La lucha por la democracia: Análisis de la situación electoral en Venezuela 2024

"Es crucial que la comunidad internacional no solo se mantenga comprometida con la integridad democrática, sino que también amplifique las voces de los venezolanos que claman por justicia y cambio. Por ende, si bien desde el exterior no podemos apoyar directamente a la población venezolana, a través de las redes sociales podemos compartir sus historias para que el mundo no olvide la tragedia que vive Venezuela y, con ello, fortalecer la esperanza de que un día, la justicia prevalecerá".

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Por Enfoque Derecho

CONTEXTO:

En la actualidad, Venezuela enfrenta profundos desafíos y dificultades. No obstante, no hace mucho tiempo atrás, el país era un refugio de diversidad y belleza, caracterizado principalmente por una economía estable y próspera. Sin embargo, los venezolanos de aquella época no anticiparon la alta dependencia de la economía en el precio del petróleo. Así, cuando los precios comenzaron a caer alrededor de los 80, se desencadenó una crisis económica. En este contexto, Hugo Chávez surgió como una figura «salvadora», aprovechando la situación para ascender en la política y, de esa forma, se presentó como el redentor de la nación en un momento en que la población había perdido la fe en los partidos políticos tradicionales.

Durante su gobierno, Chávez implementó una serie de reformas políticas que consolidaron su poder por décadas. Es así que, en 2013, tras su fallecimiento, Nicolás Maduro, quien era vicepresidente en ese momento, asumió la presidencia de la nación. Desde entonces, la crisis política, social y económica en Venezuela se intensificó. La deterioración de las condiciones de vida hizo prácticamente imposible mantener un nivel adecuado de bienestar en el país, lo que llevó a millones de venezolanos a emigrar en busca de mejores oportunidades en otros lugares.

En tiempos recientes, Venezuela ha estado en el centro de la atención mundial; no obstante, la situación ha empeorado tras las recientes elecciones presidenciales del 28 de julio. En estas elecciones, se enfrentaron Edmundo Gonzales Urrutia, representante de la oposición, y Nicolás Maduro. Sin embargo, lo que provocó la indignación tanto del pueblo venezolano como de la comunidad internacional fue la intimidación y el fraude electoral perpetrados por el chavismo, tanto antes como después de las votaciones.

Por un lado, previamente a las elecciones, Maduro, consciente de que los venezolanos en el extranjero probablemente no lo apoyarían, estableció condiciones de votación que, en lugar de ser requisitos, actuaron como barreras restrictivas. Entre estas condiciones se exigía un pasaporte vigente y calidad migratoria permanente. Aunque estos requisitos son comunes en otros países, hay que considerar que el pasaporte venezolano es uno de los más caros del mundo y que la mayoría de venezolanos que han migrado enfrentan dificultades económicas severas, a menudo sin recursos suficientes ni siquiera para una vida digna. En consecuencia, de los 5,5 millones de venezolanos que habitan en el exterior, únicamente 69 mil de ellos pudieron acceder al voto.

Por otro lado, durante las elecciones, las principales encuestadoras otorgaban la victoria a Edmundo González con un margen de 70% frente al 30% de Nicolás Maduro. Empero, los resultados finales del Consejo Nacional Electoral (CNE) mostraron que Maduro había obtenido el 51,2% de los votos, mientras que el líder opositor, aparentemente, alcanzó el 44,2%.

Ante estos hechos, el pueblo venezolano exigió la divulgación de las actas electorales. No obstante, hasta la fecha, las entidades electorales se han negado a mostrar las actas, alegando que su página web fue hackeada y que, por lo tanto, se perdieron los tan importantes documentos. Viendo ello, para tratar de menguar un poco la presión internacional, Nicolás Maduro, ha descalificado las acusaciones de la oposición, señalándolas como un «intento de golpe de Estado».

Cientos de venezolanos, indignados por los resultados del CNE, han salido a las calles para manifestarse en defensa de sus derechos. Esta protesta ha desencadenado una represión inmediata por parte del gobierno chavista contra los manifestantes. Gran parte de la represión de la policía bolivariana se ha podido observar a través de las redes sociales, donde circulan imágenes y videos que muestran la brutal represión; así como numerosos informes sobre muertes, desapariciones forzadas y allanamientos hacia las viviendas de opositores.

Asimismo, cabe resaltar que, ante las revueltas en el país, Maduro ha ordenado la captura inmediata de Edmundo González y María Corina. El peligro que corren los líderes opositores venezolanos es alto, tanto así que el gobierno costarricense les ha propuesto asilo político en su país. Ahora bien, lo mencionado son solo algunas de las atrocidades que se han cometido en Venezuela; por ende, desde Enfoque Derecho consideramos que es necesario que Nicolás Maduro abandone el mandato para permitir la restauración de la democracia y el respeto a los derechos humanos en el país.

DESARROLLO:

En base a los hechos mencionados con anterioridad, podemos afirmar que la crisis en Venezuela es un fenómeno complejo que ha captado la atención internacional debido a sus profundas repercusiones políticas, económicas y sociales. No obstante, el hecho que ha exacerbado la situación en Venezuela, posee como origen el aparente fraude electoral y la manipulación de las actas electorales en las recientes elecciones presidenciales del país.

La importancia de recalcar este fraude electoral recae en que, a pesar de lo que la mayoría pueda llegar a imaginar, actualmente Venezuela mantiene  un sistema  electoral de elección popular. Sin embargo, este  se ha visto significativamente violentado con la autodenominación de Nicolás Maduro como presidente electo.

La esencia de un sistema democrático radica en la capacidad de los ciudadanos para elegir libremente a sus líderes y participar en la toma de decisiones que afectan sus vidas. Así, cuando se rompe el derecho de los ciudadanos a ejercer su voto democráticamente, se resquebraja el eje fundamental que sostiene la gobernabilidad y el poder deja de estar legitimado por el consentimiento de los gobernados. No obstante, lo más crítico en esta situación no es el hecho de que los venezolanos se encuentren ante un gobierno que ha vulnerado su derecho al voto, sino que por este motivo continuarán viviendo en un contexto social deplorable, en tanto sus gobernantes permiten que día a día los ciudadanos enfrenten violencia, intimidación, castigos, crímenes y hambruna.

Bajo esa línea, tal y como se ha mencionado al comienzo del presente editorial, la crisis en Venezuela ha conllevado a que millones de sus habitantes se hayan visto en la necesidad de salir de su país para, de esa forma, intentar buscar mejores oportunidades en el exterior. Es así que personas que dedicaron años de sus vidas a estudiar y formarse en su país, fueron obligadas a huir al extranjero, solo para encontrarse con la amarga realidad de pasar hambre, sin poder encontrar un trabajo digno.

En ese contexto, las elecciones del 28 de julio en Venezuela adquirieron una importancia crucial. Tanto dentro como fuera del país, los venezolanos hicieron todo lo posible por ejercer su derecho al voto con la esperanza de poner fin al régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Sin embargo, pese a la expectativa de una derrota del mandatario, la dura realidad se impuso cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó a Maduro como «victorioso», ignorando los esfuerzos y la voluntad de millones de ciudadanos.

Ante esta situación de injusticia, miles de venezolanos han realizado movilizaciones alrededor del país para manifestar su disconformidad con la situación de corrupción que se encuentran viviendo. Asimismo, ciudadanos en el extranjero también han levantado su voz en contra del dictador. Sin embargo, la situación es más complicada para quienes se mantienen dentro de Venezuela, pues Maduro ha utilizado la fuerza militar para reprimir violentamente las protestas y silenciar a la oposición.

Los «métodos» empleados por el mandatario para reprimir a la población descontenta se han caracterizado por una flagrante violación de los derechos humanos en Venezuela. Hasta la fecha, se han reportado más de 2,000 arrestos arbitrarios, un uso excesivo de la fuerza contra manifestantes, torturas y muertes despiadadas. El objetivo de estas acciones es claro: silenciar a la población y sembrar un temor que les impida reclamar sus derechos. Sin embargo, este intento de coerción ha fracasado, pues Maduro no reconoce que su gobierno ha sido tan devastador que el pueblo, sin nada más que perder, ahora exige justicia con más determinación que nunca.

Entre los actos más atroces de represión, sobresale la brutalidad con la que se somete a aquellos que se atreven a manifestar su desacuerdo con la agónica realidad social. No hay distinción alguna: si uno se atreve a participar en una protesta o simplemente se encuentra en la intimidad de su hogar, los militantes tienen la orden de apresar a cualquiera que se atreva a revelar la verdad sobre Venezuela. Asimismo, las consecuencias para quienes difunden información que desafía el régimen de Maduro son aterradoras, en tanto se ha corroborado que estas personas son sometidas a torturas inimaginables, desde graves lesiones físicas hasta la pérdida de la vida.

El deseo de Maduro por silenciar a su país obedece a su desesperada necesidad de ocultar las graves violaciones de derechos humanos que su régimen está perpetrando. Aunque hasta la fecha los medios de comunicación han informado sobre la muerte de al menos 24 personas, cifra que se actualizó hasta la semana pasada, se teme que el número real sea considerablemente mayor. La falta de acceso directo a redes sociales y medios de comunicación venezolanos contribuye a la opacidad de la situación, dificultando una evaluación precisa de la magnitud de la represión.

Es importante destacar que la imposibilidad de mantener un contacto directo con la situación en Venezuela se debe a la estricta regulación impuesta por Nicolás Maduro sobre el uso de las redes sociales. Maduro ha intensificado su control estatal sobre cómo las personas gestionan sus perfiles en plataformas como TikTok, Twitter e Instagram. Además, ha castigado a quienes las utilizan y ha instado a la población a abandonar WhatsApp. Según Maduro, estos medios fomentan la guerra civil y respaldan el fascismo, lo que refuerza su determinación de controlar la información y limitar el acceso a la realidad venezolana. En ese sentido, a pesar de que Maduro lo niegue, todo lo mencionado implica una grave lesión a la libertad de expresión del pueblo venezolano.

Cabe resaltar que, a través de las redes sociales, Maduro ha protagonizado «controversias» con diversas personas en el extranjero, en tanto aquellos dentro del país tienen estrictamente prohibido enviar siquiera un mensaje que sugiere represión. El mandatario sostiene que estas personas en el exterior desconocen la realidad de Venezuela y que sus comentarios solo siembran discordia entre la población. Entre los destacados con los que ha tenido enfrentamientos, se encuentran Elon Musk, dueño de Twitter, y la influencer venezolana Lele Pons, a quienes Maduro ha acusado de intentar imponer sus ideales “rebeldes” y de perjudicar al gobierno.

Entonces, ¿Qué es lo que impulsa a Nicolás Maduro a aferrarse al poder con tanta tenacidad? Maduro conoce que renunciar podría sellar su destino, como ocurrió con otros dictadores derrocados que enfrentaron prisión o incluso la muerte. En este contexto, su permanencia en el poder actúa como una forma de protección personal. Es probable que las decisiones actuales de Maduro sean una estrategia para ganar tiempo y planear una salida segura. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿Cuántas vidas más se perderán antes de que Maduro logre abandonar el poder sin enfrentar consecuencias?

La falta de legitimidad de Maduro como presidente de Venezuela ha conllevado a que diversos países lo desconozcan como mandatario y que respalden la victoria de Edmundo Gonzales, líder de la oposición. Tal es el caso de gobiernos como Perú, Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Uruguay. Por ello, Maduro rompió relaciones diplomáticas con cada uno de estos países, exigiendo el retiro de su personal representante.

El problema radica en que la falta de reconocimiento y apoyo internacional ha generado el aislamiento de Venezuela, lo que agrava la crisis económica, limita la cooperación y exacerba la polarización política tanto dentro como fuera del país. Esta situación también puede afectar a la población venezolana, al reducir las posibilidades de recibir ayuda internacional y agravar las tensiones regionales. Por ello, es menester tener en consideración que, mientras Venezuela siga luchando con estos desafíos, la comunidad internacional debe enfrentar la responsabilidad de buscar soluciones que puedan aliviar la crisis y promover un futuro más estable y próspero para Venezuela.

REFLEXIONES FINALES

La situación en Venezuela es una tragedia humana que ha fracturado la vida de miles de personas, obligándolas a sobrevivir en un entorno de represión y desesperanza. Cada día, los venezolanos se enfrentan a la dura realidad de un gobierno que ha socavado la democracia, silenciado voces y violentado sus derechos. En Enfoque Derecho, rechazamos la asunción de Nicolás Maduro, ya que su «triunfo» carece de legitimidad y su permanencia en el poder responde únicamente a intereses personales, sin importar que el costo recaiga en la vida de los ciudadanos”.

Es crucial que la comunidad internacional no solo se mantenga comprometida con la integridad democrática, sino que también amplifique las voces de los venezolanos que claman por justicia y cambio. Por ende, si bien desde el exterior no podemos apoyar directamente a la población venezolana, a través de las redes sociales podemos compartir sus historias para que el mundo no olvide la tragedia que vive Venezuela y, con ello, fortalecer la esperanza de que un día, la justicia prevalecerá.

Editorial escrita por Marialitz Fasshauer y Ariana Cabrera

7 COMENTARIOS

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