Teoría política y confusión de términos

"Como buen aristotélico, no creo en los extremos y considero que el término medio suele ser la mejor alternativa. Aunque soy un beneficiado con el sistema, no soy conservador y creo que hay muchas cosas por mejorar, pero considero que los grandes cambios requieren de la educación y maduración de las poblaciones, quienes en su momento llegaran a exigirlos. Los gobiernos vistos con distancia sólo hacen eco de lo que sus pueblos les exigen. Como he dicho muchas veces, las reformas y transformaciones difícilmente se hacen desde arriba, es la sociedad la que tiene que demandarlas".

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Por Alonso Núñez del Prado Simons, abogado y MBA por el College of Insurance de Nueva York. Graduado en la PUCP en literatura y en filosofía y magíster.

La evolución del pensamiento político ha traído consigo una gran confusión en el uso de determinados términos o palabras. Es frecuente encontrar una equivalencia entre lo que podríamos denominar ‘estatista’ y ‘de izquierda’. Esto parece tener origen en que la izquierda marxista, hoy casi extinta, promovía una economía dirigida y una gran intervención del Estado. En realidad, estamos hablando de dos aspectos o ejes diferentes (ver ilustraciones del gráfico de Nolan[1]). Así tenemos que, en el eje vertical, los extremos están constituidos, de un lado, por lo que los anglosajones llaman ‘libertario’ (libertarian) que preferiría que el Estado no interviniera o que lo hiciera mínimamente y, del otro, por el nombrado ‘estatista’ que contrariamente defiende una gran participación del Gobierno. En el eje horizontal (derecha-izquierda[2]) los extremos son, de un lado, los conservadores (derecha)[3] y del otro, los liberales o progresistas. Es decir, los que prefieren mantener el statu quo (conservadores) y los que exigen cambios (liberales). Resulta bastante obvio que, por regla general, los primeros defienden sus intereses, mientras los segundos sean los que creen que el sistema requiere de cambios.

Aunque sin duda hay muchos matices en lo antes afirmado, como es de esperar, hay un tercer grupo, constituido por los que no están a los extremos y se podrían denominar ‘moderados’, que están en el centro de los ejes (vertical y horizontal) y que sostienen que el Estado debe tener una participación y que son necesarios cambios en el sistema, pero que no se deben hacer bruscamente.

Con este panorama, es difícil que en la prédica política un partido o grupo se sitúe en los extremos, pero especialmente que se autodenomine ‘conservador’, porque resultaría en completa minoría y con muy pocas posibilidades de ganar una elección, por la sencilla razón de que siempre hay muchos descontentos. En consecuencia, es frecuente encontrar partidos o grupos conservadores que hacen lo posible por no parecerlo, pero que sin duda defienden la prevalencia de statu quo que los favorece.

Por otro lado, la Caída del Muro de Berlín, ha resultado en que la defensa del estatismo o estado totalitario haya decrecido hasta niveles muy bajos. La discusión de hoy es más bien entre liberales extremos y lo que podrían considerarse keynesianos, es decir de sectores que consideran que el mercado no soluciona todos los problemas e insisten en la participación del Estado o Gobierno en la vida económica de los pueblos.

Otra cosa a la que ciertos grupos quieren cerrar los ojos es a la evolución en el pensamiento de quienes fueron parte de la izquierda marxista de de los setenta. He tenido la oportunidad de conversar con algunos de los miembros de estos grupos y casi todos aceptan la necesidad actual de la economía de mercado, por supuesto, con un Estado muy presente que mediante los impuestos equilibre la repartición de la riqueza. Es común ver como ciertas personas siguen insistiendo en criticar posiciones que ya no existen o que están en una minoría casi extinta.

Suele también aseverarse que la derecha es trabajadora y creadora de riqueza y que la izquierda pretende repartir la pobreza, suponiendo como he indicado que la última sigue en sus antiguas posiciones marxistas. Sin embargo, ha sido más bien Marx quien defendía el trabajo como único factor de la producción y criticaba la rentabilidad recibida por el capital por considerar que su origen era ilegítimo (la plusvalía).

Como buen aristotélico, no creo en los extremos y considero que el término medio suele ser la mejor alternativa. Aunque soy un beneficiado con el sistema, no soy conservador y creo que hay muchas cosas por mejorar, pero considero que los grandes cambios requieren de la educación y maduración de las poblaciones, quienes en su momento llegaran a exigirlos. Los gobiernos vistos con distancia sólo hacen eco de lo que sus pueblos les exigen. Como he dicho muchas veces, las reformas y transformaciones difícilmente se hacen desde arriba, es la sociedad la que tiene que demandarlas.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] “El gráfico de Nolan es un diagrama político creado en 1969 por el político estadounidense David Nolan. El gráfico define las posiciones políticas humanas respecto a dos vectores de coordenadas, la opinión económica y la opinión personal, para producir un tipo de sistema cartesiano de las ideologías políticas. El gráfico de Nolan expande el análisis de las opiniones políticas más allá del espectro político tradicional que mide la política a lo largo de un eje unidimensional izquierda-derecha para convertirlo en un gráfico de dos dimensiones: grado de libertad económica y grado de libertad personal. Según Nolan, el progresismo aboga sólo por la libertad personal, el conservadurismo sólo defiende la libertad económica, mientras que el libertarismo defiende ambas libertades. El gráfico de Nolan sitúa en el eje X la posición política respecto de la libertad económica y en el eje Y la posición política con respecto a la libertad personal. Fue creado en 1971, con dos ejes (económico y político) perpendiculares entre sí. A menudo se muestra el gráfico rotado 45 grados, como en el caso del World’s Smallest Political Quiz. Este gráfico muestra la libertad económica (materias fiscales, comerciales y de libre empresa) en su eje X y la libertad personal (legalización de drogas, aborto, servicio militar) en el eje Y. Esto sitúa a los izquierdistas y socialistas en el cuadrante izquierdo, a los libertarios y anarquistas arriba, a los derechistas y conservadores a la derecha, y a los autoritarios y populistas abajo.” (https://es.wikipedia.org/wiki/Gr%C3%A1fico_de_Nolan)

[2] Es interesante percatarse que la distinción entre derecha e izquierda tuvo sus orígenes en el lugar que ocupaban los Estados Generales Franceses después de la Revolución de 1789, cuando la nobleza tomó el lugar de honor a la derecha del rey, mientras los integrantes comunes del ‘tercer estado’ se sentaba a la izquierda. No tenía nada que ver con el capitalismo embrionario de la época. En el siglo XIX la izquierda francesa estaba por encima del resto de republicano y se identificó mucho con el anticlericalismo y más tarde con la oposición al antisemitismo que se manifestó con el caso Dreyfus. Como resultado de estos sucesos, el Partido Radical Socialista, altamente burgués, insistió en seguir a la izquierda. (Samuel Brittan. ‘Cuidado con la falsa diferencia entre izquierda y derecha’. Diario ‘El Comercio’, 17-04-2012, B16. Lima Perú)

[3] Norberto Bobbio ensayó una definición mínima de derecha como la posición política que considera que las desigualdades entre la gente son naturales y están fuera de la responsabilidad estatal. Lo coincidente en este caso es que la mayor parte de los que piensan así son a los que conviene pensar de esa manera.