US$7 mil millones de dólares es el monto que han caído nuestras exportaciones, si comparamos los US$34 mil millones que exportamos de enero a setiembre en el 2012, con los US$27 mil millones que exportamos en ese mismo periodo este año.
Es verdad que esto se debe a la caída de los precios internacionales, pero esta es solo una cara de la moneda. Y es que, si nuestras exportaciones no aumentan como deberían, esto también tiene por causa factores internos: barreras con las que nuestros exportadores tienen que lidiar dentro del Perú y cuyo impacto quedó plasmado en el índice anual del Doing Business, publicado la semana pasada, que mostró cómo el país cayó seis puestos, desde el año pasado, en lo que respecta a la facilidad para exportar e importar.
Afortunadamente, se trata de problemas que el gobierno está reconociendo. El jueves pasado, el Ministro de Economía sostuvo que es necesario solucionar los “cuellos de botella” que limitan las exportaciones desde las regiones, y mencionó -entre otros problemas- los costos logísticos y de transportes con los que actualmente cargan los exportadores.
El ministro no podría tener más razón. Basta mirar al puerto del Callao, puerto por donde pasan el 85% de nuestras exportaciones, para ver que hay grandes problemas por resolver. De acuerdo a una nota de Semana Económica, y solo a modo de ejemplo, el puerto recibe actualmente 4,100 camiones al día, pero solo hay tres vías angostas para llegar a él. El tiempo que puede esperar un camión para llegar ingresar al Muelle Norte en horas pico es hasta diez horas. Esta es solo una muestra de las deficiencias en la gestión que hacen que los costos logísticos sean, de acuerdo al presidente de Adex, alrededor del 30% del valor de la mercadería que sale por allí; una cifra mucho mayor que los promedios mundiales que oscilan entre el 12% y el 18%.
A los problemas portuarios se le suman los problemas en el transporte en general. Una inexplicable ley que prohíbe que los buques que no sean de bandera peruana transporten carga entre puertos peruanos ha hecho que, en la práctica, la alternativa para movilizarla sea la terrestre. Y aquí tampoco faltan los problemas (recogidos en la nota de Semana Económica): pocas carreteras construidas, falta de obras de infraestructura claves que reducirían las distancias (como el túnel trasandino) e inexistencia de vías férreas.
Solo atacando uno de los problemas de infraestructura antes citados -construyendo nuevas carreteras- se aumentaría, de acuerdo a un estudio presentado la semana pasada por el BID, la exportación en 10% en la sierra y en 23% en la selva, y se reducirían los costos internos de transporte en 15% y 40%, respectivamente.
Estas no son, sin embargo, las únicas trabas a la importación; no en vano el diablo está en los detalles. Y es que hay una serie de impedimentos que, quizás por pequeños, pasen desapercibidos, a pesar de que son, día a día, el dolor de cabeza de los exportadores.
Según el presidente de Adex, los problemas son laborales, tributarios y de licencias. Veamos solo algunos ejemplos. Respecto a lo laboral, tenemos que muchas veces los contratos a plazo determinado que tienen los exportadores no tradicionales (y que les permiten contratar en base a los pedidos que tienen), son convertidos en contratos a plazo indefinido por el Ministerio, sin que el criterio con el que lo hace quede muy claro. Esto eleva la incertidumbre de los exportadores. Si hablamos de tributos, tenemos que muchas veces los exportadores no reciben de vuelta el IGV que han pagado, porque la Sunat pone como condición que las empresas con las que hayan contratado hayan, ellas mismas, pagado el IGV. Esto, que escapa del control de los exportadores, muchas veces no sucede, por lo que se ven perjudicados por algo que escapa de su control. Finalmente, otro de los problemas es que las certificaciones sanitarias y fitosanitarias demoran demasiado tiempo.
El gobierno tiene dos opciones: o ve, atado de manos, cómo la caída de los precios se traduce en pérdidas para todos los trabajadores peruanos, o hace algo al respecto. Afortunadamente, parece que está yendo por lo segundo. Queda por ver si lo hará con la fuerza con la que todos necesitamos que lo haga.