“¿Y por qué marchas?”
Cada vez que se convoca a una marcha —independientemente de la razón que la motive— se genera controversia. Y es que por un lado se encuentran quienes apoyan fehacientemente la movilización en cuestión, mientras que por el otro están aquellos que la critican. Claramente, la marcha convocada para el día de mañana no se encuentra exenta de dicha controversia.
Si bien el movimiento “Ni Una Menos” ha recibido un gran apoyo por parte de la sociedad civil y personalidades públicas, existen quienes han mostrado un rechazo hacia la convocatoria a la Marcha Nacional que se llevará a cabo el día de mañana, 13 de agosto de 2016. Dicha negativa tiene diversas razones; desde considerar al movimiento “Ni Una Menos” como un grupo pro-aborto encubierto hasta cuestionar que no se esté marchando por causas como la inseguridad ciudadana o la pobreza.
Si bien cada uno de los motivos que llevan al rechazo de la marcha merecen una debida refutación, en esta oportunidad me gustaría concentrarme en uno en específico. Y es que la frase “las marchas no consiguen cambiar nada” la he escuchado en muchísimas oportunidades desde que esta movilización fue convocada, y no podría estar más en desacuerdo con ella. Si revisamos los libros de historia y nos enfocamos en cómo se llevaron a cabo los cambios legislativos más importantes relacionados a derechos humanos —y, sobretodo, en materia de derechos de la mujer—, encontraremos que muchos de estos se dieron gracias a las masivas movilizaciones de la sociedad civil. Estas no solo sirvieron para que distintos grupos de personas pudieran organizarse y reclamar el reconocimiento y respeto de sus derechos, sino también para ejercer presión a sus respectivos gobiernos con el fin de que se lleven a cabo cambios en las legislación y creen políticas públicas que solucionen los problemas identificados.
Es por ello que, en esta oportunidad, me gustaría recordar dos movilizaciones en particular, las cuales fueron lideradas por mujeres con la finalidad de lograr un mundo más justo para ellas y para las que vinimos después.
Black Friday y el movimiento sufragista en Inglaterra
Si bien en Inglaterra las mujeres obtuvieron el derecho al sufragio de manera universal en 1928, desde mediados de los 1800s se gestaba la idea de un reconocimiento igualitario para hombres y mujeres a la hora de elegir a sus representantes en el Parlamento.
Una de las manifestaciones realizadas por las sufragistas inglesas más recordadas fue el posteriormente denominado como Black Friday. El 18 de noviembre de 1910 se debía realizar la discusión del Conciliation Bill, el cual pretendía otorgar el voto a más de 1 millón de mujeres en todo el Reino Unido. Si bien esta propuesta tenía restricciones (únicamente beneficiaba a las mujeres más adineradas y que hubieran podido acumular propiedades), de igual manera significaba un avance importantísimo respecto del reconocimiento del sufragio igualitario.
No obstante la esperanza que implicaba la presentación de esta iniciativa, la emoción duró menos de lo esperado, puesto que finalmente la discusión de la medida no siguió el procedimiento debido. Esto llevó a que más de 300 sufragistas se dirigieran hacia el Palacio de Westminster, solo para encontrarse con aproximadamente 6,000 policías hombres, quienes respondieron a la manifestación con actos de violencia. Las autoridades no solo utilizaron sus armas con el fin de causar daños físicos —como ser arrastradas a lo largo de las calles—, sino que también fueron víctimas de tocamientos indebidos por parte de las mismas.
A pesar de los lamentables sucesos ocurridos ese día, gracias a los testimonios de los testigos y las publicaciones de la prensa, las brutalidades cometidas por parte de la policía no pasaron desapercibidas, así como la falta de compromiso del Parlamento en evaluar y aprobar la medida en cuestión. Esto no solo incrementó la presión ya existente a que la medida fuera aprobada, sino que permitió que muchísimas otras personas se concientizaran sobre la necesidad de que las mujeres fueran tratadas con el mismo respeto que sus contrapartes masculinas.
La aprobación del Equal Rights Amendment en los EE.UU.
Entre 1972 y 1982 se llevaron a cabo diversas movilizaciones en los Estados Unidos con la finalidad de que el Congreso apruebe el Equal Rights Amendment, el cual prohibía la discriminación en materia de género.
La lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres en los EE.UU. comenzó —al igual que en Inglaterra— a mediados de los 1800s. En sus inicios, el objetivo era el mismo que el de las hermanas sufragistas inglesas: que las mujeres tengan el mismo derecho al voto que los hombres. Tras mucho luchar, movilizarse y visibilizarse, se logró la aprobación de la Enmienda 19 a la Constitución de los EE.UU. entre 1919 y 1920, la cual indicaba que todas las mujeres estadounidenses, sin distinción, pudieran votar.
No obstante este avance, la Carta Magna del país del norte no reconocía de manera explícita el hecho de que tanto hombres y mujeres eran iguales ante los ojos de la ley, por lo que cualquier acto de discriminación, independientemente de donde proviniese, estaba terminantemente prohibido. Es por ello que inició una segunda lucha por la aprobación del Equal Rights Amendment, el cual fue inicialmente propuesto en 1923. Sin embargo, no fue hasta la década de los 60s que esta medida fue finalmente presentada en el Congreso, y finalmente aprobada en 1972.
Desafortunadamente, la ratificación de los estados del país también demoró en llegar. Fue a raíz de la oposición de algunos estados, como Illinois, que se llevaron a cabo diversas movilizaciones con el fin de que la enmienda fuera ratificada. Precisamente en el estado de Illinois se realizaron dos marchas de vital importancia organizadas por el National Organization for Women (NOW): una en Mayo de 1976 —la cual convocó a 16,000 personas en la ciudad de Springfield— y en Mayo de 1980 —la cual reunió a 90,000 ciudadanos en la ciudad de Chicago—. Si bien el estado de Illinois sigue siendo uno de los 23 estados que aún no ratifican la enmienda, las movilizaciones organizadas por el NOW sirvieron de inspiración a las manifestaciones en otros estados y son aún recordadas por la sociedad civil cada vez que se busca impulsar nuevamente la ratificación de dicha medida.
Lo que esta marcha significa para el Perú
Los ejemplos previos son una clara demostración de cómo la protesta social puede ser utilizada como una herramienta eficaz para ejercer un cambio en las mentalidades de las ciudadano, las leyes que produce nuestro Poder Legislativo y las políticas públicas que plantea el Ejecutivo.
La marcha del día de mañana es la primera movilización en muchísimo tiempo —me atrevería a decir desde que se llevó a cabo la Marcha de los Cuatro Suyos en el año 2000— que convoca a tantas personas de diferentes edades, ideologías políticas, clases sociales y económicas. Y es que esta marcha, tal y como lo dice su nombre, busca convocarnos a todas. Porque sobran los motivos para marchar en contra la violencia, la discriminación y los efectivos perniciosos que tienen las expectativas de género en tanto hombres como mujeres. Porque en cada testimonio de cada mujer violentada y discriminada existe también una esperanza de que a través de movilizaciones como esta pueda cambiar la mentalidad de quien abusó de ella; de quien aún lo hace; o del gobierno que hasta el momento se ha cubierto los ojos, tapado los oídos y lavado las manos cuando le tocaba defenderla. Porque las leyes y las políticas públicas no cambiarán de manera inmediata, pero lo harán si es que quienes nos representan y gobiernan se percatan de que no pueden callar el clamor de una masa que busca vivir con libertad.
Y es por ello, y por muchas otras razones más, que los invito a marchar el día de mañana. Todos y todas tenemos una invitación a participar del lado correcto de la historia. Vamos a aceptarla.