Por EnfoqueDerecho.com
En esta cuarta entrega de la Semana Temática de Arbitraje, Tatiana Herrada, abogada por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con Master in Construction Law por The University of Melbourne (Australia), Directora de CDR Consulting, nos comenta brevemente sobre la equidad y el papel de las mujeres en el arbitraje, tema que desarrollan en la revista número 77 de Themis.
ED: ¿Cuáles son las razones por las que existe una brecha en la designación de árbitros entre hombres y mujeres?
No existe una respuesta sencilla. Realmente existen muchos factores que generan la existencia de dicha brecha. Resumiendo, los tres factores principales serían lo siguientes:
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- Las mujeres hemos tenido un ingreso tardío en el mundo académico y profesional. Recién a partir de las ultimas décadas es que hemos tenido más presencia en el mundo del arbitraje.
- El número de mujeres que ejercen como árbitras es reducido, al igual que el número de arbitras inscritas en las nóminas de los centros arbitrales.
- Las partes están acostumbradas a elegir como árbitros a más hombres que mujeres.
En este escenario, es necesario que todos los usuarios del arbitraje realicen un esfuerzo conjunto para promover la participación de la mujer en el arbitraje. Sin embargo, existe una resistencia de las partes y abogados a designar a mujeres árbitras. Claro, existen varios promotores de la participación de las mujeres árbitras.
Casi siempre hay una tendencia natural e inconsciente a preferir lo familiar, y, en consecuencia, se deja de lado lo nuevo. Lo mismo sucede en este caso.
Afortunadamente, hemos evidenciado un mayor compromiso y disposición por parte de los centros arbitrales en la promoción de la equidad de género. Aún tenemos un importante camino que recorrer a nivel nacional e internacional en el logro de este cometido, ya que a nivel nacional solo en promedio el 22% de las designaciones arbitrales es efectuada a favor de las mujeres, y a nivel internacional esta cifra bordea el 20%.
ED: ¿Qué rol juegan los centros arbitrales en promover una designación más equitativa entre hombres y mujeres?
Los centros arbitrales desempeñan un rol primordial de liderazgo e influencia en la innovación y evolución en el arbitraje, según lo confirmó el International Arbitration Survey realizado por Queen Mary University y White & Case Londres en el año 2018.
Las instituciones arbitrales ganaron el primer lugar en capacidad de influencia, con una diferencia del 40% sobre los grupos de arbitraje de interés, que ocuparon el segundo lugar.
En el caso de la promoción de la equidad de género en el arbitraje, a nivel internacional, observamos gratamente que los centros arbitrales han liderado la participación de la mujer en el arbitraje. Los centros están comprometidos con la promoción de la designación de más mujeres árbitras. Así, por ejemplo, del total de las designaciones que efectúa directamente la corte de arbitraje de instituciones arbitrales como la ICC, LCIA, ICSID, apreciamos que alrededor del 40% de estas designaciones son efectuadas a favor de mujeres árbitras.
Las instituciones arbitrales, al incluir a mujeres dentro de sus nóminas de árbitros, proporcionan una primera oportunidad para promocionar la participación de la mujer. Incluir a mujeres dentro de los consejos arbitrales es un paso aun mayor y que se ha incrementado durante los últimos años. El caso de Amcham Perú es el más admirable, al tener un consejo con participación mayoritariamente femenina.
ED: ¿Cuáles son los desafíos y propuestas para lograr la equidad en el arbitraje? ¿Teniendo en cuenta que la tendencia mayoritaria de los usuarios es designar árbitros hombres, el sistema debería intervenir? ¿Vale más la equidad o la voluntad de las partes?
Te agradezco la pregunta.
Lo primero que necesitamos comprender es que la equidad de género no alude a una igualdad numérica en las designaciones, sino más bien alude e invita a la apreciación del hombre y la mujer por igual, sin diferencias de trato basadas en las características inherentes al género. En otras palabras, se trata de asegurar una igualdad de oportunidades.
Dicho esto, yo creo que tenemos dos desafíos. El primero, el tema sigue siendo tratado como un tabú. El primer paso para tratar un problema, es reconocer que existe un problema.
Debemos ser capaces de hablar abierta y asertivamente sobre el tema, tanto hombres como mujeres, evitando polarizar posiciones, victimizar a las mujeres, y culpar o envidiar la realidad de la que los hombres gozan en este sentido. Lograr la equidad de género requiere del compromiso y apoyo de todos los agentes y usuarios del arbitraje, con independencia del género.
En segundo lugar, tenemos el desafío de estar dispuestos a modificar los mecanismos de designación de árbitros de manera que podamos abrir el espectro y considerar a mujeres árbitras. Ello aplica tanto para las designaciones que efectúen las partes (a través de sus abogados) y las propias designaciones que realizan los árbitros.
Nuevamente, el foco de la discusión no está en igualar cifras. Desde mi punto de vista, lo relevante es tomar conciencia de la realidad que vivimos hoy: (i) la participación de las mujeres como árbitros todavía es bastante inferior a la de los hombres, (ii) necesitamos identificar cuáles son las razones ello, (iii) necesitamos fomentar el compromiso de todos los agentes involucrados en el arbitraje para promover la participación de mujeres árbitras.
El sistema debe intervenir, sí. Pero, debe hacerlo para asegurar que las mujeres seamos visibilizadas como árbitras, mas no para imponer una cuota de género en las designaciones.
En el arbitraje, la voluntad de las partes es sagrada. En miras de promover la equidad no se puede desconocer el pacto de las partes. Ello nunca puede ser puesto en duda. En realidad, lo que se busca es visibilizar que la participación de la mujer en el arbitraje es poca, pero que existe un gran número de árbitras con gran capacidad para desempeñar el cargo de árbitras.
Felizmente, creo que existe consenso o por lo menos un acuerdo mayoritario sobre ello.
En el escenario peruano, aprecio gratamente una clara intención y compromiso de parte de los estudios de abogados (tanto socios como abogados asociados) en contribuir al logro de la equidad de género en el arbitraje.