Por Costanza Borea Rieckhof, abogada por la PUCP, especializada en Derecho Constitucional y Derechos Humanos.
El racismo en el fútbol es un tema recurrente. Los cánticos, chillidos, insultos y comentarios de índole racista son cosa de todas las fechas. Los comportamientos racistas de la hinchada muchas veces se pierden en el anonimato de la masa y son justificados por la “pasión del fútbol”. Lo que es peor, las organizaciones de fútbol y la justicia suelen ser indolentes con este tipo de agresiones. Hace poco Kevin Constant fue reprendido por el Milán y por la FIFA por abandonar el campo al recibir insultos racistas. Pero, los comportamientos racistas en el fútbol no son una consecuencia de la euforia, sino que reflejan un pensamiento que trasciende en la sociedad. Entonces, ¿cómo reaccionar?
El domingo pasado sorprendió la reacción de Dani Alves ante un caso evidente de racismo. En la segunda parte del partido Barcelona v. Villareal, Alves se alistaba para realizar un «corner» cuando un espectador le tiró un plátano. La agresión era obvia: históricamente se ha utilizado la comparación entre negros y monos para hacer referencia a una raza evolutiva inferior. Ante el asombro del estadio, Alvez recogió el plátano y se lo comió. Cuando le preguntaron por lo ocurrido, dijo “Tienes que tomártelo así, porque todo esto ya no lo podemos cambiar (…). Hay que reírse de estos retrasados (…)”.
Esta reacción ha generado una campaña contra el racismo, donde distintos deportistas y personajes públicos (incluida Dilma Rousseff) han aparecido en los medios con el lema “somostodosmacacos”. Esta campaña intentaría reforzar que todos somos iguales.
Sin embargo, también hay muchos que critican esta campaña señalando que tiene el efecto contrario de reforzar el estereotipo. Hace poco leí un artículo muy interesante de Douglas Belchiour[1] donde nos recuerda que cada uno hace frente al racismo desde la posición en la que se encuentra. Por eso, Dani Alves puede reír e ignorar. Pero este no es el caso de la gran mayoría que hace frente al racismo en el día a día, que no tienen que soportar que les arrojen un plátano, sino que tienen que enfrentar los estigmas de la sociedad.
La reacción de cualquiera que haya sido víctima de un acto de racismo, es muy propia. Desde abandonar al campo, hasta ignorar y reír. Por lo mismo, las campañas para combatir el racismo son también muy distintas. No hay una fórmula perfecta. Pero, sea cual fuera, los actos de racismo deben ser sancionados severamente.
A mi parecer, #somostodosmacacos ha sido una campaña brillante. El mismo Alves había denunciado actos de racismo en el campo en reiteradas ocasiones, pero sin ninguna consecuencia. Esta campaña inspirada en este acto e iniciada por Neymar ha tenido un efecto positivo en la sociedad, de ironizar lo que se pretende un insulto. Pero, más importante, de llamar la atención a este acto y condenarlo.
En efecto, el revuelo público que ha causado este caso ha llevado a que se identifique al agresor y se actúe de manera inmediata. El Villareal le retiró el carné de socio y le prohibió la entrada a su estadio de por vida. Asimismo, fue arrestado por la policía española enfrentando una condena de uno a tres años si se le declara culpable.
Lo cierto es que existen normas severas contra el racismo, pero los juicios son pocos. Existe dejadez y miedo en las autoridades en sancionar este tipo de actos, que a menudo se pierden por el efecto de las masas o se justifican por la euforia del fútbol. Podemos reírnos del insulto, pero no podemos dejar de lado las respuestas más severas. Este tipo de actitudes deben ser desterradas del fútbol (y de la sociedad), para lo cual es necesario tomar medidas drásticas que sirvan de ejemplo.
[1] Belchior, Douglas. “Contra o racismo nada de bananas, nada de macacos, por favor!”. En: http://negrobelchior.cartacapital.com.br/2014/04/28/contra-o-racismo-nada-de-bananas-por-favor/