Por Valentina Montes, estudiante de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela

El miércoles 12 de febrero del 2014 fue convocada una manifestación pacífica por parte de varios dirigentes estudiantiles. En representación de universidades venezolanas como la Universidad Central de Venezuela y la Universidad de los Andes, los estudiantes se reunieron para llevar un documento al Ministerio Público con el propósito de exigir la liberación de los estudiantes detenidos en las protestas que se produjeron en los estados de Mérida y Táchira. Lo ocurrido en tal lugar tuvo como antecedente una serie de asambleas estudiantiles llevadas a cabo a lo largo del país con el propósito de discutir el problema de la inseguridad que tanto aqueja a los ciudadanos. Los estudiantes se reunieron frente a la casa del Gobernador de Estado, José Gregorio Vielma Mora, para exigir una respuesta del gobierno a dicho problema; y, a partir de este incidente comenzaron las represiones por parte de los cuerpos oficiales hacia los estudiantes.

La jornada del 12 de febrero se caracterizó no solo por las marchas pacíficas de los estudiantes repudiando lo ocurrido en Mérida, sino por la censura que afrontaron los medios de comunicación luego de que el único medio audiovisual que transmitía las manifestaciones, el canal colombiano, NTN24, fuese sacado del aire. Frente a ello, los venezolanos acudieron a las redes sociales, Facebook y Twitter, las que se convirtieron en una eficaz alternativa para comunicar e informarse. Por medio de ello, comenzaron a circular videos que muestran a policías armados arremetiendo contra manifestantes, además de camionetas de la Guardia Nacional Bolivariana incendiadas y la fachada del Ministerio Público destrozada.

En realidad, el presente artículo no pretende indagar lo bueno o malo. De hecho, santificar posiciones no lleva a ningún análisis preciso, sino nos llena de sesgos. Sin duda, analizar la jornada es sumamente delicado y complejo, por ello me centraré en determinar cuáles son las causas que movilizaron la protesta del #12F; nombre con el que se la conoce en las redes sociales.

A primera vista, podría decirse que la causal principal fue exigir la liberación de los estudiantes detenidos en Mérida. Empero, si profundizamos, es posible evidenciar que la protesta tuvo como finalidad hacer un llamado de cambio a la situación que subsiste en la sociedad venezolana. Todos los fines de semana ingresan a Caracas al menos 100 personas a la morgue, a consecuencia de violentas muertes. A ello, se suman las cifras de violencia que diariamente se tienen en todo el país; lo cual refleja las precarias condiciones de seguridad que soporta Venezuela.  Además, las medidas económicas implementadas recientemente (entre ellas, la elaboración de un sistema de bandas en el tipo cambiario, la devaluación y el control de precios durante los meses de noviembre y diciembre del año pasado), la censura de los medios de comunicación y la escasez de papel para los medios impresos y de alimentos constituyen parte de los motivos que indujeron a los estudiantes a manifestarse ese día en las calles.

¿Por qué un 12 de febrero? Porque en esta fecha se conmemora el bicentenario del Día de la Juventud, fecha en la cual los jóvenes lucharon al mando de José Félix Ribas en el marco de la Independencia de Venezuela durante la batalla de la Victoria, para lograr finalmente vencer a las tropas realistas. Ese mismo día, siglos después, los jóvenes quisieron reivindicar las ganas de tener un mejor país; y, si bien sus intenciones fueron pacíficas, la jornada culminó con un saldo de 3 muertos, muchos heridos y estudiantes desaparecidos y detenidos. Estos desdeñables sucesos significaron un claro resquebrajamiento de lo que señala  la Constitución Venezolana, en su artículo 68 sobre el derecho a protestar pacíficamente y la prohibición de usar armas de fuego y sustancias tóxicas para controlar dichas manifestaciones.

Hoy, Venezuela y su comunidad estudiantil se ven envueltas en una nueva atmósfera de reflexión e indignación, pero también de ganas de continuar protestando.

Como última reflexión, conviene citar a Hans Morgenthau[1], quien señala que la moral del individuo y la del Estado son diferentes. Resulta inaudito que la política del Estado venezolano trate de adecuarse a leyes morales y éticas, señalando culpables en vez de lamentar la muerte de los estudiantes. Los estudiantes venezolanos salieron a protestar y, como individuos, tienen derecho a inmolarse por un principio moral si así lo desean, de acuerdo a lo señalado por Morgenthau. En cambio, los Estados no debieran hacerlo, pues no podrían asegurar la seguridad de su pueblo y, un Estado incapaz de protegerlo, habría fracaso en sus objetivos.

El gobierno venezolano ha descuidado la seguridad de su pueblo, y ello se manifiesta en las cifras de muertes, en la impunidad y la delincuencia. Es eso lo que los estudiantes quisieron reflejar en su manifestación; por un lado, exigir la liberación de sus compañeros, pero por el otro, que se respeten las condiciones de vida que todo ciudadano debe tener en un país soberano y libre; uno que todo Estado está en la responsabilidad de cumplir; el sine qua non de la existencia de un Estado es, y siempre será, la protección de su pueblo[2].


[1] Morgenthau, H. Política entre las naciones. Grupo Editorial Latinoamericano: Buenos Aires, 1948, pp. 19-26.

[2] Nuechterlein, D. Los intereses nacionales de los Estados Unidos en un mundo cambiante. Editorial Roble: México, 1975, pp. 1-35.