Por: Gino Rivas
Estudiante de Derecho en la PUCP

¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Mateo 7: 1-5)

Me agradan mucho los defensores de animales. Actividades como ayudar a perros indefensos o curar a gatos enfermos son, bajo mi óptica moral, “buenas acciones”.  Lo problemático está cuando este accionar hace creer al activista que tiene la autoridad moral para criticar el proceder de los demás. Explicaré este punto utilizando la perspectiva inversa.

Muchas personas critican a los protectores de animales afirmando que, en vez de destinar recursos a la protección y cuidado de estos seres vivos, deberían abocarse a cuidar a seres humanos necesitados. El ser humano, afirman, es más valioso que el animal. El problema está en no comprender  que gastar dinero en proteger animales indefensos es, desde un punto de vista objetivo, equivalente a comprarse un abrigo. Lo único relevante es la autonomía de la voluntad de la persona, su libertad para gastar su tiempo, energía y recursos de la manera en que más le plazca.

Hasta aquí no habría problema alguno: los ciudadanos son libres de hacer lo que quieran y si una persona prefiere abocarse a cuidar animales, pues correcto. Tanto más valdría criar piedras o comprar zapatos. Lamentablemente, esta nueva horda de defensores de animales no se contenta con la libertad de hacer lo que les place, sino que postulan como objetivo y máxima final el fin del sufrimiento innecesario de los animales. [1] Y es aquí donde aparecen las contradicciones.

La Tauromaquia es uno de los principales focos de batalla de los activistas. El maltrato innecesario que vive el animal, alegan, es una manifestación de la estupidez y barbaridad humana. La protesta y reclamo que hacen estos grupos ha estado presente con mayor fuerza estos últimos días. Contentos y satisfechos luego de haber realizado una marcha, muchos de estos activistas llegarán a sus hogares y comerán carne (en una cena por ejemplo) sin darse cuenta en la  contradicción que representa esa acción para con el postulado que manejan.

La carne es un bien relativamente barato debido a que no asume el costo de evitar el sufrimiento innecesario de los animales. Poco se piensa en lo terrible que puede ser vivir comiendo las 24 horas al día (pollos) o en la tortura que representa pasar el 99% de tu tiempo de vida en una jaula de dos metros cuadrados (cerdos). Si partimos del hecho de que la carne animal no es indispensable para llevar una vida saludable[2] entonces el bien “carne” es un lujo, y uno que no internaliza todos sus costos.

¿Cuál es la distinción entre matar a un toro por diversión y darse el lujo de comer carne de un animal que ha recorrido el trayecto de su vida en condiciones casi infernales? Dado que la carne no es esencial para el desarrollo adecuado del ser humano. Si pudiese demostrarse que el sufrimiento innecesario de los animales es una máxima que debe cumplir la sociedad entonces el esquema cambiaría sobremanera. Las empresas que se abocan a esa actividad deberían asumir el costo de asignarles una vida digna y sin sufrimientos. Las personas que están en contra de la tauromaquia deberían reclamar esto también, deberían exigir que la producción de carne no implique la desnaturalización (sufrimiento innecesario) de la vida del animal, aún si esto significa una elevación estratosférica por el precio a pagar.

Gran parte de los defensores de animales no tienen una concepción sólida y coherente de sus postulados. Por el contrario, plantean una graciosa y romántica defensa de los demás seres vivos. Son esas personas que un día rescatan a un gato o a un perro de la calle, que en otro marchan contra las corridas de todos o las peleas de perros, pero que al tercero se deleitan con un pollo a la brasa sin siquiera ponerse a pensar (a veces ni saben) en cuánto ha sufrido ese pollo para que llegue fresco a su mesa.

Ahora bien, no me queda claro cómo el Estado podría establecer una prohibición de actividades de jolgorio que involucran sufrimiento innecesario del animal y sin embargo permitir el mismo tipo de sufrimiento para cuando el disfrute es de índole alimenticio. La Tauromaquia trata como objetos a los toros, pero el sistema económico de comercio de carne para consumo también, y nadie reclama esto último. Si el Estado adoptase la posición utilitarista presentada (ponderación entre el sufrimiento animal y su utilidad para el hombre) para reconocer un status especial (si bien menor jerárquicamente al de los seres humanos) a los animales entonces tendría que prohibir ambas acciones.

En otras palabras, nuestro sistema normativo legal le asigna el tratamiento de objetos a los animales, y es sobre esto que es coherente que no se prohíba la tauromaquia. Si el Estado prohíbe las corridas de toros estaría dando a entender que no tolerará, cuando menos, el sufrimiento animal innecesario[3]. Prohibir las corridas abriría, en mi opinión, una terrible caja de pandora.


[1] Nadie se enfoca en los animales ubicados en un estado de naturaleza, claro está. Aunque la cuestión aparece como harto interesante. ¿Podría sostenerse que el ser humano tiene un deber moral de ayudar a cualquier ser vivo en problemas? ¿Puede el hombre quebrar el cauce que sigue la vida salvaje justificándose en la detención del sufrimiento de un ser vivo? A primera vista, no solo es interesante, sino muy difícil defender el postulado presentado en este pie de página.

[2] La situación sería la misma si se demostrase que el ser humano requiere solo de, por ejemplo, dos kilos de carne a la semana. ¿Qué pasaría con aquellos que consumiesen más de dos kilos semanales? ¿Y si se demuestra que solo sirve para efectos de forma (estéticos) cuál sería el tratamiento?

[3]¿Cuáles serían las consecuencias si el Estado decidiese no tolerar el sufrimiento animal en absoluto? En este caso, pareciera que el Estado debiera prohibir todo comercio de carne animal. ¿Podrían consumirse vacas en estado de coma? ¿Aparecerían empresas que cuidasen animales y esperasen su muerte natural para cortar, conservar y comercializar la carne? ¿Y la experimentación con animales para el desarrollo científico?