Por Gabriela Guerra,
integrante de la comisión de contenido de Somos Amalia
En los últimos años, hemos sido testigos de una transformación significativa en la representación de la mujer en la publicidad. Durante décadas, la figura femenina en los medios estaba estrechamente vinculada a roles tradicionales como el de ama de casa, madre abnegada y esposa ideal. Sin embargo, el auge de los movimientos feministas, impulsado por la expansión de las redes sociales y el internet, ha desafiado estos estereotipos, exigiendo una imagen más real y empoderada de las mujeres (Mügge, 2021).
A medida que las voces feministas ganaban terreno, las marcas se vieron obligadas a revisar sus mensajes y campañas. De repente, se hizo evidente que perpetuar los antiguos estereotipos de género ya no solo era inapropiado, sino que también podía ser perjudicial para la reputación de las empresas. En respuesta, muchas marcas comenzaron a adoptar discursos más inclusivos y a representar a las mujeres de manera más diversa y empoderada (Blowfield & Heeks, 2019).
Sin embargo, esta aparente alineación con los ideales feministas ha generado controversia. No todas las marcas que adoptan un discurso feminista lo hacen desde una convicción genuina. En muchos casos, se trata de una estrategia para aprovechar una tendencia social y, en última instancia, aumentar las ventas. Este fenómeno, conocido como «feminist washing», es una forma de mercantilización del feminismo donde las empresas se apropian superficialmente de los valores feministas sin comprometerse realmente con ellos (Blowfield & Heeks, 2019).
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es un momento particularmente crítico para observar cómo las marcas abordan el feminismo. Muchas empresas lanzan campañas especiales para esta fecha, aprovechando la visibilidad del movimiento para promover sus productos. Pero, ¿realmente están comprometidas con la causa, o simplemente buscan capitalizar un tema relevante para «llenarse los bolsillos»?
El «feminist washing» plantea una serie de preguntas sobre la autenticidad de las campañas publicitarias. Si bien algunas marcas han implementado cambios significativos y sostenibles en favor de la igualdad de género, otras solo han adoptado un discurso feminista en su publicidad mientras mantienen prácticas corporativas contradictorias. Esto ha generado desconfianza entre el público, que ahora demanda no solo palabras, sino acciones concretas y sostenibles (Blowfield & Heeks, 2019).
Es fundamental que, como consumidores, seamos críticos con las campañas que vemos. Debemos cuestionar si las marcas están realmente comprometidas con el empoderamiento de las mujeres o si simplemente están usando el feminismo como una herramienta de marketing. En un mundo donde las acciones hablan más que las palabras, es esencial que exijamos autenticidad y responsabilidad social de las empresas que consumimos (Mügge, 2021).
Al final del día, la lucha por la igualdad de género no puede reducirse a un eslogan publicitario o a una campaña estacional. Necesitamos cambios reales, y estaremos atentos para asegurarnos de que el mensaje no se quede solo en la superficie, sino que se traduzca en acciones tangibles y duraderas.
Referencias bibliográficas:
Mügge, D. (2021). Introduction: International political economy and the creative economy. Review of International Political Economy, 28(3), 593-604. https://doi.org/10.1080/09692290.2021.1935295
Blowfield, M., & Heeks, R. (2019, July 1). Feminism-washing: Are multinationals really empowering women? The Conversation. https://theconversation.com/feminism-washing-are-multinationals-really-empowering-women-120353