Por: Manuel Ferreyros
Estudiante de Derecho en la PUCP, miembro de la asociación civil Themis y del Consejo Editorial de Enfoque Derecho, y miembro de la Liga por la Libertad.
¿Qué es el dinero, y para qué sirve? En términos sencillos, dinero es cualquier bien, sea un pedazo de metal, un trozo de papel o cualquier otro objeto o bien que representa un valor que uno podrá hacer valer frente a otras personas, para así poder intercambiar. Cualquier cosa puede servir de dinero. Actualmente usamos sobre todo monedas y billetes, pero por ejemplo, muchos sostienen que el origen de la palabra salario está en la palabra sal, ya que en la antigua Roma a los soldados se les pagaba con una cantidad de sal. La sal era valiosa, y quien la recibiera sabía que con ella podría intercambiar para obtener otros bienes que realmente deseara adquirir. Así pues, el valor de una moneda no está en las cualidades intrínsecas de ella, como por ejemplo, por el hecho de que esté hecha de un mineral valioso como oro o plata, ni tampoco porque “represente” un valor guardado en otro sitio (por ejemplo, como si cada sol representara una parte minúscula de un almacén de oro en la bóveda de algún gran Banco Central). Una moneda o un billete tienen valor porque uno sabe, al ser el propietario de uno, que podrá ir a una tienda e intercambiarlo por otra cosa y esa persona lo aceptará.
La moneda se desarrolló con un propósito muy sencillo: el facilitar el intercambio entre las personas. Como explica Paul Laurent, el dinero tuvo su origen no en una decisión política de un gobierno que impuso una moneda para facilitar el intercambio, sino que evolucionó de la necesidad comerciar y del ingenio de quienes buscaban formas más sencillas de hacerlo[1]. Sin esta tendríamos que recurrir al trueque: un zapatero tendría que encontrar un agricultor que necesite zapatos si quisiera encontrar algo que comer, y un abogado necesitaría encontrar carpinteros, fabricantes de automóviles y técnicos de computadora con problemas legales que solucionar si quisiera obtener una mesa, un carro o alguien que le arregle la computadora. La moneda, en resumen, permite que uno pueda obtener una representación material del valor de aquellas cosas que ofrece a otros en el mercado, por la sencilla razón de que ello es fácil y práctico y permite que vivamos en el mundo como lo conocemos.
Por estas razones, es inexplicable que países como los Estados Unidos conserven monedas que resultan ser tan inútiles como los peniques. Las monedas de un centavo estadounidenses son completamente inservibles y no cumplen con ninguna de las funciones que deberían tener. Estas, literalmente, consumen el valor que supuestamente representan, generan costos altísimos a las personas que se ven forzadas a usarlos y fundamentalmente, fallan completamente en su función de facilitar el intercambio de las personas. En este artículo intentaré demostrar el por qué.
En primer lugar, es curioso que las monedas estadounidenses de un centavo –de igual forma que las de cinco centavos– cuesten más en fabricar que el valor que representan. Dependiendo del valor momentáneo de los metales, fabricar una moneda de un centavo cuesta alrededor de 1.7 centavos, lo cual significa que el estado pierde recursos en lugar de ganarlos al acuñar monedas. El que decide acuñar monedas falsas de uno y cinco centavos pierde dinero. En el 2006, el valor del metal de los peniques era mayor que el valor del centavo a tal punto que la gente comenzó a derretirlos para quedarse con el metal y obtener ganancias. En vez de entrar en razón y parar de gastar dinero en los peniques, el gobierno estadounidense penalizó estas actividades y siguió fabricándolos.
Pero el problema central de los peniques es que no sirven para lo que se supone que sirven, es decir, para intercambiar con ellos. Cuando queremos pagar el precio de algo debemos fragmentar el dinero que tenemos en partes cada vez más pequeñas, hasta que podamos coincidir exactamente en el precio que queremos pagar. Por ejemplo, si queremos pagar algo que cuesta 95 centavos necesitaremos dividir un sol al menos hasta tener una parte más pequeña que podamos usar para pagar los últimos cinco centavos. En otras palabras, el dinero se divide en unidades menores hasta llegar a un valor mínimo que pueda servir para pagar algo que sea útil.
Pero en Estados Unidos no puedes comprar nada con un centavo. Juntar y contar monedas de un centavo en cantidades suficientes como para alcanzar un valor relevante es muy frustrante y simplemente no vale la pena. En Estados Unidos, además, no aceptan monedas de un centavo en ninguna máquina que pudieras usar para deshacerte de ellas, como máquinas vendedoras o parquímetros. La única máquina que puedes usar para deshacerte efectivamente de tus peniques es una llamada Coinstar, que recibe tus peniques y te da monedas de denominaciones mayores, cobrándote una comisión por ello. En otras palabras, es una máquina que provee el absurdo servicio de permitirte gastar el dinero que en teoría ya tenías, salvo que en la práctica no lo tenías porque no lo podías usar en nada. El significado de la palabra efectivo recae, pues, en que puedas disponer de él efectivamente.
Sin embargo, los centavos no solo no sirven para que la gente pueda usarlos para intercambiar con facilidad, sino que además le imponen un costo real a todas las personas que se enfrentan con estos en su vida diaria. Cada vez que una persona recibe centavos y tiene que lidiar con monedas inservibles que ocupan espacio y no puedes realmente utilizar, pierde segundos valiosos –y no solo él, sino todos los demás que están esperando detrás de él en la cola–. A pesar de que algunos segundos gastados lidiando con sencillo suelto son insignificantes, a niveles nacionales, el tiempo acumulado de todo el mundo que debe lidiar con estas incomodidades llega a costos billonarios anualmente. Es decir, el gobierno estadounidense pierde millones en dinero de contribuyentes para producir pérdidas de billones en las personas que deberían darles uso.
Existe un grupo que sí se beneficia de la existencia del centavo: Jarden Zinc Products, la compañía que fabrica uno de los componentes de zinc necesarios para la fabricación del penique de dólar estadounidense. Esta compañía realiza importantes lobbies anualmente para apoyar la causa de conservar el penique. Se dice que eliminar el penique disminuiría contribuciones a caridad de quienes solo buscan deshacerse de ellos, o causaría inflación de precios porque obligaría a redondear a los 5 centavos más cercanos. Pero lo cierto es que nada de esto ha ocurrido las múltiples veces que se ha realizado en diferentes países, como Finlandia, Australia u Holanda con sus monedas de valores pequeños, redondeando los precios a los 5 o 10 centavos más cercanos: en ningún caso se los precios subieron o las caridades perdieron dinero. De igual forma, el gobierno peruano hace relativamente poco eliminó de la circulación –sensatamente– la moneda de un centavo, y estoy seguro que usted lector probablemente no lo echa mucho de menos. Considerando el poco uso que se le da a la moneda de 5 centavos, quizá la hora de eliminarla no esté demasiado lejos.
El penique estadounidense, pues, es completamente inservible. No cumple ninguna de las funciones que se supone debería cumplir como medio de pago, trae costos grandes para el presupuesto ya desbalanceado del gobierno estadounidense y gastos aún más grandes para todo aquel que se ve obligado a recibirlos y lidiar con ellos. La razón que queda para defender el centavo en su existencia es la tradición y la reverencia a Lincoln. Un penique puede representar un centavo, pero en realidad vale muchísimo menos: no solo carece de cualquier tipo de valor sino que es en realidad un costo real sobre las personas. Y si las monedas no sirven para hacernos la vida más fácil sino para costarnos recursos en tiempo y dinero, la situación es absurda.
El penique debe morir.
[1] LAURENT, Paul
2011 “Buscando el Paraíso, Financiero”. Enfoque Derecho. Lima. Fecha de consulta: sábado, 7 de enero de 2012.
<https://enfoquederecho.com/buscando-el-paraiso-financiero/>
*Agradezco al vlogger John Green por llamar a mi atención este tema. Pueden encontrar su canal en youtube bajo el nombre vlogbrothers.
Muy buen artículo. Felicitaciones. Tema muy interesante y muy bien redactado. Ojalá los demás artículos de este sitio (sobretodo los últimos) tuvieran el mismo nivel.
Estimado Manuel;
Felicitaciones por el artículo ya que el tema tratado es interesante, inclusive tengo entendido que hacer el penique tiene un costo mayor que el valor que representa. Creo que esto daría pie a analizar la conveniencia de las monedas de s/.0.05 en nuestro país las cuales fueron reintroducidas hace pocos años.
Estimado Alejandro,
Si, como explico en el artículo, el penique americano tenía un costo mayor que su valor como moneda hasta el punto que la gente comenzó a derretirlos y venderlos como metal, hasta que ello fue hecho ilegal.
La utilidad de las monedas de s/.0.05 en nuestro país debería estudiarse. No llegaré tan lejos como para decir que debe ser eliminado, pues no tengo la información necesaria. Sin embargo, temas como estos deben ser puestos sobre el tapete. Al menos, podemos estar satisfechos de que la moneda de s/.0.01 no circule más.
¡Gracias por tu comentario!