Elody Malpartida y Josefina Miró Quesada, miembro y directora de Enfoque Derecho, entrevistan a Carlos Meléndez, politólogo y columnista del diario El Comercio y Perú21
ED: Los programas impulsados por el Ministerio del Interior fueron mencionados con la intención de calmar a la población respecto de la inseguridad ciudadana. No obstante, no se habló de medidas específicas para combatir la corrupción dentro de la Policía Nacional, problema claramente evidente. ¿Por qué se está dejando de lado este tema?
CM: Porque no se sabe qué se va a hacer ahí. Seguridad en general fue el aspecto mas pobre del discurso y esto se debe a que no se tiene una idea clara sobre qué hacer. Para llevar adelante algunos temas como la lucha contra la corrupción, la descentralización o el fortalecimiento de los partidos políticos, se requiere reformas estructurales de verdad, plantear una reforma política a largo plazo. No puedes solucionar el problema de la corrupción, de gobiernos regionales o de los casos de la filtración de poderes ilegales como el de Lopez Meneses y otros, sin hacer una reforma estructural de largo plazo. Como no está en capacidad de hacer esa reforma, no tienes respuesta, ninguna solución. Por eso, lo único que puedes responder es con vaguedades, que es lo que ha hecho el gobierno frente al tema.
ED: Con la llegada de Solórzano a la Presidencia del Congreso, ¿seremos testigos de un cambio en las prioridades del mismo?
CM:Una de las virtudes de este gobierno es que todas las votaciones por las que fue al Congreso las sacó, salvo el caso de la presentación del consejo de ministros de Cornejo. El problema está en si logrará mantener esa ventaja luego de esta fragmentación política y si es que Ana Solórzano podrá sacar votaciones a su favor. Este es el peor momento para el nacionalismo dentro del parlamento, sin embargo siempre ha tenido la maña para sacar leyes que lo beneficie. No obstante, hay incertidumbre sobre si la fragmentación va a perjudicar o no las funciones de la nueva presidenta.
ED: El Presidente exhortó al Congreso que se debatan leyes que impulsen la reforma política. ¿Es factible que esto se lleve a cabo?
CM: Con esta comisión de constitución no se va a hacer gran cosa. Esta comisión de constitución ha hecho reformas relacionadas a la creación de un distrito electoral para peruanos en el extranjero o cosas por el estilo, lo que quiere decir que no existe un panorama claro de las reformas que necesita el país. Las mismas reformas que menciona el presidente Humala son muy aisladas. Lo que el Perú necesita no es otra ley de partidos políticos; lo que se necesita es articular la que ya existe con la descentralización. Sino no es viable nada de esto. Y para lograrlo necesitas acuerdos multipartidarios y el gobierno no está en la capacidad de tenerlos. Entonces cada vez que menciona una reforma política lo que está haciendo es un saludo a la bandera, nada más.
ED: Las críticas más sonadas destacan que el discurso ha tenido un tinte bastante populista en la medida de que ha estado abrumado de promesas y planes algo utópicos de ejecutar. ¿Cómo ve los programas anunciados?
CM: Me parece que el presidente confunde el optimismo con el engaño. Él lo que quiere es generar optimismo en la gente y que vuelvan a confiar en su gestión, y para hacerlo lo único que se le ocurre es hacer promesas y elevar expectativas a través de la creación de nuevos programas sociales. El populismo que uno puede ver entre líneas del discurso de Humala es resultado de la impotencia de no poder generar optimismo en la gente.
ED: Humala tocó el tema de la inestabilidad regional en su discurso hablando de reformas para combatir la corrupción y mejorar la descentralización. ¿Qué se puede hacer concretamente para evitar situaciones como las de César Álvarez o Gregorio Santos, actualmente con prisión preventiva?
CM: Todos los escándalos que hay atrás de las inversiones lo que da cuenta es que no existe un sistema de rendición de cuentas y transparencia en el país, y si no lo hay en el gobierno central menos lo hay en los gobiernos regionales. Ahora, muchos creen que el esquema de descentralización no está funcionando por la culpa de unos cuantos presidentes regionales, pero el diseño de la misma es compartido tanto para el gobierno central como para los gobiernos regionales. Si esta fracasa no es solo porque haya presidentes regionales deshonestos, sino también porque desde el ejecutivo los ministerios no han logrado diseñar y delegar las facultades que estaban previstas en la ley de descentralización. Por eso es que es necesaria una reformulación institucional de la descentralización donde un componente importante es la rendición de cuentas.
ED: Gran parte del discurso de Humala trató aumentos en los presupuestos de educación y salud. ¿Considera que seremos capaces de ejecutarlos de manera eficiente?
CM: Lo que sucede es que en la distancia que hay entre el dinero y el beneficio de los hay intereses de por medio y no sabemos si las buenas intenciones dadas van a llegar realmente a beneficiar a la gente. Acuérdate de estas personas en Huancavelica o el Cusco que reciben como regalo de parte de los gobernadores cables HD. Hay que repartir dinero y mejorar la calidad de vida, pero ese camino se puede tergiversar y volverse una tragicomedia. Por más que haya inversión, por más que haya gasto social, no hay garantía de que no sean nuevos espacios de corrupción ni de que lleguen realmente a la gente que más lo necesita.
ED: En materia de justicia, no se ha mencionado nada sobre el Plan de DDHH o el tema de la Unión Civil. ¿A qué se debe?
CM: El presidente hace un buen diagnóstico del sector justicia, creo yo, cuando hace énfasis en la debilidad que tiene el estado de derecho para los ciudadanos. El tema es que no existe una previsión ni un plan para abordar la problemática de justicia porque existen poderes fácticos más grandes con los que el gobierno no quiere lidiar. Para hablar de temas sobre la salud de la mujer o de los derechos de los homosexuales vas a tener que chocar con la iglesia, pero también al tratar los derechos de las comunidades nativas van a chocar las inversiones. Muchas de las decisiones que tiene que tomar el presidente están en realidad supeditadas a los intereses de algunos poderes fácticos con los cuales no quiere pelearse. Es así que priman las generalidades y lo políticamente correcto, pero a nivel discursivo. En la práctica la iglesia y las inversiones pesan más todavía.
ED: En nuestro editorial del día de ayer mencionábamos que era imprescindible que el Presidente se pronuncie sobre el sector cultura, especialmente sobre la Ley de Consulta Previa. ¿Por qué esta gran omisión?
CM: No sabe bien que hacer. Hay áreas en las que el gobierno no está preparado para una agenda de un país del siglo XXI. La preservación del legado e identidad nacional no está en agenda. Para el presidente pareciera ser que son temas de una sofisticación que no le corresponden resolver. Entonces es mejor concentrarse en áreas en donde pueda obtener un resultado.
ED: En el discurso se hizo referencia a las 153 bandas criminales detenidas. ¿Qué tanto demuestran este tipo de anuncios que se está recuperando la seguridad ciudadana o han sido anuncios meramente “populistas”?
CM: El estilo mismo de Urresti no permite saber con precisión si es que se está avanzando o no. Él es bastante impresionista y como se cree que el problema de la inseguridad ciudadana es un problema de percepción, entonces la solución también tiene que ver con la percepción de que hay un ministro haciendo algo. El problema es que ni si quiera da para el populismo, pues algo es populismo cuando es medianamente eficiente. Mostrar que has detenido bandas criminales no te está diciendo cuanto ha bajado la criminalidad, no te está diciendo acciones ni de sus consecuencias. El presidente cree que está dejando un país mejor que el que recibió. Habría que hacer un ejercicio de rendición de cuentas para ver si efectivamente tiene razón.