Por: Andrés Vergara Benedetti
Corresponsal de Enfoque Derecho en Colombia. Estudiante de Derecho en la Universidad de los Andes.
Las sociedades latinoamericanas han sido catalogadas como subdesarrolladas. Más allá de esa conceptualización, lo que sí pasa es que los ciudadanos somos culpables de muchas de las tragedias que vivimos como sociedad. Tal vez, con un cambio de actitud muchos de nuestros males podrían desaparecer.
Me preocupa la situación por la que pasa la sociedad en la que vivo. Estoy seguro que muchas sociedades sufren la misma problemática que me genera esta angustia. Me refiero a la situación de estancamiento en la que están las sociedades comúnmente llamadas subdesarrolladas o en vía de desarrollo. Lo que me llama la atención es que seguimos en lo mismo y no percibo ningún avance. Creo que estamos condenados a estar siempre en vía de desarrollo.
A la situación que me refiero es a la manera en que está funcionando la sociedad. Nos hemos convertido en una sociedad facilista y promotora de lo que Antanas Mockus llamaría una cultura del atajo. Esto se ve reflejado en pequeños detalle como el irrespeto a las normas y a las leyes, o como la valoración al lucro a través de la plata fácil. También percibo una postura de indiferencia hacia lo colectivo, y una prevalencia del egoísmo en vez de la solidaridad; preferimos crecer como individuos que como comunidad.
No me cabe la menor duda que en las sociedades desarrolladas y prósperas, la solidaridad y el trabajo en equipo es una de las herramientas que más han contribuido a su desarrollo. Por eso, creo que lo que realmente debemos aprender de ellos radica en su actitud hacia la vida en sociedad. Así entenderíamos que decisiones tan sencillas como elegir un gobernante, pagar un impuesto, comprar un carro, o fumar un cigarrillo tienen, simbólicamente o en la práctica, una consecuencia en terceras personas.
La propuesta es pensar más en sociedad.
Pero, ¿por qué somos una sociedad con una actitud indiferente y negativa hacia lo colectivo?
Lo primero que quiero plantear es que creo que no es un asunto económico. He observado como gente con plata, personas de lo que se llama “gente de bien”, familias de la élite o personas de la clase dirigente, son personas que con su actuar ejemplifican la situación que critico. Inclusive, aprovechan su situación económica para abusar de su poder y así poder incumplir con las normas y las leyes. Parecería que tener plata es sinónimo de un permiso para poder hacer lo que está prohibido, y son quienes suelen participar en la toma de decisiones públicas pero con buscando su propio beneficio.
Tampoco creo que sea un asunto educativo. Muchas de las personas que viven inmersos en la cultura del atajo saben que lo están haciendo y, seguramente, se sienten cómodos en esa situación. Son personas que han recibido la mejor educación. Y me refiero a la educación académica porque percibo que lo que casi no existe es la educación cívica. Creo que una urgencia que tienen las sociedades que están en vía de desarrollo es invertir en educación cívica como un mecanismo para que aprendamos a vivir en comunidad.
Tampoco se trata de un asunto de oportunidades. Parecería que la gente le gusta vivir en la informalidad y del subempleo. La explicación que encuentro a esto es que hay un atractivo y un gusto por la plata fácil. Evadir impuestos, por poner un ejemplo, genera riqueza. Parecería que a la gente le gusta tener efectivo en la billetera, sentir el bolsillo pesad. De hecho, muchas de las personas que viven en la informalidad puede que manejen más dinero que una persona que vive en la formalidad, que cotiza pensiones o que ahorra dinero en el banco.
Creo que la explicación de por qué somos una sociedad que no quiere evolucionar es por un asunto de actitud de los individuos y de la colectividad. Recuerdo que un profesor de Ingeniería Civil de la Universidad de los Andes preguntaba a un auditorio: “¿por qué una misma persona al conducir un carro en Bogotá infringe todas las normas de tránsito, y al manejar en una ciudad europea o de Estados Unidos sí respeta la ley?”
Somos una sociedad que no apreciamos la ley. No entendemos que el derecho, las normas, la ley lo que buscan es regular la vida de las personas que viven en comunidad. Me parece que esa actitud de desprecio ha conllevado a que burlemos la institucionalidad. Si alguien comete una infracción, ¿es sancionado judicialmente?, ¿recibe un castigo social?, ¿siente que cometió un error?
Somos una sociedad que privilegia el interés individual por encima del interés colectivo. Esto se ve reflejado en las decisiones públicas, en la que casi siempre priman los intereses de un grupo minoritario y los intereses de la colectividad son desconocidos. Y generalmente los grupos minoritarios que triunfan son los que más poder tienen. Como esa élite se encuentra en el mejor de los mundos, y como es esa élite la que decide, pues la tendencia es a conservar el statu quo.
Es esa actitud de indiferencia hacia lo colectivo lo que tiene estancada la sociedad. Estamos dejando que unas personas, que sí se organizan, tomen unas decisiones que deben incumbir a todos. No tenemos un sentimiento de pertenencia.
La única manera para salir adelante y convertirnos en una sociedad realmente próspera es si cambiamos nuestra actitud y priorizamos hacia los intereses colectivos. Si la comunidad está bien, los individuos también deben estarlo; pero si los individuos o algún individuo están bien, no necesariamente la colectividad lo estará. A la hora de tomar decisiones individuales debemos pensar que podemos afectar la vida de otros. Debemos cambiar nuestro comportamiento hacia los asuntos públicos, dejar la indiferencia y pasar de una situación pasiva a una activa. Es decir sentir como propio cualquier problema de la sociedad, y ver de qué manera se puede aportar a la solución.
Si la actitud y nuestro comportamiento cambia, la institucionalidad y el derecho tendrán sentido. Los ciudadanos cederemos un poco para beneficio comunitario. Así, la vida en sociedad será más agradable. Sin duda, para lograr esto se requiere de líderes. Espero que no estemos viviendo una crisis de liderazgos.
¿Cómo citar este artículo?
VERGARA BENEDETTI, Andrés. Es cuestión de actitud. Publicado en Enfoque Derecho el 10 de noviembre de 2010. https://enfoquederecho.com/es-cuestion-de-actitud (visitado el dd/mm/aa a las hh:mm).