Hay muchas estadísticas y números que engloban los distintos problemas que atraviesan las mujeres en el mundo. 66 millones de niñas alrededor del globo no reciben ningún tipo de educación. 80% de las víctimas de la trata de personas son niñas. El 50% de los casos de abuso sexual se presentan en niñas menores de quince de años[1]. Ciertamente, la situación no solamente es preocupante, hasta llega a ser trágica. No obstante, existe otra cifra igual de alarmante de la cual no solemos hablar mucho. Me refiero, precisamente, al hecho de que 130 millones de niñas y mujeres viven el día de hoy siendo víctimas de la mutilación genital femenina (MGF) en 29 países del África y el Medio Oriente[2]. Cabe recalcar que no han sido contabilizados los casos en Europa y América, continentes en donde dichas prácticas son clandestinas, más no inexistentes.

Pero, ¿en qué consiste exactamente la MGF? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta comprende “todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos”[3]. En algunos casos se extirpa el clítoris, en otros se incluye la labia minora, y a veces se suele achicar la abertura vaginal cortando distintas partes de la misma. Si quieren obviarse estas prácticas, se recurre a la cauterización, perforación, incisión o raspado del área genital[4]. Por si esto fuera poco, las consecuencias de prácticas como estas se extienden a lo largo de la vida de la mujer, siendo que estas pueden llevar a quistes, esterilidad, e incluso a complicaciones del parto y muerte del recién nacido.

Brutal, ¿no es así? Entonces, si la MGF no trae nada bueno – incluso, todo lo contrario – ¿por qué se practica? Tal y como indica la OMS, “las causas de la MGF consisten en una mezcla de factores culturales, religiosos, sociales existentes, familiares y comunitarios”. Entre las razones principales que llevan a que se perpetúen este tipo de prácticas, se encuentra el hecho que se considera que la MGF prepara a las niñas para el matrimonio, ya que consideran que de tal manera se reduce la libido femenina, lo que evitaría que estas incurran en actos sexuales prematrimoniales o “ilícitos”. [5] Es también a partir de este momento que a las niñas se les empieza a dar información sobre cómo ser buenas esposas y madres, con el fin de convertirlas en prospectos ideales para sus futuros pretendientes.

Es cuestión de imaginarse que a cierta edad tengan que llevar a sus hijas, con engaños y tretas- a un lugar en donde, contra su voluntad, la apoyarán contra una mesa, le abrirán de piernas, le dirán que se calle, y le impartirán un dolor tan grande que hará que se desmaye. Imagínense que tendrían que hacer eso porque ustedes pasaron el mismo dolor y engaño hace unos años. Porque les enseñaron que esa era la única forma de convertirse en mujer. Porque les dijeron que si no lo hacían, ningún hombre las iba a querer.

Por este motivo erradicar la MGF resulta tan difícil: todos los actores involucrados se encargan – de alguna manera u otra- que esta se siga llevando a cabo. Los padres de familia consideran que sus hijas no serán desposadas si no son mutiladas, enseñanza que es luego trasladada tanto a los niños y niñas de la siguiente generación, y así sucesivamente. De esta manera, cualquier mujer que se niegue a participar de dichos procedimientos – o escape de los mismos- es completamente aislada del resto de la sociedad: el resto de mujeres no se asocia con ella, pues no la consideran una mujer “adulta”, y los hombres no considerarían pedirles matrimonio.

Ahora bien, el hecho que esta práctica sea complicada de abordar, debido a lo que significa culturalmente, no implica que esta no deba ser condenada y erradicada en todos los lugares en donde se practique. Todo lo contrario: el reto que propone su erradicación demanda un esfuerzo aún mayor por parte de la sociedad civil, el cual deberíamos estar dispuestos a dar. Y la única forma de traducir ese esfuerzo en acciones concretas es a través del diálogo, la correcta difusión de información,  y la exhortación a los gobiernos de que, a través de medidas gubernamentales, se prohíba esta práctica y se fiscalice que se deje de llevar a cabo.

La MGF, es nada más y nada menos que una violación a los derechos que tienen todas las niñas y mujeres del mundo a su integridad y al desarrollo de su libre personalidad. Es una práctica que indica que los cuerpos de las mujeres pueden ser violentados, cortados y mutilados con la finalidad de que se conviertan en cuerpos pasivos y desligados de sexualidad. La MGF solo perpetúa la idea de que en el mundo las niñas y mujeres no son dueñas de su cuerpo, pues le pertenecen a alguien más. Hoy, 6 de febrero, recordemos que nuestras niñas y mujeres nacieron para ser libres e independientes, no mutiladas ni sumisas.


[1]http://girlrising.pearsonfoundation.org/downloads/GR_Curriculum_Resources_STATISTICS.pdf?pdf=GR_Curriculum_Resources_STATISTICS

[2]http://data.unicef.org/child-protection/fgmc#sthash.K27Oyxec.dpuf

[3] http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs241/es/

[4] http://www.forwarduk.org.uk/key-issues/fgm/

[5] http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs241/es/

 [6] http://www.un.org/es/events/femalegenitalmutilationday/