En un país tan variopinto como el Perú, y no me refiero únicamente al colorido de su naturaleza o a la diversidad de razas que nos une; sino también, a la gran diversidad de ideas e interpretaciones de la realidad peruana que muestra tener nuestra clase política, lograr un acuerdo sobre lo más conveniente es difícil (aunque no pierdo la esperanza que sea posible). Ello puede disuadir a un inversionista.

Esta diversidad quedó claramente demostrada en cada una de las propuestas presentadas por los candidatos a la Presidencia del Perú. Tenemos propuestas desde estatistas hasta de libre mercado, pasando por el no muy atractivo chicote. Propuestas de todos los colores y para todos los sabores. Cada propuesta se encuentra respaldada en algunos casos por personas con una gran experiencia política y/o profesional; y en otros por personas que no cuentan con una ni otra experiencia. Sin embargo, es una situación válida, ya que formamos parte de un sistema político llamado “democracia”. Los candidatos que debatieron llegaron allí porque había gente que creía en ellos.

Si desde el punto democrático, el escenario político es (como dicen algunos) positivo, habría que analizar el mismo supuesto desde la perspectiva del inversionista privado; a quien en gran medida debemos nuestro desarrollo económico y que en algunos departamentos del Perú exista 0% de desempleo.

Es indudable que el Perú se encuentra atravesando uno de sus mejores momentos económicos que todos deseamos que se prolongue en el tiempo. Considero que para ello lo más importante es mantener el clima de inversión logrado -entre otros factores- gracias a la estabilidad que el inversionista necesita. Aún dentro de un panorama de crisis mundial, nosotros nos hemos mantenido como un destino atractivo para la inversión nacional y extranjera.

La estabilidad jurídica es la más necesaria. Es tan importante que, dentro del programa para atraer inversiones y desarrollo a nuestro país, se otorgó a los inversionistas así como a las empresas receptoras peruanas la posibilidad de suscribir convenios de estabilidad jurídica. No existe inversión importante que no lo tenga. ¿Por qué? Pues porque los convenios de estabilidad jurídica otorgan tanto al inversionista como a la empresa receptora por el periodo de su vigencia inamovilidad de las normas que regulan a la inversión materia del contrato. La estabilidad jurídica permite a los inversionistas conocer las reglas del juego a las cuales se están sometiendo y tener un cierto grado de certeza que mañana mas tarde, no serán sorprendidos con normas que puedan perjudicar sus inversiones.

Los inversionistas buscan rentabilidad de sus inversiones y necesitan seguridad en el tiempo que le permita diseñar su programa de inversión y el destino de su empresa. Si bien el inversionista ha traído desarrollo y empleo, este no es una beneficencia, busca un retorno, lo cual es válido.

Luego de escuchar el debate presidencial así como las distintas propuestas (incluida la renegociación ‘voluntaria’ de contratos), no cabe discusión alguna sobre si se debe o no mantener la vigencia de las normas que otorgan el derecho a suscribir convenios de estabilidad jurídica. Debe mantenerse. Aun no estamos tan maduros. Espero que algún día sean innecesarios.

Lo difícil no es ahuyentar a los inversionistas, lo difícil es atraerlos; y para muestra de ello, sólo basta con mirar unos años atrás en nuestra historia. Estoy segura que no queremos volver a esos años.

4 COMENTARIOS

  1. Dra. Yabar:

    Excelente artículo; me queda -sin embargo- una duda:

    ¿Cómo podemos hacer para que el Estado deje de ser una traba burocrática en sí mismo? Es decir: la influencia que el espectro político imprime sobre la estabilidad y el clima de inversión es -probablemente- el insumo más importante para lograr los objetivos, pero: … y ¿el Estado?

    ¿Cómo lo reformamos para que su tamaño y velocidad dejen de ser un problema? ¿Este tema es meta político?

    Saludos, y felicitaciones nuevamente por su nota!

    Agustín Gamarra

    • Hola Agustín,

      Muchas gracias por tu comentario.

      En cuanto al Estado… creo que establecer formalmente una carrera administrativa sería una posibilidad. Por un lado le daría cierta garantía al empleado público que su trabajo va a ser valorado en base a sus capacidades y desempeño y no cada cinco años según el gobierno de turno. Ello ayudaría a que los administrados (nosotros) tengamos una atención de calidad y eficiente. ¿Difícil? No tanto. He tenido experiencias con funcionarios públicos con vocación de servicio capaces de escuchar, entender y actuar en pro del administrado e incluso con mentalidad empresarial. Existen y creo que deben ser reconocidos.

  2. Interesante artículo.
    Hace poco estuve leyendo unos temas para mi clase de Obligaciones y vi la figura de «rebus sic stantibus». Usted cree que incluso si cambian las condiciones en las cuales se pactó, no debería cambiar el contenido del pacto? De hecho esto sería contrario a lo que podemos considerar por estabilidad, pero quizás si esto no sucede, las condiciones podrían ser luego no favorables para el país que recibe la inversión.

    Saludos,
    LJ

  3. Doctora:

    Me parece muy interesante y cierto lo que afirma sobre la importancia de mantener la normativa sobre convenios de estabilidad jurídica en vista de lo cambiante que es la realidad peruana, sobre todo en cuanto a estabilidad política que irremediablemente afecta la estabilidad jurídica del país.

    En un país como el nuestro, donde cada nuevo gobierno se plantean cambiar las reglas de juego (para ello basta solo con verificar que varios de los actuales candidatos tienen alguna propuesta relativa a la modificación o derogación de la Constitución de 1993) es importante brindar a los inversores la seguridad necesaria para que quieran realizar dicha inversión. Los convenios de estabilidad jurídica permiten que las empresas que deseen invertir en el país sepan que no habrá luego una modificación normativa que les lleve a perder su aporte de forma totalmente injustificada (por ejemplo, expropiación).

    Felicitaciones por el artículo!

    Sofía