenden de su misma naturaleza. Así, las empresas deben buscar mitigar los posibles riesgos, como revelar información confidencial o sensible, evitar el greenwashing y garantizar la exactitud y fiabilidad de los datos divulgados. Para lograr un equilibrio entre la transparencia y la protección de las ventajas competitivas, es esencial considerar detenidamente estas cuestiones y aplicar sólidos marcos en materia de gobierno corporativo.
Este artículo ha buscado plantear algunas cuestiones que nos permitan seguir analizando y midiendo el impacto de las finanzas sostenibles en la estrategia corporativa de las empresas locales. ¿Existe el greenwashing en el mercado local?¿Se puede implementar el mismo mitigante antes descrito en el mercado peruano? ¿Cómo se balancea el nivel de divulgación por parte de empresas listadas y no listadas en términos de sostenibilidad y otros criterios ESG? Son algunas de las preguntas que el desarrollo del mercado peruano seguramente nos permitirá atender en un futuro cercano.