Caído el Muro de Berlín, y a meses de la disolución de la URSS, Luiz Inácio Lula da Silva convoca -a pedido de Fidel Castro- a diversos grupos de la izquierda latinoamericana con el fin de articular soluciones frente a un panorama adverso para el movimiento socialista regional. Al menos ésa es la idea que le vendió Fidel a Lula.
Lo cierto es que Fidel, gran conocedor de la geopolítica mundial, prevé la caída de la URSS, lo cual significaría la pérdida de subvenciones anuales que sumaban cerca del 35% del PBI cubano (la deuda total hasta 1991 se calculó en $45 billones, para un país cuyo PBI rondaba, en dicha fecha, los $35 billones). Castro convence a Lula de organizar un espacio de «diálogo y análisis». Era julio de 1990 y a la cita -que tendría lugar en la bella ciudad de Sao Paulo- acudieron raudos desde partidos tradicionales (como el PT brasileño) hasta grupos terroristas (ELN, FARC, EZLN, entre otros). Fidel buscaba, así, meter mano a los botines, que rondaban los miles de millones de dólares (en 1994, el investigador colombiano Jesús La Rotta calculó los ingresos de la subversión colombiana en $8,250 millones), provenientes del narcotráfico, secuestro, lavado de dinero, extorsión y otros.
Nace entonces, en 1990, el FdSP con el fin -supuestamente- de perpetuar la lucha ideológica y financiados, eso sí, por las redes del crimen organizado; parten, además, con un objetivo central: lograr el poder hegemónico en la región.
Hoy, poco más de 20 años después, el FdSP contabiliza 84 organizaciones políticas pertenecientes a 21 países; en 12 de ellas ya son gobierno (Bolivia, Brasil, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Perú -por asumir-, República Dominicana, Uruguay y Venezuela) y en 3 más son «aliados» (Argentina, Guatemala y Haití). Poco a poco, como vemos, han ido avanzando y cumpliendo su primer objetivo: llegar al poder; el segundo, perpetuarse en el mismo, es algo en lo que se están perfeccionando.
¿Cómo explicar el éxito del Foro? En resumen, al menos 3 hechos fundamentales: en primer lugar, el conocimiento cubano después de 50 años en el poder, sumado a los fondos accesibles, tanto del crimen organizado como del financiamiento venezolano posterior. Rolando H.
Castañeda, quien ha estudiado dichas subvenciones, las calcula en $7,000 millones anualmente. En segundo lugar, gracias al pragmatismo de don Luiz Inácio Lula da Silva, el cual permitió la unificación regional de los grupos de izquierda. Ese pragmatismo es el que permite, en cada incursión electoral, tener mayores probabilidades de éxito. Finalmente, la articulación empresarial de La Franquicia, algo sobre lo que nos ocuparemos en una próxima columna.