Por Dario Rodríguez Uriol, estudiante de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembro del Consejo Editorial de Enfoque Derecho.
“La juventud debe ser la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos”
Vicente Blasco Ibáñez
A lo largo de toda la historia, las sociedades han ido cambiando la forma en la que los individuos que la conforman se comunican e interaccionan entre ellos. Estos cambios se deben en gran parte al avance tecnológico de cada época. En las últimas décadas, la interacción entre las personas ha aumentado dramáticamente tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Actualmente, la comunicación ha roto las barreras del espacio y del tiempo. Hoy es posible comunicarse con alguien en cualquier parte del mundo y con una velocidad prácticamente instantánea. Todo esto solo ha sido posible gracias a un fenómeno que hoy es global: el internet, y más específicamente, las redes sociales.
Este incremento en la comunicación y la interacción de los individuos ha influido, como es natural, en los sistemas políticos democráticos. Es innegable que la comunicación y el intercambio de información entre los ciudadanos juegan un rol vital en las democracias, ya que permite, entre otras cosas, que i) las personas tomen decisiones de manera libre e informada, ii) los individuos puedan establecer la agenda política y social, y iii) puedan participar políticamente de forma efectiva.
Es imposible, incluso inimaginable, hablar de democracia sin interacción ni comunicación entre las y los ciudadanos, y mientras mayor interacción haya entre los ciudadanos, mayor será la calidad de la democracia.
Hace unas semanas, la congresista aprista Luciana León presentó un proyecto de ley que proponía dar el derecho al voto a las y los jóvenes de 16 y 17 años con el objetivo de promover la participación política en estas edades. Dos interrogantes saltan a la vista luego de este suceso. En primer lugar, ¿la participación política se reduce al ejercicio del voto?; y en segundo lugar, ¿sin derecho al voto las personas están destinados a ser un grupo sin relevancia política?
En el siguiente artículo, intentaremos responder a estas interrogantes. Trataremos de analizar cómo el uso de las redes sociales ha influido positivamente en la participación política y en la importancia democrática de un grupo humano muy importante: las y los jóvenes.
La participación política en sistemas democráticos:
Antes de ir al tema principal, creemos necesario detenernos para analizar la importancia que tiene la participación política para la democracia y la forma cómo se debe entender este concepto.
La participación política es un derecho humano que está recogido en los diversos tratados internacionales y en la propia Constitución peruana. Por ejemplo, la Convención Americana de Derechos Humanos reconoce este derecho en su artículo 23°. A su vez, la Constitución Política del Perú en el inciso 7 de su artículo 2° establece que: Toda persona tiene derecho a “participar de forma individual o asociada en la vida política, económica, social y cultural de la Nación.”
Pero, ¿por qué es importante la participación? Los sistemas democráticos se caracterizan, principalmente, por el hecho de que son los propios ciudadanos los que tienen el poder político. Debido a esto, la participación en la política, por definición, es el elemento esencial de un sistema democrático. En términos simples, es lo que dota al Estado y a las autoridades de legitimidad.
La profesora Janeyri Boyer nos habla de tres tipos de legitimidad: funcional, orgánica y material.[1] La primera está orientada a la organización del Estado y a las funciones que cada autoridad tendrá dentro de dicha organización. La segunda, a la elección de personas que cumplirán dichas funciones y ocuparán dichos cargos, quienes luego de ser elegidas adquieren el estatus de autoridad. Finalmente, la tercera legitimidad se refiere al control y fiscalización que el pueblo hace de las autoridades ya elegidas y de las decisiones que estas han tomado.
Dijimos que participación política es lo que dota al gobierno y a las autoridades de legitimidad, y debido a eso, constituye el elemento esencial de la democracia. Pero, ¿cómo debemos entender este concepto? La participación política es muchas veces entendida simplemente como el ejercicio del derecho al voto. Sin embargo, como vimos anteriormente, la legitimidad no se reduce solo a la elección de autoridades, sino que tiene más dimensiones. Participar políticamente no es solo votar: Participar políticamente significa construir democracia, y la democracia no se construye solamente votando.
En palabras simples, la participación política significa influir en las decisiones que afectan a la sociedad en su conjunto. Es decir, tener la capacidad de influir en la política y en la sociedad para, finalmente, satisfacer necesidades e intereses.
Un criterio similar al propuesto fue expresado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos el año 2005 en la sentencia al caso Yatama vs Nicaragua. En el punto 196 de la sentencia, la Corte estableció que: “La participación política puede incluir amplias y diversas actividades que las personas realizan individualmente u organizados, con el propósito de intervenir en la designación de quienes gobernarán un Estado o se encargarán de la dirección de los asuntos públicos, así como influir en la formación de la política estatal a través de mecanismos de participación directa.”[2]
Concluimos entonces que participar políticamente no se reduce al mero acto de votar, sino que es un concepto más amplio que incluye diversas acciones que tengan como objetivo influir en la política y en la sociedad de forma directa o indirecta.
Redes sociales como instrumento de participación política juvenil
Durante mucho tiempo, se pensó que los medios de comunicación eran un espacio donde la política se “representaba”; es decir, la política se desarrollaba en la vida real y los medios de comunicación solo se encargaban de resumir sus aspectos más importantes y presentar esa información a los ciudadanos. En otras palabras, se creía que la única función de los medios de comunicación era informar. Sin embargo, esta concepción ya ha sido abandonada. Con el fenómeno de las redes sociales, la política ya no solo es representada, sino que es construida directamente en estos espacios. Actualmente, se puede ‘hacer política’ desde las redes sociales, y esta actividad puede ser suficientemente fuerte como para producir cambios sustanciales en diversos ámbitos de la sociedad.
¿Qué ventajas tienen las redes sociales en comparación a otros medios de comunicación? La ventaja fundamental es su rapidez, fácil acceso y gran capacidad de difusión, lo que ha provocado el aumento de un fenómeno conocido como democratización de la información.
En la actualidad, plataformas como Facebook o Youtube tienen la opción de informar sobre sucesos en el momento exacto que están sucediendo. Por otro lado, la capacidad de difusión de estas plataformas ha hecho que muchos políticos, empresas y hasta instituciones estatales prefieran hacer uso de ellas para difundir sus ideas o su contenido. Finalmente, las redes han hecho que el intercambio de ideas pueda producirse con gran facilidad y en tiempo real; por ejemplo, a través de debates entre los usuarios. Estos son solo algunos ejemplos de la democratización de la información, concepto que implica el acceso y la producción de información por parte de cada vez más individuos.
¿Quiénes han sido los principales beneficiarios? Como no podía ser de otra manera, el fenómeno de las redes sociales ha beneficiado principalmente a sus principales usuarios: los jóvenes.
Según una encuesta presentada por el profesor Nelson Manrrique, el 85% de los usuarios de las redes sociales son jóvenes desde 12 a 30 años.[3] Al ser los jóvenes los principales usuarios de estas herramientas, son estos los que principalmente disfrutan de los beneficios que estas ofrecen en cuanto a difusión y acceso a la información. Como mencionamos anteriormente, la democracia depende mucho de la interacción entre los individuos y la transmisión de la información. El fenómeno de las redes ha provocado que la importancia política de los grupos juveniles haya aumentado considerablemente, hasta el punto en que, por ejemplo en época de elecciones, no hay un candidato que no quiera tener respaldo juvenil.
Algunos ejemplos de lo expuesto:
Una de las clásicas formas en la que los jóvenes se han expresado políticamente es a través de las marchas, o si se quiere, manifestaciones ciudadanas. El éxito de estas depende principalmente de la cantidad de personas que asista y de la cobertura que los medios le den. Por ello, las redes sociales, debido a su gran capacidad de convocatoria a un reducido costo, se han posicionado como la herramienta por excelencia. La capacidad convocatoria que tienen movilizaciones juveniles gracias al uso de las redes sociales es un ejemplo de la importancia que han tenido estas en el empoderamiento juvenil.
Resulta bastante ilustrativo el comentario que la periodista Patricia del Río dio en una conferencia al referirse a la importancia de las movilizaciones o ‘marchas’ luego de que se realizara una movilización en contra de la candidatura de Keiko Fujimori el año 2016 en la que participaron más de 45 mil personas:
“Son más importantes que nunca […] En un momento en que es fácil movilizar a la gente sin necesidad de llevarla a una plaza, a través de Facebook o Twitter, la respuesta en las calles es abrumadora. Yo marché contra la dictadura de Fujimori [Padre] a finales de los noventa y a pesar de ello nunca he visto nada parecido a la última marcha contra Keiko Fujimori. Nunca he visto nada parecido; y, les aseguro, nosotros en esa época estábamos más molestos. Sí, mucho más molestos, pero la capacidad de convocatoria que tienen hoy en día los jóvenes y las organizaciones civiles los ha convertido en un actor más importante incluso que los partidos políticos en el Perú.”[4]
Otro ejemplo ocurrió en el año 2014 luego de que el gobierno de Ollanta Humala promulgara la denominada Ley Pulpín, que planteaba recortar los beneficios laborales de los jóvenes desde los 18 a 24 años con el objetivo de reducir los costos de contratación a las empresas y aumentar el empleo.
Días después de su promulgación, se inició la primera movilización en contra de la ley, en la cual participaron decenas de miles de jóvenes. Luego de 5 movilizaciones, algunas incluso violentas, el 28 de enero de 2016, el Legislativo se vio obligado a derogar la polémica norma. En todo este proceso, muchos de los políticos que en primer momento apoyaron la medida vieron amenazada su popularidad, y automáticamente cambiaron sus posturas. En la votación final del pleno, los votos a favor de su derogación fueron de 91 en contra de 18, a pesar de que en un primer momento la mayoría de parlamentarios apoyaba la propuesta. El caso más escandaloso fue sin duda el de Pedro Pablo Kuczynski, quien al principio no solo saludo la medida, sino que opinó que debía extenderse a jóvenes de 30 años. Luego de las protestas dio un giro de 180 grados y se manifestó en contra de ella, argumentando que si la había apoyado en algún momento fue porque entendido bien de qué hablaban ya que en el lugar en que se encontraba estaba nevando.
Este caso refleja cómo unos gobernantes que querían promulgar leyes en perjuicio de los jóvenes, quizá subestimando su capacidad para influir, se vieron enfrentados a un grupo que ahora estaba empoderado, y tuvieron que ceder, no sin antes pagar las consecuencias políticas de sus erradas suposiciones acerca de la actual y un poco más empoderada juventud.
Finalmente, el empoderamiento también puede observarse en época de elecciones. Un caso ilustrativo es el del candidato a la presidencia, Julio Guzmán, y los autodenominados “jóvenes morados”. A pesar de ser un partido político nuevo, Todos por el Perú logró alcanzar, en poco tiempo, el segundo puesto en las encuestas de opinión. Es claro que este logro no hubiera sido posible sin el apoyo juvenil que recibieron, apoyo que estuvo enfocado en su mayoría en la difusión de su información en redes sociales. Incluso algunos opositores, quizá por envidia por su éxito, no dudaron en llamarlo el ‘candidato de las redes’.
Como dice Gerardo Caballero, relator del Comercio: “Lo primero que llama la atención en la campaña de Julio Guzmán es la cantidad de muchachos involucrados en las actividades de movilización: la mayoría parece estar en edad universitaria y algunos apenas han alcanzado la mayoría de edad. Pero la resolución de sus actos y la convicción que los mueve parece la de los militantes partidarios más adoctrinados.” El relator termina con una frase que expresa perfectamente la importancia que tuvieron los jóvenes en este proceso: “Todos por el Perú ha encontrado la forma de suplir la carencia de una estructura partidaria consolidada: los jóvenes morados.”[5]
A manera de conclusión:
En este artículo, hemos tratado de abordar el tema de las redes sociales como un instrumento de empoderamiento político juvenil. Después de todo lo expuesto, es posible establecer ciertas conclusiones.
- En primer lugar, la participación ciudadana es el elemento esencial de la democracia, al punto que hablar de democracia sin participación es un absurdo, una contradicción.
- En segundo lugar, participar políticamente no se reduce al ejercicio del voto, sino que existen otras formas de hacerlo. En última instancia, de lo que se trata es de satisfacer necesidades e intereses de diversa naturaleza.
- Finalmente, las redes sociales son un fenómeno que ha empoderado a las poblaciones juveniles y les ha dado la herramienta de influir considerablemente en las decisiones políticas, debido a que son justamente aquellas las que más uso hacen. Es puede observarse en diversos casos de la realidad, tanto en época de elecciones como en épocas normales.
Sin duda, cada nuevo avance tecnológico introduce cambios en la forma en cómo se desarrolla la política en los países. Las redes sociales han tenido un principal beneficiario: los jóvenes. Es importante y beneficioso que los jóvenes se involucren en la política y aporten nuevas ideas acerca de la forma en cómo se debe desarrollar el país. En estos momentos en los cuales el Perú afronta una profunda crisis de valores y en que al parecer no hay ámbito alguno del Estado que no haya sido afectado por la corrupción, es necesario que las nuevas generaciones surjan con la conciencia cívica y ética suficiente para enfrentar esta crisis. La democracia necesita que los jóvenes participen políticamente, y sobre todo, que estén atentos ante la injusticia.
[1] BOYER CARRERA, Janery
2000 Aproximaciones al contenido esencial del derecho de participación política. En Pensamiento Constitucional N° 13. Fondo Editorial PUCP. Pp. 359 – 394
[2] http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_esp.pdf
[3] MANRIQUE, Nelson
2016 Una alucinación consensual. Redes sociales, cultura y socialización en internet. Fondo editorial PUCP. Lima. pp. 118
[4] Consultar en: https://www.youtube.com/watch?v=QovlCbsNVzU (desde 59:07 hasta 59:47)
[5] El Comercio 2016 Julio Guzmán, el amor en los tiempos morados [CRÓNICA]
Consultar en: http://elcomercio.pe/politica/elecciones/julio-guzman-amor-tiempos-morados-cronica-noticia-1882982