Por: Marco Gamarra Galindo, estudiante de Derecho de la PUCP, miembro del Consejo Editorial de Enfoque Derecho y coordinador del Colectivo Salvemos Lima.
Lima celebra hoy su aniversario número 480 de fundación española. La fecha es una ocasión propicia para reflexionar sobre la situación actual del Patrimonio Cultural de la ciudad, la importancia de las políticas culturales y el papel que juega la ciudadanía en la protección del vasto legado material con el que cuenta Lima, proveniente de tiempos prehispánicos, virreinales y republicanos.
El Patrimonio Cultural de Lima Metropolitana comprende un Centro Histórico declarado Patrimonio de la Humanidad y un conjunto de barrios que destacan por sus casonas, monumentos, plazas e iglesias; asimismo, Lima acoge una serie de sitios arqueológicos que muestran que la capital es una Ciudad Milenaria. Sin embargo, en las últimas décadas, un mal entendido proceso de modernización carente de planificación, ha ocasionado la desaparición de gran parte de aquel patrimonio material que está ligado a la memoria colectiva, tradiciones y costumbres de la ciudad y su gente.
Considerando que el aniversario 480 de Lima encuentra a su Patrimonio en riesgo, resulta necesario insertar la cultura en todos los espacios de planificación y procesos de implementación de las políticas públicas como elemento integrador y generador de desarrollo. Dado el carácter transversal de las políticas culturales en la administración pública, se requiere el establecimiento de un sistema nacional de cultura, que permita al ente rector en la materia, el Ministerio de Cultura, fortalecer sus vínculos con los gobiernos regionales y locales, así como con sus propias direcciones descentralizadas, la ciudadanía y el sector privado.
Las políticas culturales trascienden la mera difusión del Patrimonio Cultural a través de las instituciones públicas. A su vez, están ligadas necesariamente a una visión compartida de ciudad, a una capacidad de gestión inclusiva y democrática, y a una estrategia de empoderamiento ciudadano. Aunque la cultura, hay que decir, se ha encontrado ausente por muchos años en la agenda pública, han existido esfuerzos en nuestra ciudad para revertir dicha situación: tenemos como ejemplo la gestión cultural de Susana Villarán, que diseñó la estructura normativa y organizacional necesaria para que la cultura se reconozca como prioridad. Castañeda debe continuar lo que se ha hecho.
La gestión pública tiene en la cultura un recurso para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Son innumerables los beneficios que esta brinda a la comunidad: la generación y aprovechamiento de espacios públicos, el mejoramiento del entorno de las viviendas, la reducción de índices de conflictividad urbana, la construcción de ciudadanía, el reconocimiento de las identidades, el establecimiento de mejores condiciones de salubridad, entre otros. El Patrimonio Cultural permite entendernos como una nación; es decir, como un proyecto en común, pues provee los sitios de encuentro capaces de inculcar la confianza que debemos tener y que nos hace tanta falta entre ciudadanos.
Si bien es cierto los responsables de la promoción, custodia, conservación y defensa del Patrimonio Cultural son formalmente las autoridades, los ciudadanos y los empresarios no debemos mantenernos al margen: jugamos un rol importante. El Patrimonio arquitectónico, cultural e histórico de Lima es tan vasto que el Estado no puede garantizar su protección integral. Es necesaria la participación de la ciudadanía y la alianza con la empresa privada. En ese sentido, las autoridades deben generar nuevas relaciones con la sociedad civil y dar muestras claras al empresariado que existe una voluntad política seria por recuperar el Patrimonio Cultural de la ciudad.
El compromiso ciudadano que tenemos todos con nuestra ciudad no termina cuando cumplimos los clásicos deberes cívicos, como es ir a votar por nuestras autoridades municipales cada cuatro años, declarar y pagar impuestos, cumplir las leyes, etc., sino también como ciudadanos tenemos que involucrarnos en la protección y defensa del patrimonio cultural. Somos los principales beneficiarios de que el Patrimonio sea conservado, puesto que estará puesto a nuestra disposición y uso (o así debería ser).
Lima requiere la continuación y el fortalecimiento de sus políticas culturales que necesariamente deben partir por conocer la realidad preocupante en la que se encuentra nuestro Patrimonio Cultural: tráfico de inmuebles históricos, falta de delimitación de sitios arqueológicos, necesario trabajo de saneamiento físico-legal del Patrimonio, desapego de muchos vecinos hacia su ciudad, débil coordinación entre gobiernos locales y regionales con el Ministerio de Cultura, etc. Mientras tanto, los ciudadanos debemos generar espacios de reflexión y discusión sobre el tema así como fomentar una conciencia real en la población de que ese es un trabajo pendiente que nos compromete a todos.