En las elecciones municipales no solo hemos elegido a nuestros alcaldes sino también a los regidores que los acompañarán en el Concejo Municipal. Este dato que puede sonar obvio, en realidad no lo es tanto. En las elecciones municipales del año 2006 una lista a la alcaldía de mi distrito me invitó a participar como candidato a regidor, y recuerdo que al hacer campaña entre mis amigos y conocidos, muchos me preguntaban si dichas elecciones se realizarían al mismo tiempo que las de alcalde y si tenían que marcar un número específico, como en las elecciones al Congreso.

Y el desconocimiento no es solo en torno a la manera de elegir a los regidores sino también sobre el cargo mismo y sus funciones. También me pasó en esas elecciones que cuando informaba sobre mi candidatura, muchos me felicitaban por la decisión, me decían lo contentos que estaban por mi… y luego me preguntaban de qué se trataba eso de ser regidor.

Me he preguntado mucho por qué sucede esto con un cargo que es tan cercano al vecino y que cumple un rol importante en la gestión municipal. Recordemos que los regidores suelen canalizar la voz de los vecinos, hacer propuestas a la gestión y tomar una serie de decisiones importantes, como el cambio de zonificación, el otorgamiento de una amnistía tributaria e incluso pueden llegar a declarar la vacancia del alcalde.

Creo que este desconocimiento se explica por dos factores concretos: la forma cómo se vota por los regidores y la manera cómo se decide cuántos regidores de cada partido entran al Concejo una vez obtenido el cómputo final de votos. La elección de regidores se realiza por lista cerrada, junto con la del alcalde. Al marcar el símbolo de un determinado partido, no solo hemos votado por un determinado candidato a la alcaldía, también lo hemos hecho por una lista de regidores que lo acompañan. Ello puede generar una invisibilización de los regidores, puesto que el cargo de alcalde es uno con más poder y protagonismo mediático, en especial si tomamos en cuenta que estamos acostumbrados a una dinámica política muy caudillista en el país.

En cuanto a la conformación de los Concejos Municipales, la Ley Orgánica de Municipalidades determina que la lista ganadora obtiene la mitad más uno de los puestos en el Concejo. Es decir, si en el distrito el Concejo tiene ocho puestos, la lista ganadora ingresa con los cinco primeros puestos de la lista de regidores presentada. La única excepción a esta regla es si la lista ganadora obtiene más del 50%; en ese supuesto, se respeta la proporcionalidad del voto para la conformación del Concejo. Por ejemplo, a continuación comparto con ustedes un gráfico con la conformación final del Concejo de Lima para el periodo 2011-2014:

(Fuente del gráfico: Perú voto a voto)

Pese a que las dos candidatas favoritas quedaron muy cerca una de la otra, la ganadora tiene ocho regidores más porque con ellos obtiene la mitad más uno de los puestos. Creo que esta manera de conformación puede generar que los regidores pierdan notoriedad, ya que existe la alta posibilidad que, al haber mayoría oficialista, el Concejo termine convertido en un órgano de mera ratificación de las decisiones del alcalde.  Sin embargo, la alternativa a ello – una conformación Concejo proporcional a la votación – resulta también peligrosa, puesto que puede generar problemas serios de gobernabilidad, ya que rara vez un alcalde es elegido con más del 50% de la votación.

Ahora bien, creo que la solución a esta problemática está en manos de los propios regidores. Si ellos asumen un liderazgo político claro y con independencia de criterio, cumpliendo a cabalidad con su rol fiscalizador y de representación, sin importar si son oficialistas o de oposición, los vecinos empezarán a tomar mayor conciencia sobre la importancia de dicho cargo. Con ello, a la hora de votar, ya no se fijarán solo en la persona que aparece sonriente en los carteles de campaña.