En aproximadamente una semana, el gobierno federal alcanzará su techo de deuda pública de casi $17 trillones al menos que el Congreso lo eleve. Estoy 99% seguro de que el techo se va ha aumentar a tiempo para evitar una crisis. Es difícil identificar alguna utilidad que pueda aportar estos límites. De hecho, voy a demostrar por qué un enfoque en los techos de deuda puede ser incluso perjudicial.
La deuda federal está subiendo hacia el techo actual porque el gobierno ha asumido un déficit entre el gasto y los ingresos fiscales. El gobierno ha tenido un déficit prácticamente todos los años desde hace muchas décadas, por lo que el Congreso se ha visto obligado a elevar el techo más de 90 veces durante los últimos 70 años, y 15 veces desde 1993 solamente.
La carga financiera de la deuda federal no sólo depende de la magnitud de la deuda, sino también de los intereses pagados por la deuda. El producto del nivel de la deuda y la tasa de interés determina esencialmente los ingresos del gobierno necesarios para pagar la deuda. Las bajas tasas de interés sobre la deuda federal (y otras deudas) durante la última década han hecho más fácil asumir una deuda cada vez mayor. La carga de la deuda sobre la economía también depende del tamaño de la deuda en relación al PBI. La deuda federal en manos del público, incluyendo deuda en el extranjero, pero excluyendo la deuda en poder de otras agencias del gobierno, equivale a un 70% del PBI estadounidense.
Este ratio entre la deuda y el PBI creció de manera rápida durante los últimos cinco años, en parte porque el gasto federal aumentó enormemente durante la mayor parte de este período y también porque el PBI ha ido creciendo lentamente debido a la persistente recesión. Sin embargo, una deuda de 70% con relación al PBI es muy inferior a la proporción en otros países desarrollados. En Japón, esta relación es de más de 150% y la proporción es también mayor en algunos países europeos.
Muchos conservadores han optado por tener un techo de deuda a pesar de que se ha aumentado muchas veces, porque creen que un techo ayuda a limitar el déficit federal. Esta es la razón por la que miembros conservadores del Congreso en el 2011 fueron capaces de abolir la «Regla Gephardt.» Esta norma establece que cuando el Congreso aprueba un presupuesto, ya no es necesaria una votación sobre el límite de la deuda por separado, ya que el techo aumenta automáticamente lo suficiente como para acomodar el gasto implícito en el presupuesto. Sin embargo, desde que los déficits han sido comunes, incluso antes de adoptar la Regla Gephardt en 1979, no es evidente que el tener una votación por separado sobre el techo reduce el tamaño de los déficits.
Los conservadores que han apoyado un techo de la deuda para reducir el déficit tienen, por lo general, una preocupación por el tamaño del gobierno. Sin embargo, el tamaño del gobierno no depende de los déficits, sino fundamentalmente del nivel de gasto público. Dado que el déficit se puede reducir por la reducción del gasto público o por el incremento de los impuestos, tanto liberales como conservadores pueden ponerse de acuerdo sobre el valor de la reducción del déficit, mientras que muy en desacuerdo sobre la manera de reducirlos. Los liberales quieren subir los impuestos para reducir el déficit, mientras que los conservadores quieren limitar muchos tipos de gasto público con el fin de reducir el tamaño del gobierno.
En la medida en que los techos de deuda inducen principalmente la subida de impuestos para frenar el crecimiento de la deuda, un enfoque en el techo de la deuda y el déficit no ayuda a manejar el tamaño del gobierno. Por otra parte, el crecimiento sustancial en el gasto federal durante los últimos 50 años bajo el control tanto de demócratas como republicanos del Congreso y la Presidencia sugiere que muchos techos de deuda durante este período hicieron poco para reducir el tamaño del gobierno. Los numerosos déficits en este período sugieren, incluso, que el techo ha logrado poco o nada en la reducción del déficit.
Para aquellos preocupados por el crecimiento del gobierno, no hay sustituto para un enfoque en la escala de los gastos públicos. Tener techos de endeudamiento, no puede ser completamente inocuo, ya que pueden restar valor a ese enfoque.