Según una reciente encuesta del diario “El Mundo” de España, el nuevo partido político Podemos se ha convertido en la primera fuerza política del país europeo alcanzando el 28,3% de las preferencias. De esta manera, ha logrado desplazar al tradicional bipartidismo conformado por los tradicionales Partido Popular (PP) y Partido Socialista (PSOE).

Sin embargo, Podemos no es un tipo de movimiento cualquiera. Nacido de la crisis económica y política que afecta a España, Podemos busca reivindicar movimientos como el Bolivariano (cuyo fundador fue el fallecido Hugo Chávez), así como sus modelos satélites argentino y ecuatoriano. Recordemos que según una denuncia del diario El País, la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), en cuyo consejo ejecutivo han figurado los tres principales dirigentes de Podemos (Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Luis Alegre), ha recibido desde el 2002 al menos 3,7 millones de euros del Gobierno de Venezuela. Lo preocupante de Podemos es que ha caído en una tendencia populista que podría llevar a España por el mal camino que ya han sufrido, por desgracia, muchos países latinoamericanos. Por ejemplo, entre sus propuestas más celebradas tenemos la de no pagar la deuda externa (cuyas consecuencias nosotros, aquí en el Perú, conocemos bastante bien) o también la de otorgar una renta básica que le costaría al país €145.000 millones de euros en un tiempo donde la tendencia económica va hacia el ajuste fiscal. Por otra parte, en un país donde la población juvenil viene decreciendo, ha propuesto reducir la edad de jubilación a 60 años cuando recientemente, debido a los ajustes económicos, se acaba de aumentar de 65 a 67. Y la más preocupante, sin duda, es la propuesta de confiscar las empresas que no cumplan su “función social” en sectores estratégicos. Es decir, el chavismo latinoamericano exportado a Europa.

Por otra parte, el ascenso de un grupo populista como Podemos no es extraño: en primer lugar, por la grave crisis económica que vive España y, en segundo, por los constantes escándalos de corrupción que afronta su clase política, dos caldos de cultivo importantes para el nacimiento de propuestas políticas de este tipo. Recordemos que en España la crisis económica llegó a generar en el 2013 que un 27% de la población se encontrase desempleada, porcentaje en el que más de la mitad eran jóvenes menores de 25 años.

Asimismo, en el ámbito político la cosa no anda mucho mejor. Los escándalos y las graves denuncias de corrupción que han envuelto al gobierno del Primer Ministro Mariano Rajoy e incluso a la familia real española, han hecho perder a los españoles la confianza en sus líderes. En el caso de Rajoy, a este se le imputa estar relacionado al caso Luis Bárcenas, en el cual, a través de este ex tesorero del Partido Popular, varios altos funcionarios del partido (entre ellos Rajoy) habrían cobrado sobresueldos. Por otro lado, nada menos que el yerno del Rey y esposo de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarín, está actualmente acusado de malversar fondos públicos.

Si bien España ha presenciado el ascenso de este nuevo movimiento populista producto de una grave crisis económica y sobre todo de un desprestigio cada vez mayor de su clase política, este país todavía tiene una serie de candados institucionales que, de ganar Podemos el gobierno, no le permitirían transformar España en un socialismo europeo del siglo XXI. El principal de estos candados se llama Unión Europea, la cual podría llegar a bloquear un intento de Podemos por radicalizarse y virar mucho hacia el bolivianismo a través de una serie de compromisos internacionales como, por ejemplo, el Pacto Fiscal Europeo que entró en vigor el año 2013.

Sin embargo, el caso español nos debería servir a los peruanos para reflexionar de lo débil que puede ser una democracia para el ascenso de propuestas de este tipo. La pregunta de fondo es si en nuestro país, que viene atravesando una fuerte desaceleración económica y tiene un grave problema de desprestigio de su clase política (recordemos que actualmente, por ejemplo, nuestro parlamento tiene tan solo 12% de aprobación ciudadana), puede o no ser una tierra fértil para el nacimiento de movimientos y líderes populistas que puedan echar para atrás todo lo trabajado y andado en los últimos años para transformar al Perú en un país desarrollado. Lamentablemente, nosotros no tenemos candados institucionales (no tenemos instituciones de hecho) que nos protejan ante un problema de esta naturaleza.

El único candado que tenemos aquí, por suerte, es el criterio y la información que usted lector pueda tener para discernir correctamente cuando vea propuestas de este tipo irrumpir en la vida política.