Si bien el oficialismo ganó las elecciones el pasado 7 de octubre con más del 50% de los votos, la repentina desaparición de Chávez de la escena política, junto con una economía en caída libre le han causado una derrota (casi) absoluta al Partido.

Dos meses después de su victoria electoral, el presidente fue trasladado a Cuba para ser hospitalizado. Fue a partir de entonces que se desató el misterio y, con él, las especulaciones en todas las direcciones acerca de su estado de salud y el futuro del Estado Bolivariano. Viento en contra, el comandante y sus seguidores, necios, intentaron pasar por encima el inminente ocaso del Partido Socialista Unido de Venezuela.

La inaplicación de la Constitución por parte del Tribunal Supremo de Justicia y la Asamblea Nacional fue el primer golpe al vacío. Bajo un tal principio de continuidad administrativa –según el cual Chávez estaría continuando el mandato anterior, no iniciando uno nuevo-, se concluyó que la ausencia de Chávez en la juramentación (requisito para tomar el mando de presidente) no se subsumía en los supuestos de falta absoluta ni temporal, por lo cual no debían convocarse nuevas elecciones a pesar de su ausencia. Sin embargo, el retraso de las (inminentes) nuevas elecciones no hizo más que jugar en contra del oficialismo. Chávez no iba a volver al poder, y eso era bien sabido dentro del PSUV. No obstante, las pugnas internas del partido debían ser calmadas para lograr una cohesión suficiente para triunfar en las nuevas elecciones, ahora que el apoyo a la oposición iba creciendo peligrosamente en las encuestas. Si bien Maduro había sido designado por el propio Chávez como su sucesor, las distintas facciones dentro del oficialismo no iban a dejar de defender sus intereses. Estas facciones, compuestas por los militares -Diosdado Cabello a la cabeza-, los pragmatistas, y el partido en sí, eran (y siguen siendo) una bomba de tiempo que amenazaba con fracturar el partido, una vez que su pilar, Chávez, no estaba presente para mantenerlo unido

El tiempo era peligroso también en otros sentidos. En primer lugar, entre más se retrasaba el proceso electoral, más lejana quedaba la euforia generada en la población por el triunfo electoral de Chávez. Más importante aun era el factor económico. En el último año y con miras a las elecciones, Chávez llevó el gasto público a niveles masivos. El despilfarro trajo un déficit fiscal de 15% del PBI y una escasez alimentaria de 16.3%. Medidas como la devaluación del bolívar, que se llevó a cabo hace unas semanas, y la reducción del gasto público son urgentes e incuestionables para salir de la crisis financiera. Sin duda, que el oficialismo tenga que ejecutarlas antes de las elecciones tendrá un alto costo en popularidad.

Sin embargo, Chávez volvió a Caracas inesperadamente y la euforia de su triunfo electoral, ya difusa, volvió a aclararse. Pocos días después, no obstante, surgieron rumores acerca de una posible muerte cerebral del presidente. Más allá de los hechos en concreto, el estado de salud de Hugo Chávez se mantuvo como una incógnita a lo largo de la historia, hasta hoy.

¿Qué pasará ahora que se ha acabado el misterio? Para comenzar, los efectos de una Venezuela sin Chávez pueden rebotar hasta Cuba. Desde comienzos del 2000, Venezuela ha subsidiado en petróleo a Cuba con aproximadamente 100,000 barriles diarios (el equivalente a $4 mil millones anuales). Seguramente que las condiciones económicas cada vez más duras en Venezuela no van a permitir al siguiente mandatario continuar dándose ese lujo, lo que aumentará en Cuba la presión para ejecutar las reformas necesarias.

En cuanto a Venezuela, el chavismo será solo una sombra. El PSUV no será lo mismo sin Hugo Chávez. El tiempo ha jugado en contra del partido, fraccionándolo y debilitándolo frente a una oposición cada vez más fuerte. La economía exige reformas urgentes de las que el partido no podrá escapar. El Estado Bolivariano no ha sido más que la personificación de un Chávez mítico, heroico. La retórica de Chávez ha sido una fábrica de justificaciones para cada desenfreno cometido durante su mandato. No habrá nunca chavismo sin Hugo Chávez.

Que en paz descanse, comandante; su país será libre.