Por Richard Inurritegui, consultor del área de pesquero de Rodrigo, Elías & Medrano Abogados
“El sur también existe” dice una canción de Joan Manuel Serrat, cuya letra proviene de un poema de Mario Benedetti. Si bien la letra aludía a enfatizar las desigualdades económicas, políticas y sociales que existen entre dos “mundos” (el norte y el sur), el título nos sirve como metáfora para visibilizar una realidad desfavorable en el sector pesquero en la zona sur del país.
Nos referimos a la política regulatoria y las consecuencias de ella en la pesca industrial de anchoveta para consumo humano indirecto (industria de harina y aceite de pescado o como más apropiadamente se llama ahora, “industria de ingredientes marinos”). Para entender el análisis, partamos de dos características sobre las que hay consenso científico.
- El stock de anchoveta de la zona sur es distinto al de la zona norte-centro y es un stock compartido con la zona norte de Chile.
- La plataforma continental en la zona sur (paralelo 16°00’ LS-hasta el extremo sur) es relativamente más estrecha y por ello se profundiza más rápido en comparación con el resto de la plataforma continental.
¿Para que nos sirven esas dos características en el análisis?, en el primer caso para entender que una diferencia con la política regulatoria de Chile sobre dicho stock, sí influye en el resultado de nuestra pesquería y, en el segundo, para entender que la política regulatoria, en relación a las áreas en el sur donde se podría realizar pesca industrial, puede ser distinta a la del norte-centro.
Precisamente en atención a esas características, en el año 2003 se implementó un Régimen Especial de Pesca en la Zona Sur a través del DS 037-2003-PRODUCE, en el que, con base en informes científicos del Instituto del Mar del Perú -IMARPE, se establecieron las llamadas “ventanas de penetración”, disponiendo que las embarcaciones industriales podían pescar en determinadas áreas dentro de las cinco millas sin afectar la actividad artesanal. Para que dicho régimen fuera un beneficio para todos los actores pesqueros, se dispuso la creación de un Fondo de Desarrollo y Modernización de la Pesca Artesanal del Litoral Sur– FONDEMPASUR, a partir del aporte de los industriales pesqueros de 0.039% de la UIT por cada tonelada de anchoveta desembarcada.
Desde entonces, dicho régimen fue objeto de innumerables suspensiones y modificaciones. Destaca por ejemplo, el DS 003-2008-PRODUCE, que estableció un nuevo Régimen Especial de Pesca en el que los Gobiernos Regionales tenían que formalizar su participación para que los beneficios allí establecidos (un mayor aporte de 0.30% de la UIT por tonelada para un Fondo de Promoción de Pesca Artesanal – PROSUR, similar al anterior y un pago adicional mensual de los armadores de 28% de la UIT para labores de control). Al incluir más actores políticos en una decisión regulatoria que debía ser tomada a partir de criterios técnicos, el régimen terminó aplicándose solo en Tacna, con lo que los beneficios fueron mínimos.
La sentencia de muerte llegó con el DS 015-2011-PRODUCE, que derogó el régimen especial y con el DS 005-2012-PRODUCE amplió la restricción a la pesca industrial a las diez millas. Otras normas posteriores regresaron la restricción a las cinco millas. Desde entonces, la industria pesquera en el sur agoniza. La caída promedio de esta industria ha sido alrededor del 60%, lo que impacta más en el sur si tenemos en cuenta que su diversificación pesquera es menor que en las otras zonas del país. Según un estudio de Macroconsult de 2018, entre los años 2002 y 2011 se registraron en promedio 764,000 toneladas de captura anuales, mientras que entre el 2012 y 2017 estas fueron de 269,000 anuales; en el 2019 la captura en Perú fue de 134,600 toneladas. Chile que también realiza un manejo pesquero bajo los principios de conservación y sostenibilidad, sí permite en su zona norte la pesca industrial dentro de las cinco millas (la que comparte el stock de anchoveta con Perú), lo que ha significado, según el citado estudio de Macroconsult, que desde el 2012 capture en promedio 50% más que Perú y que en particular en los años 2013 y 2017, esa mayor captura sea de 65 % y 67%, respectivamente. Al ser un stock compartido que transita ambos países, es claro que, lo que el Perú deja de aprovechar, lo aprovecha Chile. El sustento para eliminar los regímenes especiales por el impacto negativo que tendría en la pesca artesanal no fue tal, pues dicha eliminación no significó un aumento en los desembarques de la pesquería artesanal.
Ahora que es urgente atender a la economía por la grave crisis que nos está dejando esta emergencia sanitaria, se deben evaluar distintas medidas para la reactivación del sector pesquero. Porque el sur también existe, debería ser una de las prioridades de la administración pesquera evaluar la restitución de un régimen especial de pesca industrial de anchoveta para la pesca dentro de las cinco millas en dicha zona. Esto sobre la base de estudios científicos del IMARPE que ya determinaron su viabilidad en términos de conservación y sostenibilidad y con el agregado que ello puede ser también un beneficio económico para los artesanales en la forma de un Fondo como los señalados.
Fuente de imagen: Andina