Por Romina Ñaña Ramos, estudiante de 7mo ciclo de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembro del Programa de Desarrollo Social de Themis, Khuska.
“Yo sí he sufrido y he luchado. He luchado bastante”.
Madre de Leonardo Alcarraz[1]
Las ganas de superación, el esfuerzo y las historias de éxito son narrativas que suelen ser mostradas, cotidianamente, a través de medios de comunicación y sociales con los que convivimos. Aquellas narrativas consignan el mensaje de que, a partir y a través del esfuerzo, el deseo y una dosis de motivación, podemos llegar a superar cualquier condición adversa y, así, tenerlo todo. De esta manera, las diferencias en los entornos, realidades y situaciones en las que pueden estar inmersas las personas, quedan borradas.
La historia de Leonardo Alcarraz, en el reportaje llamado Emprende Perú: De la pobreza a la empresa, como muchas otras, es una muestra de este punto de vista. Él expresa: “cuando era chiquito y no tenía qué comer, venía a la chacra a sacar frutas; tanto palta, sandía, lúcuma, higo…” y también trabajaba vendiendo marcianos. Así, comenta que vivió dificultades y tuvo que “luchar mucho”; pero, hoy, es uno de los principales exportadores de palta Hass y gerente de un estudio contable[2].
¿Qué significa vivir en situación de pobreza?
La pobreza, en los discursos cotidianos, es normalmente entendida como falta de recursos económicos. Para Arjun Sengupta, la pobreza es la “falta de ingresos o de poder adquisitivo para atender las necesidades básicas” y esta “escasez de ingresos puede considerarse en términos absolutos o relativos, según se entienda la noción de necesidades básicas” [3].
Si bien es cierto que establecer una definición y alcance de lo que es la pobreza no logra llevar a cabo la tarea de responder la pregunta que se ha planteado líneas atrás, los escenarios con los que convive una persona en situación de pobreza, pueden ofrecer un acercamiento más concreto. Para dejar claro el panorama, en el Perú, existe un 30,1% de personas pobres monetarias y un 40,7% de personas que son pobres multidimensionales actualmente[4].
Asimismo, las condiciones de vida con las que tiene que lidiar una persona pobre no son únicamente monetarias porque la pobreza es un fenómeno multidimensional. Por tanto, la pobreza no solo implica falta de recursos económicos, sino también una dificultad para satisfacer las necesidades básicas en la vivienda –como la falta de acceso a servicios básicos o servicios inadecuados–, falta de servicios de educación, salud, seguridad, discriminación y brechas en la participación ciudadana[5].
Es así que, vivir en esta condición puede definir situaciones en las que hay que elegir qué necesidades básicas se pueden satisfacer antes que otras, porque no se tienen condiciones mínimas. Esto significa que las personas no suelen tener un ambiente adecuado para su desarrollo integral. Se pueden mencionar factores como el neurocognitivo[6], o nutricional; que, pueden no ser tomados en cuenta en un primer momento, pero, sin duda, impactarán en diferentes áreas a lo largo de la vida. La especificación de ciertos factores que se ven obstruidos al vivir en situación de pobreza, se han mencionado para caracterizar; no obstante, las necesidades básicas de las personas están, finalmente, entrelazadas y tienen un impacto correlativo.
¿Qué es la romantización de la pobreza?
La romantización será empleada en el texto como la idealización de elementos significantes que se le asignan a un objeto material o simbólico[7]; en este caso, la pobreza. Es así que, cuando hay una romantización de la pobreza, las narrativas de vida de las personas en esta situación, son posicionadas como una realidad producto de la decisión propia que puede llegar a ser, inclusive, aspirable cuando se llega a edulcorar la precariedad. Por ejemplo, decir que quienes están en situación de pobreza son afortunados/as por el hecho de tener poco y disfrutar las pequeñas cosas; o, que existe el beneficio de no distraerse con lo llamado “material”, porque así se alcanza la felicidad. En adición, pueden existir visiones que romantizan el esfuerzo que involucra vivir en sociedad para quienes se encuentran en esta situación, ligándose con visiones más meritocráticas de la pobreza. Ya que, podría establecerse una medición moral de la pobreza hasta el punto de culpar a la persona en tal situación, por no lograr cambiar esa posición. A modo de ejemplo podría encontrarse un cuestionamiento como: “solo eres pobre porque no trabajas lo suficiente”. Entonces, la romantización, también va de la mano con la estigmatización[8] de estas personas; incluso por la creación de un imaginario del fenómeno como una elección individual, que se liga con las conductas o creencias y que, simplemente, basta modificarlas para revertirla.
En contraste a esta posición, podemos adelantar que, como pudimos ver en el enfoque multidimensional de la pobreza, esta no es una cuestión de actitud o esfuerzo; dado que es un fenómeno que impacta y atraviesa cada ámbito de la vida de la persona y puede llegar a determinar las oportunidades que esta tenga en el futuro.
Problema y vínculo con los Derechos Humanos
Un enfoque multidimensional de la pobreza puede incluir a los derechos humanos como una rama específica más, que se traduce en la igualdad ante la ley, la libertad de expresión, la libertad política o la discriminación –tal como lo plantea el Instituto Nacional de Estadística e Informática[9]. Pero, es importante resaltar que los derechos humanos, y su vulneración, engloban cada rama con la que está compuesta esta visión multidimensional: Vulnerabilidad y riesgo, factor monetario, necesidades de vivienda, necesidades de educación, necesidades de salud, gobernabilidad, factor subjetivo e inseguridad ciudadana.
En esta línea, es importante recordar el debate en la doctrina acerca de si la pobreza en sí misma es una violación a los derechos humanos de las personas en esta situación y se seguirá una posición vinculada a esta. Es por ello que, sostengo que los derechos humanos atraviesan a toda expresión esta condición; mucho más cuando existe pobreza extrema.
Por otro lado, los derechos humanos o fundamentales, a partir de la sentencia del Tribunal Constitucional peruano “Manuel Anicama”, son descritos como “instrumentos necesarios para que el individuo desarrolle en la sociedad todas sus potencialidades” y una norma base para el Ordenamiento[10]. Definición que sin duda grafica su importancia para la propia existencia de un ordenamiento y el vínculo con el desarrollo de la persona y la satisfacción de sus necesidades. Entonces, cuando hablamos de pobreza, estaremos hablando de una falta de cumplimiento de los derechos humanos.
En primer lugar, porque atenta contra su dignidad y genera un obstáculo para su proyecto de vida. Los derechos están situados en la dimensión subjetiva de cada ser humano por el hecho de serlo, ya que tienen su causa en la propia dignidad humana. Aquella, es tomada como un principio del ordenamiento y, es definida a partir del planteamiento kantiano de “tratar como fin en sí mismo y no como mero medio”[11]. Así, en el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la encontramos también como derecho: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Por lo que, podemos dar cuenta del contenido universal de los derechos y la dignidad, además de la obligación de respeto a los derechos de las otras personas con las que convivimos en sociedad.
Por su lado, la Corte Constitucional de Colombia manifiesta que la dignidad humana implica tres objetos concretos de protección. En primer lugar, la autonomía o posibilidad de diseñar un plan vital y de determinarse según sus características. Luego, la presencia de ciertas condiciones materiales concretas de existencia (las cuales específicamente serían vulneradas con la condición de pobreza). Y, por último, se tiene la intangibilidad de los bienes no patrimoniales, integridad física y moral. Aquello que podemos resumir en “vivir como se quiera”, “vivir bien” y “vivir sin humillaciones”[12].
Cuando existe pobreza, las condiciones de vida no dan la posibilidad de “vivir bien” y con los medios adecuados para satisfacer las necesidades más básicas; mucho menos, de determinarse según las características que uno/a tiene y hacen a la persona más vulnerable a humillaciones y discriminación. Es así que la dignidad, cuando existe una normalización de la pobreza, y más aún con su romantización –causante de inacción–, se ve vulnerada. Por tanto, podemos dar cuenta de que lo que es tildado de creatividad o esfuerzo, en realidad es vivir en una condición precaria y de carencia. Y es así que, se niega la satisfacción de necesidades básicas, lo que nos establece frente a una vulneración a los derechos humanos de estas personas.
En segundo lugar, porque hace imposible una participación ciudadana verdaderamente democrática y la toma de decisiones en libertad. Por ejemplo, una persona que no tiene cubierta su necesidad de alimentación, no podrá mantener intacta su necesidad de salud y, mucho menos, poder participar activamente en las decisiones de la sociedad. Adicionalmente, se cuestiona si está tendrá la suficiente libertad para elegir sus acciones y un proyecto de vida basado en sus características, gustos y capacidades –ligado con el enfoque de capacidades de Amartya Sen[13].
Por ejemplo, en el caso presentado al inicio, el hecho de trabajar de manera temprana vendiendo en las calles, no fue una decisión determinada por la libertad, autonomía y motivación personal; sino que era un imperativo para generar algún ingreso y ver satisfechas sus necesidades de alguna forma. Es importante aclarar que el esfuerzo de este hombre es admirable y cuestionarlo no brindaría ninguna oportunidad de mejoramiento para las personas que no han podido lograr lo mismo. No obstante, es necesario destacar que esta historia de “éxito”, no sucede en la mayoría de casos y describir de esta forma, las historias llamadas “de superación” genera una idea distorsionada de la realidad. Ya que, no es gracias a la situación de pobreza que se puede lograr esta movilidad social, sino que es a pesar de esta.
Es así que, la situación de pobreza impide la realización de ciertos derechos humanos, los que están llamados a ser cumplidos por instrumentos internacionales como La Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual establece que los Estados miembros y los individuos, están compelidos a garantizar el cumplimiento de estos derechos.
Entonces, ¿por qué no estigmatizar, estereotipar y romantizar la pobreza?
El entender que la situación de pobreza no es una decisión propia y más bien es un fenómeno que involucra la vulneración a los derechos de las personas, nos permitirá evitar su romantización. Pues, entre sus efectos, genera una normalización que no permite dar cuenta de que son situaciones que deberían cambiar. Por ejemplo, una persona que no tiene agua potable y crea una herramienta que le permita purificar el agua en su casa puede haber realizado un hito loable, pero ha trabajado por necesidad y esto no implica que las demás personas puedan hacerlo también. En ese caso, lo que se debería hacer es garantizar que se cumpla el derecho a vivir en condiciones dignas y se asegure un acceso al agua potable para todas las personas.
Es así que, la pobreza no es una decisión que podemos localizar desde una visión individualista, sino, un problema estructural que no será modificado con un cambio de actitud o la autoexplotación. La normalización de esta situación implica la aceptación pasiva de una situación que vulnera de manera estructural los derechos humanos de las personas.
En nuestra sociedad, así como en la mayoría de sociedades latinoamericanas, existe una “cultura del privilegio arraigada que lleva a la negación del otro y a la reproducción y naturalización de las desigualdades”[14]. A partir de esto, es necesario destacar que las atribuciones que damos a la pobreza o riqueza y las ideas que planteamos, tienen una repercusión tangible en la realidad de las personas con desventajas. Esto se traduce en que, al convertirla en un fenómeno individual se omita y niegue su exigencia ante autoridades y, también, se causa que la narrativa libere, al menos en el discurso, a la administración pública de sus obligaciones por cerrar brechas y evitar la desigualdad. Esto último al establecerlo como un tema de medición de la voluntad y esfuerzo personal.
Finalmente, la romantización de la pobreza hace daño porque no permite que veamos que se trata de una cuestión de derechos humanos; es decir, un tema que nos compete como sociedad y como Estado. Porque, como sostiene Adela Cortina, el reconocimiento de la dignidad humana, no solo implica no dañar a las personas, sino, también, ayudarlas a alcanzar sus metas[15].
Referencias bibliográficas:
[1] Tomado del reportaje Emprende Perú: De la pobreza a la empresa
[2] Ídem
[3] https://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/PobrezaDDHH2017.pdf
[4] https://www.comexperu.org.pe/articulo/el-417-de-los-peruanos-son-pobres-multidimensionales#:~:text=Seg%C3%BAn%20la%20informaci%C3%B3n%20presentada%20para,una%20canasta%20b%C3%A1sica%20de%20consumo
[5] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/ponencia1.pdf
[6] Lipina Sebastián (2016). Pobre Cerebro. Los efectos de la pobreza sobre el desarrollo cognitivo y emocional, y lo que la neurociencia puede hacer para prevenirlos.
[7] https://web-s-ebscohost-com.ezproxybib.pucp.edu.pe/ehost/detail/detail?vid=0&sid=c6a50328-3b29-4757-937c-7dc5bc734a29%40redis&bdata=Jmxhbmc9ZXMmc2l0ZT1laG9zdC1saXZl#db=a9h&AN=141890499
[8] https://www.youtube.com/watch?v=9hweSXMAdZo&ab_channel=AJ%2BEspa%C3%B1ol
[9] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/ponencia1.pdf
[10] Tribunal Constitucional STC Exp. N° 1417-2005-PC/TC, FJ2
[11] Kant, Inmanuel (2018). Fundamentación de la Metafísica de las costumbres
[12] Corte Constitucional de Colombia (2014) Sentencia T 381/14 de 13 de junio de 2014
[13] https://core.ac.uk/download/pdf/83005175.pdf
[14] Abramo, Ceccini, Morales (2019) Programas sociales, superación de la pobreza e inclusión laboral Aprendizajes desde América Latina y el Caribe
[15] Ídem