Por Costanza Borea Rieckhof, abogada por la PUCP, especializada en Derecho Constitucional y Derechos Humanos.
Tengo que comenzar esta nota con el disclaimer que no se trata de una opinión personal. Esta semana me llamó la atención la entrevista a Efraín Aguilar (productor de Al fondo hay sitio) con este título. En la entrevista, Aguilar sostiene que su opinión sobre la Unión Civil es reservada (dando a entender que no la acepta), pero la tolera. ¿Qué significa esta tolerancia sin aceptación?
No existe ninguna duda sobre la legalidad de la Unión Civil. Ésta cuenta con amplio respaldo jurídico tanto en el plano internacional como nacional. Así también lo ha reconocido el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos[1], la Defensoría del Pueblo[2] y la Organización de Naciones Unidas, entre otros[3]. De acuerdo al derecho, todas las personas nacemos libres e iguales y, por lo tanto, tenemos el derecho de desarrollar nuestro proyecto de vida de manera libre y sin discriminación. Como consecuencia de ello, el Estado tiene la obligación de asegurar que cada persona (sin perjuicio de su orientación sexual) pueda disfrutar de su libertad, sin discriminación.
En realidad, no existe ningún argumento legal que impida la Unión Civil. Ésta no genera ningún perjuicio a las personas heterosexuales, su único efecto es otorgar a las personas homosexuales los mismos derechos. Es decir, igualdad jurídica.
De esta manera, todos los argumentos en contra encuentran sustento en valoraciones personales. Cosas tan propias como la educación, la experiencia de vida, los valores familiares, la religión o hasta la propia incapacidad de hablar con la familia (lo siento Gisella, que no puedas hablar con tu nieta no es un argumento legítimo). Pero lo cierto es que las personas estamos compuestas de eso. Son nuestras experiencias personales las que crean nuestra moral y condicionan nuestras convicciones. Todos tenemos derecho a tener nuestra propia visión del mundo; lo importante es saber diferenciar entre una valoración personal y una política pública. Es por eso que la «tolerancia» es importante.
Como personas es importante comprender que nuestras valoraciones no son absolutas y que, por tanto, no tienen que ser impuestas a otros. Como Estado, ésta es una obligación. El Estado tiene la obligación de despojarse de toda implicancia emocional y moral para legislar exclusivamente desde criterios meramente legales. Como señaló el Tribunal Supremo de Estados Unidas en la polémica sentencia de aborto «Nuestra tarea es resolver la cuestión desde criterios constitucionales, al margen de las inclinaciones personales y de las pasiones» (Roe v. Wade).
Lo importante de esta tolerancia, es que tiene la capacidad de convertirse en aceptación. A veces el derecho también puede cambiar la sociedad. En este caso, la Unión Civil se constituye como una protección a las parejas del mismo sexo; pero guarda la esperanza de que se reconozca a la diversidad sexual como una opción legítima. Nuestro fin como sociedad debe ser la aceptación total.
[1] http://3.elcomercio.e3.pe/doc/0/0/8/5/1/851029.pdf
[2] http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/varios/2014/Informe-de-Adjuntia-003-2014-DP-ADHPD.pdf
[3] http://onu.org.pe/noticias/onu-union-civil-no-matrimonial-en-el-peru/