Por Claudia Martínez Zúñiga.
Asociada senior del Estudio Rodrigo, Elías & Medrano.
Empieza un nuevo año según el calendario lunar y para China este 22 de enero simboliza el comienzo de una nueva etapa, el año del conejo de agua. Sin ánimo de entrar al ámbito de predicciones astrológicas, toca preguntarnos: ¿Qué podemos esperar de China respecto de sus inversiones en Perú para este año?
Son varios los factores que van a influir en el ritmo de crecimiento de la inversión china en Perú, como por ejemplo: (i) el panorama económico mundial donde vemos que Europa y Estados Unidos intencionalmente se están alejando de las inversiones chinas, las cuales tienen que buscar otros mercados, como el Latinoamericano, para invertir; (ii) los problemas políticos y de gobernabilidad que tenemos actualmente en Perú que generan una incertidumbre que ahuyenta las inversiones, incluso a aquellas como la de China, país que está acostumbrado a invertir en riesgo, y; (iii) el propio debilitamiento de la economía china post-pandemia, sobre todo por sus tasas de crecimiento de crédito, los grandes problemas que tienen en su sector inmobiliario y la aplicación de un modelo económico que va de uno basado en inversión y exportaciones (que es el que conocemos hasta la fecha) a uno donde se promueve el consumo interno.
Como punto preliminar, hay que destacar que en el año 2021 la inversión extranjera directa de China en Latinoamérica ascendió aproximadamente a 10 mil millones de dólares, siendo Brasil el principal destino de las mismas, seguido de países como Argentina, Chile y Perú, en transacciones que representan más de 3 mil millones de dólares. Algunas de esas transacciones fueron hechas por empresas estatales chinas y se trataba de las distribuidoras de electricidad más grandes de Perú y Chile (Luz del Sur en Perú y Compañía General de Electricidad en Chile). Estas inversiones realizadas en Latinoamérica marcan un hito notable, ya que la inversión china se contrajo globalmente durante el mismo período, particularmente en los EE. UU. y la Unión Europea[1].
Recientemente, China ha tenido éxito en varias de las licitaciones públicas de infraestructura que se ha llevado a cabo en algunos países de Latinoamérica como Colombia, Chile o Argentina; sin embargo, no corrió con la misma suerte en Perú, pues como sabemos, varias empresas chinas que ganaron licitaciones en proyectos de infraestructura están actualmente siendo investigadas por actos de corrupción. Por ejemplo, tanto en Colombia como en Chile, empresas estatales, algunas pertenecientes a los mismos grupos económicos que ganaron licitaciones en Perú, han ganado licitaciones como el Metro de Bogotá (2020), el proyecto de infraestructura más grande de Colombia (ganado por China Harbour Engineering Company Limited (CHEC) y Xi’an Metro Company Limited); y en Chile, ganado por China Railway Construction Corporation (CRCC), quien se ha adjudicado recientemente la renovación de la autopista de peaje Ruta 5 Sur entre Talca y Chillán en 2020, y la construcción de un nuevo hospital en Coquimbo en 2022.
Nuestro Embajador de Perú en China, Luis Quesada, mencionó en una entrevista reciente que, desde 2018, Perú es el segundo destino más grande para la inversión china en América Latina, sólo detrás de Brasil[2]. Actualmente, las inversiones chinas en Perú superan los US$30 mil millones y están colocadas en diversos sectores productivos, como por ejemplo el sector eléctrico, minero, tecnológico e infraestructura. Es por ello que si queremos que las inversiones chinas se den como se van dando en otros países de la región, debemos tener un gobierno que maneje las licitaciones de una manera clara y transparente, que lo que busque sea beneficiar al pueblo peruano y acabar con la brecha de infraestructura tan grande que tenemos.
Un segundo pilar del compromiso económico de China con Latinoamérica son los préstamos oficiales llevados a cabo por sus bancos de “política”, como son el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China, quienes ya se encuentran catalogados entre los principales prestamistas de la región, pues entre 2005 y 2020, juntos prestaron más de $137 mil millones a gobiernos latinoamericanos, a menudo a cambio de petróleo y se utilizaron para financiar proyectos de energía e infraestructura. Venezuela es el mayor prestatario quien ha tomado préstamos por valor de $62 mil millones desde 2007[3].
Es importante mencionar que, en el apogeo de estos préstamos oficiales, que duró aproximadamente de 2007 a 2016, se dio la mayor parte de las relaciones financieras y la cooperación entre China y Latinoamérica, pero desde el 2019 los flujos de crédito oficial de China a Latinoamérica han disminuido drásticamente, desde que se secaron por completo en 2020 y se mantuvieron en cero en 2021.
Una posible explicación de la creciente cautela de los bancos de “política” chinos en la región es que la mayoría de estos fueron impulsados más por fundamentos políticos que económicos[4], y los compradores se convirtieron en morosos. También parecen faltar incentivos políticos y de otro tipo para motivar más préstamos. Si bien los préstamos solían ser un gesto considerado que complementaban las visitas de altos funcionarios chinos a Latinoamérica, tales visitas no se han realizado desde 2020 debido a la pandemia y las restricciones de viaje de cero COVID. Tal y como está actualmente la situación en China, es poco probable que China busque convertirse en un prestamista global contracíclico durante las recesiones económicas, un papel que tradicionalmente desempeñan las instituciones. como el FMI, el Banco Mundial, el BID y la CAF.[5]
Como tercer punto, tenemos al comercio exterior. Al respecto, es importante indicar que China comenzó a impulsar su comercio exterior hace más de 20 años, poco después de unirse a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. China ha consolidado su posición como socio comercial dominante para naciones como Chile, Perú y Brasil, gracias a su fuerte complementariedad económica, y actualmente está negociando acuerdos de libre comercio con Uruguay y otros, mientras finaliza uno con Ecuador. El comercio entre China y Latinoamérica ha sido sólido y ha crecido constantemente, alcanzando un récord de $450 mil millones en 2021.
Cabe recalcar que a inicios de 2023, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) mencionó que, para este año, se prevé que casi un tercio de la economía mundial entre en recesión, es decir, implica la contracción de la actividad económica. En EE.UU., los elevados niveles de inflación han obligado a la FED a elevar constantemente, y de forma agresiva, su tasa de interés. Lo mismo sucede en la zona europea, la cual también se ha visto afectada fuertemente por el alza de los precios del gas natural, a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania. Es en este contexto que se ha previsto que los países industrializados entren en una recesión para el 2023. Sin embargo, a corto y mediano plazo, el valor de los flujos comerciales con China podría fluctuar a medida que los altos precios de las materias primas se estabilizan después del ciclo de auge actual. Pero, las perspectivas a largo plazo para el comercio en China y Latinoamérica parecen positivas, dada la sostenida demanda china de productos de Latinoamérica, incluso a pesar de la posible desaceleración económica en China. Del mismo modo, desde la perspectiva de los consumidores e importadores de Latinoamérica, las exportaciones de bienes y servicios chinos seguirán siendo competitivas y populares en Latinoamérica.
Puntualmente respecto a Perú, uno de los sectores más afectados por un posible contexto de recesión sería el comercio exterior, pues EE.UU., EU y China son nuestros principales socios comerciales. Así, por ejemplo, según cifras de la Sunat, en el periodo enero-noviembre, China representó un 33.2% de nuestras exportaciones totales al mundo; mientras que EE.UU., un 13.5%. Asimismo, China y EE.UU. tienen una participación importante sobre las importaciones peruanas del 28.6% y el 18.7%, respectivamente, con respecto al total de nuestras importaciones del mundo[6].
Finalmente, y tomando en consideración lo antes mencionado, si Perú busca atraer inversión del extranjero, no debe perder de vista el hecho de que gran parte de su éxito en la atracción de inversión extranjera dependerá no solo de los actores internacionales o de la recesión que el mundo pueda sufrir, sino también de su propia capacidad para mejorar la precaria situación económica y política en la que nos encontramos. Solo así podrá brindar un ambiente estable para que las inversiones de China lleguen a Perú y puedan desarrollar proyectos en beneficio de toda nuestra población. Esperemos que este nuevo año del conejo, que representa esperanza en un futuro mejor, nos sirva para poder unirnos y salir adelante.
Fuentes:
[1] Americas Quaterly, China´s Evolving Presence in Latin America, Enero 2023. https://www.americasquarterly.org/article/china-is-here-to-stay-in-latin-america/
[2] Ver https://dialogochino.net/es/comercio-y-inversiones-es/55672-embajador-de-peru-en-china-el-tlc-con-china-esta-quedando-obsoleto/
[3] China´s Growing Influence in Latin America, Councin on Foreing Relations, April, 2022 https://www.cfr.org/backgrounder/china-influence-latin-america-argentina-brazil-venezuela-security-energy-bri
[4] What role for China´s Policy Banks in Latin America and the Caribbean? , The Dialogue, Marzo 2022, https://www.bu.edu/gdp/2022/03/28/what-role-for-chinas-policy-banks-in-latin-america-and-the-caribbean/
[5] Americas Quaterly, China´s Evolving Presence in Latin America, Enero 2023. https://www.americasquarterly.org/article/china-is-here-to-stay-in-latin-america/
[6] Recesión 2023, Enero 2023, https://www.comexperu.org.pe/articulo/recesion-2023