Por: Dante Solano Silva
Egresado de la Especialidad de Psicología Social de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente se dedica a la consultoría en temas de gestión organizacional y gestión pública.
El discutir de la naturaleza de la Moral y la Ética ha sido un tema usualmente asociado a la filosofía. Sin embargo, desde el siglo pasado diversas ciencias sociales y biológicas han venido investigando en diferentes niveles la moral humana, dando importantes aportes a su entendimiento. En los últimos años, estos aportes se han venido integrando en el campo interdisciplinario conocido como Psicología Moral (Doris, Cushman, & Group, 2010; Haidt, 2007; Haidt & Kesebir, 2010), el cual busca entender cómo las personas realizan sus juicios morales y porqué estas se comportan bien o mal (Doris, et al., 2010). Asimismo, la Psicología Moral actualmente tiene relevancia académica y científica (Haidt, 2007), y sus investigaciones están teniendo importantes implicancias en diversas disciplinas como la Gestión (Paharia, Kassam, Greene, & Bazerman, 2009), el Derecho (Darley, 2009; J. Greene & Cohen, 2004), la Educación (J Graham, Haidt, & Rimm-Kaufman, 2008), etc. En el presente texto se presenta, en primer lugar, qué es la Psicología Moral, donde se discuten sus orígenes, sus primeros desarrollos y las tendencias actuales. Por último, se expondrá algunas implicancias que puede tener esta para el Derecho y otros Asuntos Públicos.
La Psicología Moral: Orígenes, Desarrollo y Tendencias Actuales
A lo largo de la historia humana, las diversas culturas y sociedades han tratado de definir cuáles son las formas correctas o aceptables de comportarse; elaborando, para ello, leyes, códigos de conducta o manifestándolas en sus narraciones (mitos, leyendas, poemas épicos, etc.). Con la llegada de la Ilustración, los filósofos occidentales se adueñaron del estudio de la moral y la ética, desarrollando teorías sobre estas basándose en una aproximación deductiva lógica-verbal (Moll, Zahn, de Oliveira-Souza, Krueger, & Grafman, 2005), cuyo propósito era identificar principios universales que guíen la conducta humana. Si bien las dos corrientes predominantes de esta época, el consecuencialismo y la deontología (Haidt & Kesebir, 2010), diferían en sus aproximaciones, ambas pretendían proponer alguna regla para poder actuar moralmente e insistían en que las decisiones morales debían ser razonadas más que intuidas (Haidt & Kesebir, 2010). Esta tradición en la filosofía moral sería llamada por Edmund Pincoffs (1986) como “Quandary Ethics” o Ética de los Dilemas.
Esta tradición inspiraría los primeros trabajos de la psicología del desarrollo moral (Kohlberg, 1976; Piaget, 1965), iniciados por Jean Piaget (1965) y, posteriormente, Lawrence Kohlberg (1976). El objetivo de ambos investigadores era entender los cambios que ocurren en el razonamiento moral desde la niñez hasta la adultez, partiendo de una concepción prescriptiva deontológica de la moral, basada en el valor de la justicia, y sosteniendo que el razonamiento era el elemento más importante en el fenómeno moral. Posteriormente, Carol Gilligan (1982) criticaría el hecho de entender la moral basada solo en el sentido de la justicia; proponiendo así la ética del cuidado como otra dimensión de la moral. En la actualidad, diversos autores concuerdan en que la dimensión moral del daño/cuidado es también un elemento importante de la psicología moral (Gibbs, 2003; Haidt, 2007; Haidt & Kesebir, 2010; Killen & Smetana, 2006). Ambas posturas sobre la moral marcarían los posteriores desarrollos en el estudio de la moral en la Psicología del Desarrollo (Killen & Smetana, 2006; Turiel, 1983); e inclusive, dominarían la discusión de la moral en la Psicología misma.
Sin embargo, a partir de la década de los noventa se comienzan a dar una serie de avances en el entendimiento del comportamiento humano que impactarían en el estudio de la moral. Con esto nos referimos a la revolución afectiva, el renacimiento de las ideas evolucionistas y los estudios transculturales (J. Greene & Haidt, 2002; Haidt, 2007). En las siguientes líneas se resumen estos aportes al entendimiento del fenómeno moral:
La emoción y la intuición
Los avances en cognición social, psicología social y neurociencias permitieron entender que el razonamiento no es la clave del fenómeno moral (J. Greene & Haidt, 2002; Haidt, 2001) ni de la psicología humana (Bargh & Chartrand, 1999). Robert Zajonc (1980) propuso que la mente humana está compuesta por dos sistemas: uno afectivo, antiguo, automático y rápido, y otro cognitivo, nuevo, lento y motivacionalmente débil; donde el sistema afectivo tendría una primacía en el procesamiento de la información, evaluando todo lo percibido de manera automática.
Estas premisas fueron llevadas al campo de la moral y Joshua Greene, junto a sus colaboradores, (J. Greene & Haidt, 2002; J. D. Greene, Nystrom, Engell, Darley, & Cohen, 2004) encontraron que las personas activan zonas cerebrales vinculadas a la emoción ante dilemas morales. Asimismo, Jonathan Haidt (2001) propondría el modelo socio-intuitivo de la moral, en el cual plantea la existencia de una primacía de los procesos automático-intuitivos en el juicio moral y que el razonamiento moral, cuando existe, es un proceso post-hoc de búsqueda de evidencia para dar soporte a la reacción intuitiva inicial. Por tanto, el procesamiento de la moral dependería de dos sistemas uno afectivo-intuitivo y otro razonado-consciente (Cushman, Young, & Greene, 2010).
A estos avances se suma una extensa evidencia clínica, la cual señala la importancia de ciertas zonas cerebrales relacionadas a la emoción en los juicios morales (J. Greene & Haidt, 2002; Moll, et al., 2005). Por ejemplo, Eslinger y Damasio (1985) observaron que los pacientes que sufrieron daño durante la adultez en la Corteza Pre-Frontal Ventromedial tenían una serie de déficits en el comportamiento moral, mas no en el razonamiento moral. Posteriormente, se comprobaría que cuando se afecta esta zona cerebral a edad temprana, se daña tanto el razonamiento como el comportamiento moral (Anderson, Bechara, Damasio, Tranel, & Damasio, 1999; Dolan, 1999). Inclusive, diversos reportes en pacientes psicópatas han señalado la presencia de anormalidades en ciertas zonas cerebrales (Müller et al., 2003) las cuales explicarían los problemas en el comportamiento moral de estos.
Cultura
Las investigaciones de corte transcultural ampliarían el panorama de la moral señalándonos la importancia de la cultura en la construcción de la moral (Haidt, Koller, & Dias, 1993; Shweder, Much, Mahapatra, & Park, 1997). Schweder (Shweder, et al., 1997), a partir de sus estudios en diferentes culturas, propondría las “tres grandes” dimensiones en las cuales las culturas construyen su moral: la ética de la autonomía, de la comunidad y de la Divinidad. Posteriormente, Haidt (Haidt, 2007; Haidt & Kesebir, 2010) se inspiraría en estos estudios y propondría, en la Nueva Síntesis de la Psicología Moral (Haidt, 2007), la teoría de los Fundamentos Morales. Esta teoría postula que existen 5 dimensiones universales de la moral (la justicia, el daño/cuidado, la lealtad al grupo, la autoridad y la divinidad), las cuales están enraizadas en nuestra evolución humana y que las culturas difieren en la importancia que le dan a cada una de las dimensiones. Estas propuestas concuerdan con los diversos trabajos en psicología transcultural los cuales han permitido entender que los valores culturales no son universales (Hofstede, 1980; Triandis, 1996); y por tanto, no existirían valores morales absolutos (Moll, et al., 2005).
Evolución
Por último, las aproximaciones evolucionistas al fenómeno moral han permitido entender como esta pudo surgir. La evolución de la cooperación social, a partir de sus diferentes procesos (Hamilton, 1964; Nowak & Sigmund, 2005; Trivers, 1971), habría generado diferentes presiones selectivas para el desarrollo de ciertas zonas cerebrales (Grafman, 1995; Moll, de Oliveira-Souza, & Eslinger, 2003) y de mecanismos motivacionales-emocionales (Miller, 2007; Trivers, 1971), que permitan la detección y castigo de los “free-riders” (Fehr & Fischbacher, 2004; Gintis, 2000); es decir, la regulación del egoísmo y permitir la cooperación social (Haidt & Kesebir, 2010).
En resumen, la Psicología Moral es un campo de investigación sobre los mecanismos que nos permiten establecer juicios morales y comportarse moralmente. El estudio de la Psicología Moral partió de la tradición filosófica de la llamada “Ética de los Dilemas”, en específico, de una postura deontológica prescriptiva; y que en su devenir ha venido integrando los diversos avances de la Psicología Social y de la Psicología Transcultural, así como los avances en Neurociencia, Cognición Social, Biología Evolucionista y Ciencias Sociales. Asimismo, las actuales investigaciones apuntan a que el fenómeno de la moral está afecto por elementos de nuestra evolución humana, de los procesos cerebrales cognitivo-afectivos y de la cultura. En la siguiente sección se presentarán algunas implicancias de los diversos estudios que se han venido desarrollando en la Psicología Moral para el Derecho y los Asuntos Públicos.
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¿Una ciencia de la moral no debería tratar de determinar qué es bueno y qué es malo experimentalmente?
La pregunta que realizas es interesante y permite discutir algunos elementos de lo expuesto en el texto. La investigación científica de la moral se ha centrado en entender cuáles son los elementos que subyacen al juicio y comportamiento moral; es decir, busca explicar y describir cómo opera la moral en los seres humanos. Los resultados han permitido entender que todos desarrollan un sentido moral, como lo propone Haidt en la Teoría de los Fundamentos Morales o Mikhail con la Teoría de la Gramática Moral Universal. Además, la ciencia también ha demostrado que lo que las personas consideran bueno o malo depende de su cultura y de sus valores; y los científicos no están exentos a esto. Sin embargo, lo que señalas ha sido propuesto por autores como Sam Harris, el cual expone que se debe pensar la moral a partir del bienestar animal y humano; aún así, los estudios mundiales en bienestar subjetivo han permitido entender también que lo que uno concibe como bienestar depende de la cultura de uno, e inclusive lo que ciertas culturas conciben como desarrollo o bienestar no necesariamente promueven sentimientos positivos ni la felicidad. Por tanto, que la ciencia pueda determinar lo que es bueno y malo moralmente (y por métodos experimentales, como propones) caería en una discusión sobre valores, de la cual nunca se llegará a un acuerdo, a menos que todos tengamos la misma cultura y mentalidad. Pero más allá de este tema, los estudios en Psicología Moral si tienen elementos de importante aporte a nuestras sociedades, algunos se exponen en la parte II del artículo.
En efecto, LuchingG, el bien y el mal para la teología son valores morales, para la filosofía son cualidades éticas y para la psicología emociones sensibles, es decir, una experiencia emotiva. Para no extenderme en este comentario te dejo este enlace sobre este mismo tema: http://jaimedespree.de/articulo.php?id=24