Por: Erik Sichra Copello
Abogado por la Universidad de Lima con especial interés en Derecho Internacional, Relaciones Internacionales y Política Internacional. Ex-director General de la revista de derecho Athina, integrada por estudiantes de la Universidad de Lima.
El pasado 19 de octubre, desde la embajada de Perú en París, nuestro canciller Rafael Roncagliolo, aprovechando su primera gira por Europa desde que asumiera el cargo, hizo algunas aseveraciones con respecto a las Naciones Unidas, y en especial al Consejo de Seguridad, que suenan diplomáticamente bien, pero que lamentablemente no reflejan la realidad en torno a la cual gira esta organización internacional ni la manera cómo se desenvuelve la sociedad internacional. A continuación, algunas precisiones al respecto.
En primer lugar, el concepto de democracia sirve para describir una forma de gobierno, donde el poder reside en el pueblo, y en el cual se practica la igualdad de derechos individuales sin distinción de sexo, raza, condición económica, etc. (idealmente, claro está). Como podemos observar, este término tiene su origen y uso en el Derecho interno (vale decir, en lo relativo a las reglas de convivencia de las personas dentro de un Estado), y no en el Derecho internacional (vale decir, en lo relativo a las reglas de convivencia de los Estados dentro de la sociedad internacional). En tal sentido no tenemos que olvidarnos que, en cuanto al Derecho nacional, las relaciones son de subordinación, ya que el Estado, imbuido del “ius imperium” que le otorga la ley, está en la capacidad de hacer cumplir sus decisiones coercitivamente en caso estas sean desacatadas, todo ello en pro del beneficio común de la sociedad. Sin embargo, las relaciones entre Estados no son de subordinación, a raíz de que no existe ningún ente supranacional que esté por encima de la soberanía de los países, sino más bien de coordinación o cooperación, con la intención que las interacciones entre éstos se lleven, hasta donde se pueda, de forma pacífica. Por ende, no se puede pretender homogeneizar (“democratizar”) una sociedad internacional tan desigual en términos de poder militar y económico, principalmente, más aún si cada Estado (a través de su política exterior) busca defender y promover sus intereses propios antes que los comunes, sin que exista algún ente supremo que evite ello.
En segundo lugar, y en relación al Consejo de Seguridad de la ONU, los fundadores de esta organización internacional priorizaron, en 1945 (año de su creación), los resultados que se obtengan a la hora de mantener la paz y seguridad en el mundo, que cuán democrática sea su estructura. Ello se entendió así, por la experiencia anteriormente vivida con la Sociedad de Naciones y su Consejo, el cual tomó más en cuenta conceptos legales como los de democracia, dejando de lado su misión: evitar una nueva guerra mundial. No en vano, la Carta de las Naciones Unidas no hace mención alguna de términos legales tales como democracia, representatividad, etc. y sí más bien resalta la importancia de una “acción rápida y eficaz” a la hora de desempeñar su función principal de velar por la paz mundial (artículo 24, inciso 1 Carta de las Naciones Unidas)
En tercer lugar, y como mencionáramos anteriormente, en la sociedad internacional no existe un ente que esté por encima de los Estados. Por lo tanto (lamentablemente sucede así mientras el mundo se siga componiendo de Estados, los cuales responden a motivaciones particulares) los países más poderosos, básicamente en términos económicos y principalmente militares, son los que, a través de su mayor poder, impondrán la agenda en el mundo. Actualmente, y desde primordialmente el fin de la Guerra Fría, aquel país que ha dictado el ritmo en la arena internacional ha sido, y sigue siendo aún, los Estados Unidos, precisamente por lo previamente establecido.
En cuarto lugar, tan sólo los acuerdos del Consejo de Seguridad son vinculantes, porque los fundadores de la ONU visionaron este órgano como el órgano ejecutivo de la organización, encargado preponderante de resguardar la paz y seguridad internacionales. Y ello fue así, porque en su seno se encontrarían las naciones más capaces de proveer seguridad al mundo gracias a su condición de grandes potencias (actualmente de los 5 miembros permanentes, tan sólo EEUU puede considerarse como tal). Y precisamente son ellos los más aptos para hacer cumplir las decisiones acordadas, en caso éstas quieran ser desacatadas. Si nos pusiéramos en el supuesto que los acuerdos de la Asamblea General, compuesta por países muy poderosos, poderosos y débiles, fuesen de cumplimiento obligatorio para todos sus miembros (vinculantes), entonces, ¿quién haría acatar a los Estados Unidos, por ejemplo, una decisión que fuera en contra de sus intereses? (¡¿alguien sabe la respuesta?!). Si las Naciones Unidas, y en especial el Consejo de Seguridad, han sobrevivido más de 65 años, es porque al momento de ser instituidas se les impregnó de una característica elemental: comprender la realidad de la sociedad internacional.
Y por último, la propuesta según la cual Brasil debería pasar a integrar el Consejo de Seguridad (entendemos que como miembro permanente, porque actualmente participa como miembro no permanente). En este sentido, surgen las siguientes preguntas: ¿debería por lo tanto Brasil ostentar también el poder de veto como los 5 integrantes permanentes? ¿Con más vetos, no sería más complicada la toma de decisiones, más aún tomando en cuenta que Brasil recién empezaría a gozar de este derecho, lo que podría generar un deseo de probar este poder (como lo hicieron originalmente los 5 permanentes, quienes llegaron al extremo de vetar, en el caso de Francia por ejemplo, a un Secretario General por la simple razón que no sabía hablar francés)? Asimismo, en caso no otorgarle veto al país sudamericano, ¿no se estaría acaso creando un tercer tipo de categoría con ello? Y de ser así, ¿no se tendría por lo tanto que reestructurar la fórmula de votación?
Lo cierto es que para que el Consejo de Seguridad sea un órgano más eficiente y efectivo para desempeñar su responsabilidad principal de mantener la paz y seguridad en el mundo requiere, no de una reforma en su estructura, sino más bien de una mayor cooperación entre sus miembros. La actividad mostrada por el Consejo de Seguridad pos Guerra Fría nos demuestra claramente que, cuando las grandes potencias trabajan juntas, este órgano a su vez retoma preponderancia en la escena mundial. Así lo comprendieron sus fundadores, y la historia les dio la razón.
Erik, una pregunta:
En un momento dices:
«En tercer lugar, y como mencionáramos anteriormente, en la sociedad internacional no existe un ente que esté por encima de los Estados. Por lo tanto (lamentablemente sucede así mientras el mundo se siga componiendo de Estados, los cuales responden a motivaciones particulares) los países más poderosos, básicamente en términos económicos y principalmente militares, son los que, a través de su mayor poder, impondrán la agenda en el mundo»
Ese «lamentablemente» significa que te gustaría ver, en algún momento de la historia humana, un Estado Supra-Nacional? o en todo caso, crees que sería bueno o que cambiaría las condiciones en las que se desarrolla la política internacional?
Saludos!
Alonso
Hola Alonso, gracias por la pregunta.
Cuando menciono la palabra «lamentablemente» me estoy refiriendo a que en un mundo compuesto de Estados, indefectiblemente estos velarán por sus intereses antes que los del resto, en caso de existir un enfrentamiento entre ambos. Ello surge como consecuencia de su soberanía, concepto pilar de un Estado. Sin embargo, con el paso del tiempo esta soberanía, que en un comienzo fue absoluta, poco a poco, y como consecuencia principalmente del fenómeno de la globalización y del cambio en el enfoque de las guerras de interestatales a intraestatales, se está relativizando. En cuanto a la globalización, porque esta tendencia da conocer cada vez más y mejor lo que pasa en cualquier parte del mundo (siendo Internet la herramienta abanderada de este fénomeno), generándose así una mayor conciencia mundial y ya no sólo local de los problemas que aquejan al mundo; y en cuanto al cambio de tendencia de enfrentamientos entre Estados a conflictos internos en cada país, ello ha generado la doctrina de la intervención humanitaria, a través de la cual, en caso un Estado haya «fallado» en proteger los derechos humanos de su propia población (cuestión que forma parte de su responsabilidad como Estado), la comunidad internacional sería la encargada de asumir dicha responsabilidad (al respecto consulta si gustas el Reporte de la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados – «La Responsabilidad de Proteger» (2001)).
Lo que quiero decir con lo anteriormente señalado, es que la tendecia histórica hasta el día de hoy hace vislumbrar un futuro (entiendo que lejano aún, a menos que exista una invasión interplanetaria, en cuyo caso la sociedad internacional se uniría por decantación, y el bien común primaría por sobre el propio) en el que la figura de «Estado» se extinguirá (metafóricamente se volvería a la Pangea). Cuando esta institución ficticia (creada por el hombre no nos olvidemos) desaparezca, se volverá al concepto básico en el que se funda el mundo: el ser humano. Pretender querer ver la creación de un ente supraestatal me deja algunas dudas, debido al inmeso poder que se concentraría sobre dicho Estado supranacional («quis custodiet ipsos custodes» = «quién vigilará a los vigilantes»). Entiendo que la mejor manera de organizar nuestro mundo sería a través del establecimiento de un sistema sobre cuyo eje gire esta vez, ya no el Estado, sino la persona (creación no ficticia o natural). La historia ( a través de los errores que cometamos) nos enseñara finalmente cuál ha de ser la mejor manera de organizarnos.
Saludos,
Erik
Erik,
Por cómo te explicas, me parece que ya lo leíste, pero por si acaso, revisa a Wendt http://humiliationstudies.org/documents/WendtWhyaWorldStateisInevitable.pdf «Why a World State is Inevitable».
A ver, hay un montón para conversar aquí! jaja Para mí, la idea de que la globalización producirá la extinción del Estado sinceramente no me convence. Toma por ejemplo la idea de la «responsabilidad de proteger». Ya van 10 años desde el Reporte de la ICISS (para el que quiera leerlo: http://responsibilitytoprotect.org/ICISS%20Report.pdf) y aún nadie puede decir que la intervención humanitaria no autorizada por el Consejo de Seguridad sea una norma consuetudinaria o que constituya una forma de uso legal de la fuerza (legítima tal vez, pero legal no). Lo que acaba de pasar con Libia y Siria lo demuestra. Las «cartas políticas» estaban bien puestas para salvar a los libios de Qadhaffi, pero no a los sirios de al-Assad. Por ahí entonces me parece que no va la cosa… y no va, porque justamente la soberanía -como concepto pilar- prima aún sobre cualquier noción de «comunidad» que podamos querer ver en el mundo. Los «intereses internacionales» -en mi opinión- no han podido ganarle la guerra a los intereses nacionales, por más que a nivel doctrinario se quiera pensar que sí. Para mí, la globalización no traerá consigo el fin del Estado, sólo la redefinición de su rol (al respecto, recomiendo, http://danieldrezner.com/research/globalization.pdf)
Y sobre la idea de que las guerras se vuelvan «intra-estatales» como camino al Estado Supranacional, no crees que eso más bien sería un desincentivo a la creación de un Estado Supra-Nacional? O sea, imaginemos un mundo hipotético en donde ya no hay guerras entre Estados (algo que, honestamente, no creo que vaya a pasar, porque incluso las guerras internas implican intervención de terceros Estados muchas veces… ahorita nomás: Kenia ha intervenido en la guerra interna de Somalia, Israel intervino en Líbano contra Hezbollah y la OTAN en Libia contra Qadhaffi). Si llegamos a un mundo sin guerra inter-estatal, no le convendría a ningún Estado «absorber» las guerras internas de otros países. Entonces nadie querría juntarse con nadie. No es por nada que todos los ejemplos modernos de «federalización» han fracasado (la República Árabe Unida, la Unión Soviética, Yugoslavia, etc).
La soberanía es muy fuerte como para que se extinga sola! Si bien los Estados son creaciones humanas, no son creaciones humanas deliberadas. Los humanos primitivos no se juntaron todos en la cueva a crear un Estado a la Rousseau (por más útil que pueda ser la metáfora). La creación de Estados es natural en los hombres. El nacionalismo es natural en los hombres. La creación de estados es un proceso no deliberado que ocurre sin que nadie se dé cuenta. Entonces, salvo que la invasión extraterrestre destruya todos los Estados actuales y nos obligue a actuar desde cero y creemos un nuevo Super-Estado y nos olvidemos de Perú, Bolivia, Ecuador, etc, no creo que sea viable que la comunidad internacional «regrese a concentrarse sólo en el ser humano» y se olvide de los Estados.
En ausencia de la invasión extraterrestre (que por más gracioso que suene es un ejemplo super práctico), lo único que podríamos hacer es juntar Estados hacia un gobierno global supra-nacional que esté por encima de ellos. Es decir, darle a la ONU carácter de Gobierno. Pero mientras subsistan Estados, un esquema así colapsaría porque no saciará los intereses nacionales y por ende los Estados terminarán separándose del Estado Supra-Nacional. La única vez que ha funcionado algo así fue con Estados Unidos, pero las 13 colonias ya eran casi casi un sólo país hacía tiempo. Las diferencias entre Maine y Carolina del Sur no son las mismas que las diferencias entre EEUU e Irán.
Pero incluso suponiendo que el Estado Supra-Nacional sea posible, creo que no sería conveniente. Yo creo que la competencia entre Estados es necesaria para el desarrollo de la humanidad. Un Estado Supra-Nacional habría llegado a la luna? por qué? bajo qué incentivo?
En fin, me cuentas qué piensas!
Saludos!
Alonso