Por: Carlos Eduardo Pérez Crespo

El contexto

En la década de los 60’s se expandió en América Latina el modelo de la ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones), que estuvo inspirado en las teorías de la dependencia que planteaban que la soberanía política de los países latinoamericanos sólo era posible con una mayor autonomía hacia los capitales extranjeros, principalmente, de los EEUU. El modelo de la ISI planteaba que el Estado debía tener una participación más activa en el mercado de bienes y servicios, pero también en el mercado financiero. En términos económicos, esto quería decir que el Estado podía aumentar o disminuir la oferta de dinero a través del Banco Central y también aumentar la demanda interna a través de la disminución de los precios de los bienes básicos. Sin embargo, con la crisis económica de los 80’s en América Latina, conocida en la literatura como la «década perdida», este modelo de intervencionismo entró en crisis sobre todo por la crisis de la OPEP, por lo cual se inició en toda la región un proceso de liberalización económica que significó la privatización de las empresas públicas en desfalco, la flexibilización de las leyes laborales y el replanteamiento de los derechos sociales y la seguridad social.

La Refinería

Siendo este el contexto, el Perú inició en la década de los 90’s un fuerte impulso de modernización económica y financiera. Como consecuencia de este nuevo modelo de liberalización, las industrias estratégicas de producción fueron vendidas a capitales privados. Algunas de las empresas públicas fueron vendidas a precios muy bajos, como es el caso de la empresa pública de telefonía. Pero una de las ventas más importantes fue el de la industria de Refinamiento de Petróleo. ¿Qué es una refinería? En resumidas cuentas, es una planta de procesamiento del petróleo para la producción de sus derivados comerciales, como la gasolina, el gas y los aceites ligeros, todo ello a través de un proceso de destilación de alta ingeniería.

En el Perú existen tres principales empresas de Refinamiento: Refinería la Pampilla, adquirida en 1996 por Repsol, Refinería Talara, propiedad de Petroperú desde 1917 y Refinería Conchán, también propiedad de Petroperú desde 1954. No obstante, la Refinería la Pampilla es la más grande del Perú, con la mayor capacidad diaria de producción y de almacenamiento de crudo y con la mayor capacidad de consumo de energía eléctrica para su capacidad instalada. Es por esa razón que muchos defensores de la compra de la Pampilla vieron esta posible compra del Estado peruano como un retorno del Estado a una posición estratégica en la industria energética, debido a que de concretarse  las negociaciones Petroperú habría sido el dueño casi absoluto de la producción y distribución de los derivados del petróleo.

Los resultados financieros de la Pampilla

Lo que en teoría parecía interesante y estratégico para el Estado, no se reflejaba en los resultados financieros de La Pampilla. Habría que aclarar que Repsol tiene cuatro principales unidades negocios en el mercado peruano: Repsol Exploración, que consiste en la actividad de perforación para hallar el crudo; Repsol Gas Natural, principalmente la venta de Gas Natural Licuado (recientemente vendido a la Shell); y Repsol distribución y venta de gasolina en los grifos. Pero de todos ellos los más rentables son la distribución de gasolina en los grifos y la exploración y perforación -que tiene una inversión de USD 50 millones y puede lograr proyectos de USD 800 millones. Si analizamos los Estados Financieros, podemos notar que en el Estado de Ganancias y Pérdidas del 2012, Repsol muestra una clara disminución de su rentabilidad debido a su menor utilidad bruta y neta en el período anual. De este modo, las ventas de la Pampilla se incrementaron en el período 2012, pero su costo de ventas también aumentó un 11% en relación al 2011. Por esa razón, la utilidad bruta disminuyó en 50% en relación al año anterior. Pero lo más importante es que la utilidad neta de la Pampilla en el 2012 fue de USD 29,503 (en miles), es decir, en el período anual la rentabilidad después de impuestos se redujo 70%.

No obstante, los resultados más interesantes son los ratios financieros de la Pampilla. Los bancos utilizan estos análisis para evaluar el riesgo crediticio, la solvencia y el estado financiero de las empresas. Hemos aplicado estos ratios al Balance General 2012 de Refinería La Pampilla, con lo cual hemos obtenido los siguientes resultados:

Los resultados nos muestran dos tipos de análisis: la solvencia y la rentabilidad. En el primer caso queremos medir cuánto puede endeudarse la empresa; en el segundo se mide cuánto está ganando realmente la empresa por cada unidad monetaria invertida. El análisis de la solvencia nos muestra que la Razón de Endeudamiento (Pasivos/Activos) ha empeorado en el período 2012, debido a que por cada S/. 1.00 invertido, la Pampilla tiene que pagar como deuda a terceros S/. 0.628, por lo cual corre el riego de no pagar nuevas deudas contraídas en el largo plazo. Asimismo, su capacidad de pago en el corto plazo, Razón Ácida, también ha empeorado de 1.104 a 0.823, por lo cual su capacidad de hacer pagos con liquidez en el corto plazo es menor que en el 2011. Del mismo modo, sus posibilidades de invertir Capital en el corto plazo también ha empeorado en el último año, lo cual quiere decir que es peligroso para la empresa el ingresar a nuevos negocios con medianos niveles de riesgo.

Sin embargo, el punto más importante para afirmar que la compra de Repsol no le convenía al Estado peruano es el de la rentabilidad. El margen de utilidad (Utilidad Neta/Ventas) ha disminuido dramáticamente en el último período, con sólo un 0.63% de utilidad sobre el total facturado por la empresa. Del mismo modo, el resultado más interesante es el del Rendimiento del Capital (Utilidad Neta/Capital), es decir el porcentaje que ganan los accionistas por cada unidad monetaria de Capital invertido, debido que éste ha bajado de 42.30% a 9.87%. Es decir, desde el punto de vista de los accionistas, las inversiones en la Pampilla son menos rentables que en el 2012, por lo cual el negocio no es para muy atractivo.

¿El regreso del estatismo?

En el plano de los números la inversión del Estado Peruano en la Refinería la Pampilla a todas luces no era conveniente. Era un mal negocio. Pero lo interesante de este caso es que despertó la discusión acerca de si el Gobierno de Humala retomaba el plan de la Gran Transformación al querer ser accionista de empresas estratégicas de energía. Desde nuestro punto de vista es exagerado plantear que esta intención de compra de una Refinería se presente como un viraje al chavismo o el kichnerismo. Para empezar, la decisión parece haber respondido a un interés por fortalecer la presencia de Perupetro en el mercado de los combustibles, debido a que la fluctuación de los precios viene afectando a los usuarios y en rendimiento mismo de la mencionada empresa estatal. No obstante, de haberse concretado la compra de los activos de Repsol, los resultados en el plano político y económico habrían sido negativos.

En primer lugar, es importante resaltar que en teoría no es descabellado pensar que el Estado pueda ser accionista de las empresas estratégicas, como actualmente sucede en los países europeos y también en los BRICS. Pero el problema real en el caso peruano es que el Estado es un muy mal administrador e inversionista. El mayor temor de los empresarios no es la compra de activos del Estado, sino el hecho de que en el Perú esto ha producido en el pasado redes burocráticas de corrupción y clientelismo, lo cual termina afectando a las empresas proveedoras de materiales y de servicios, que en la actualidad compiten en las reglas del libre mercado. En segundo lugar, el Estado peruano, con sus procesos largos y engorrosos, no ha demostrado nunca en su historia republicana el tener perspectiva empresarial de competencia a niveles internacionales. ¿Mejoraría el desempeño de la Pampilla con un Estado como el que tenemos? Difícilmente, sino imposible. Finalmente, el temor de la compra de activos de Repsol ha estado muy marcado por lo que es el contexto Latinoamericano. En el caso de Argentina el gobierno de Cristina Kichner decidió expropiar YPF, la otrora principal empresa estatal petrolera. De hecho, los resultados tan malos de la Refinería en el 2012 se deben en gran medida a las ingentes pérdidas que tuvo la empresa después de esta expropiación. A diferencia de nuestros vecinos, en el Perú aún no se escuchan voces sobre la expropiación de empresas; y es que el período velasquista demostró que estas medidas no contribuían al desarrollo económico, la distribución de la riqueza ni la disminución de la pobreza.