Hace unos días estaba almorzando en un restaurante y sirvieron una taza de café en la mesa del costado. La persona preguntó si el agua la había calentado en el microondas, en un principio no entendí mucho su pregunta. Luego la relacioné con los diferentes artículos sobre las supuestas “ventajas” cancerígenas de utilizar ese electrodoméstico. Sin embargo, me quedé pensando en las cadenas con afirmaciones terroríficas que nos pueden generar esta avalancha de artículos que existen sobre la salud, de los cuales la mayoría son más amarillistas que realistas. Asimismo, recordé todos los proyectos de ley que han sido discutidos en nuestro fructífero Congreso de la República sobre las restricciones al consumo de ciertos productos por ser considerados dañinos para nuestra salud. Nuestra salud es el nuevo centro de las batallas congresales. Es el nuevo disfraz de un pensamiento anti-empresa.

Tengo la sensación que a los congresistas no les es suficiente con la gran tarea de rol de padres que desempeñan en sus propias casas; al parecer se han tomado muy en serio la frase que equivocadamente los designa como ‘Padres de la Patria’. Tienen un gran instinto paternal y quieren extenderlo a todo el Perú. Me refiero a esto, porque considero que a través de un discurso demagógico de preocupación por la salud pública, existe un arma poderosa para atentar contra nuestra libertad y ejercer un control excesivo en la sociedad y perseguir cada vez más a las empresas formales.

En estos días es común hablar de temas relacionados a la psicología, por lo que muchos deben de haber oído de una corriente interesante que existe en educación; ésta consiste en enseñar y guiar, más que en imponer. La base de esta corriente es que el niño es ante todo una persona libre, a quien luego de haberle dado cierta formación, guías e información; se le permitirá actuar con iniciativa para que elija por él mismo entre las diferentes opciones que se le presenten (valgan verdades, la vida es un sendero repleto de opciones. Elegir entre ellas, es lo que permitirá a cada persona construir su propia historia). No es permisividad, es educación “autorizada”. Los padres educan a sus hijos para ser responsables de sus propios actos, generando que ellos sean personas independientes capaces de tomar decisiones por sí mismos, sin necesidad de tener que recurrir constantemente a ellos para que las tomen en su nombre. Por tanto son padres, que claramente, respetan la libertad de sus hijos, aún cuando podrían (porque conocemos vastos ejemplos) ser controladores o autoritarios con ellos, imponiéndoles su forma de pensar.

Sin embargo, la experiencia con los años, nos ha demostrado que el autoritarismo y el control en exceso no funcionan (o funcionan solo para los que están en la cúpula del poder), sus resultados son nefastos. Convertimos a las personas en simples autómatas capaces de seguir a la perfección los manuales de uso y sus instrucciones. Los hacen seres sin libre albedrío ni responsabilidad.

Todo lo relatado, es porque quiero señalar que el Estado no puede normar o imponerse en asuntos tan domésticos, como lo son que podemos o no comer, como debemos sentarnos, que música debemos escuchar, argumentando que lo que se busca es resguardar la salud pública y la economía del Estado, esto último porque al Estado le resulta más barato prohibir que asumir los gastos generados por una supuesta mala alimentación (¿A largo plazo resulta más barato enseñar que prohibir?). Si así fuera, y no se tratara únicamente de discursos y proyectos demagogos que buscan crear una imagen de salvador del Estado; éste se preocuparía en regular de manera más profunda el proceso de producción y cultivo de los alimentos que consumimos y en exigir a todos los productores y/o proveedores de nuestros alimentos, que incluyan detalladamente la información nutricional. También podría resultar más interesante que nos enseñaran a leer y a entender la información nutricional de los alimentos, porque de nada sirve hacer pública esta información si al leerla no entendemos nada. Asimismo, el Estado debe resguardar que el consumidor sea informado adecuadamente para que este decida lo más conveniente para él.

La idea es educar a las personas, para que éstas con conocimientos sólidos puedan hacer una elección libre. El conocimiento nos otorga una verdadera libertad. Nosotros podremos elegir sabiendo cuáles serán las consecuencias de nuestras elecciones; porque si somos capaces de elegir, estoy segura, que seremos capaces de asumir sus consecuencias, sean negativas o positivas. Al final del camino, si hicimos una mala elección habremos aprendido y sabremos que en el futuro deberemos hacer una elección diferente.

No debemos olvidar que un bien supremo es la libertad. No debemos permitir que a través de la ‘protección’ de la salud pública se restrinja la libertad individual y se disfrace un pensamiento anti-empresa que ahuyente a los inversionistas.

4 COMENTARIOS

  1. ¿»El nuevo disfraz de un pensamiento anti-empresa»? De novedoso nada, desde antiguo se castigaba a los adulteradores y siempre se ha visto al comerciante egoista con suspicacia. Igual con el control de los alimentos. «Si para eso pago los tributos», diría cualquiera antes de consumir confiado. Cual sería el autoritarismo y el control en exceso del que habla, si actualmente no existe esa regulación, de hecho ninguna restricción, sino más bien algunas iniciativas que bien leídas no postulan ese escenario Orweliano que teme. Parece que quiere reclamar por cualquier regulación que perjudique las ganancias inmediatas de las empresas. Sobre todo cuando dice que si somos capaces de elegir, somos capaces de asumir las consecuencias. Eso es de un mercado salvaje y a mi me parece que el suyo si es un disfraz ideológico en tanto no aterriza en ningún punto. Decir que el mercado debe responder unicamente a decisiones de consumidor, que estas pueden ser legítimas aunque resulten perjudiciales, además de responsabilizarlos de crisis, reduce su derechos como ciudadano. Quiero decir que la libertad no es lo que nos permite elegir cualquier cosa, sino aquella que nos permite seguir siendo libres, y libres en una sociedad Democrática. ¿ y los empresarios no necesitan educación también? El fondo del asunto es ese. El empresariado no quiere aceptar la Democracia en el mercado y que las personas decidan más allá de si quieren de vainilla o chocolate.

    • Las empresas tienen por definición un objetivo: lucrar. Las beneficencias, asociaciones o fundaciones por definición no lo tienen. Las empresas y sus inversionistas necesitan de un retorno para poder continuar con sus actividades, para continuar siendo generadores de empleo y progreso. Las normas de protección al consumidor obligan a las empresas a informar para que el consumidor pueda decidir. Toca al Estado verificar si dicha información es suficiente y veraz (e.g. contenido de grasas saturadas, calorias, etc.). En caso contrario, la empresa será sancionada. Al Estado tiene la tarea de educar. Si cumple bien esa tarea tendremos consumidores informados y exigentes.Al Estado no le toca utilizar
      como excusa a la salud para iniciar un paternalismo-autoritarismo que limite la libertad.

  2. Muy de acuerdo con parte de tu opinión, en el sentido que el Estado no debe ser un ente que restringa el derecho a la libertad de elección. Elegir es un derecho fundamental.
    Pero, por otro lado tenemos el derecho a la información, y quien más que el Estado para imponer ese deber a los productores ofertantes. La información es precisa para poder elegir, sino de que libertad de elección estaríamos hablando si psicológicamente con tanta propaganda nos estarían induciendo al error mediante la falta de información o información falsa.
    Una de las funciones del Estado es proteger la salud de su población
    (Art. 6º de a CPP: …Estado asegura los programas de educación y la información adecuados y el acceso a los medios, que no afecten la vida o la salud.), y debe ejercerla.
    En la actualidad, las empresas (naturales y jurídicas) ya no realizan una actividad económica con una finalidad de cooperación, sino tan sólo es el mero lucro a diestra y siniestra. El objeto es obtener más ganancia y rentabilidad sin importar los medios que se utilicen. Entonces para que el hombre rija su actividad sin perjuicio de nadie se debe imponer al menos parámetros para que sus comportamientos no produzcan daño a sus consumidores.
    Se que muchas empresas, sobre todo aquellas que lucran vendiendo comida chatarra, pegarán un grito en el cielo cuando se les obligue a informar sobre las consecuencias que originan el consumo de sus productos.
    Esperemos que los intereses de las personas (fin del Estado) sea el ganador de esta lucha y no los intereses de los bolsillos.

  3. Es una argumento pretensiosamente simplificado decir que basta con la información. Intente cualquiera salir a la calle y preguntar a la gente si entiende el contenido de lo que está consumiendo. Ud. ve todavía a la regulación como opuesta al mercado, o sea, más regulación, entonces, menos mercado, o si la información es la unica falla con respecto a los consumidores. Es comprensible que se quiera reducir la regulación para sacar ventajas de los vacios de desprotección. El informativismo es en interes de los empresarios, que son los que nos la van a suministrar de todos modos, y que defienden más este principio cuando el Estado es Ineficiente para velar por su cumplimiento. Cuanto cuesta tener tal regulación, exigen que sepan los legisladores democraticamente elegidos. Cuanto cuesta no tenerla, deberían saber primero los empresarios. Tienen el mismo defecto que acusan. Dejar de ser un Automata empieza por tener sentido critico frente a lo que nos dicen las empresas y los profesionales a su servicio, así como los candidatos populistas que quieren votos y aplauso facil.