Traducido por Adriana Tapia. Republicado y traducido con permiso de los autores. El artículo original se encuentra aqui
Estoy totalmente de acuerdo con Becker en que el proyecto de ley presentado la semana pasada en el Senado «Ley de Modernización de la Seguridad Fronteriza, oportunidades económicas y de Inmigración de 2013»- de aprobarse tal como está escrito será un gran paso en la dirección de la reforma de nuestra política de inmigración, un política que Becker llama con razón «simplemente un desastre». Sin embargo, es poco probable que el proyecto de ley se apruebe tal como está escrito. Para ser aprobada por el Congreso en esta época de feroz partidismo, sin duda, requiere numerosos compromisos que vayan en contra de las aspiraciones de muchos de los patrocinadores de la reforma.
Incluso en caso de aprobarse sin modificaciones, el proyecto de ley dejaría mucho que desear. Son 880 páginas de difícil lectura por su longitud (la legislación ha incrementado casi tanto como los índices de obesidad de la población norteamericana). Afortunadamente hay un muy útil resumen de 17 páginas, ver http://www.aila.org/content/default.aspx?bc=25667|44052 (visitado 21 de abril 2013). En un momento de preocupación legítima o, al menos, generalizada por el crecimiento de la burocracia gubernamental, la propuesta de ley (en caso de aprobarse tal como está escrita) ampliaría sustancialmente la burocracia (o más bien a los burócratas) que participan en la aplicación de las leyes de inmigración. Sin duda, los cambios realizados en el proyecto de ley, ya que se encuentran en discusión en el Congreso, lo que aumentará su complejidad burocrática y la opacidad.
Un aspecto en el que el proyecto de ley ampliaría la burocracia, es el ambicioso y costoso esfuerzo para que nuestra larga frontera con México sea impermeable a la inmigración ilegal. El esfuerzo probablemente es quijotesco, al igual que todos los esfuerzos anteriores para sellar la frontera, y así fallarán. Becker señala que dada la disminución en los últimos años en la inmigración ilegal procedente de México, los esfuerzos por «asegurar la frontera» pueden ser también superfluos: una pérdida de dinero destinada a mitigar, aunque es cierto que puede haber imperiosas razones políticas (la política democrática es un arte de compromiso) debido a la paranoia de los ciudadanos de los estados que lindan con la frontera.
Es difícil entender por qué la inmigración ilegal procedente de México es considerado por muchos americanos un problema muy serio. La idea de que los inmigrantes mexicanos ilegales quitan empleos a los estadounidenses parece ser en gran medida falsa, ya que al parecer la mayoría de los puestos de trabajo que consiguen en los Estados Unidos, sobre todo en
la agricultura, no son atractivos para los estadounidenses. Y la idea de que son mendigos y que han cruzado la frontera para tomar ventaja de nuestras políticas de bienestar social, parece incorrecta, dado que tienen muchos menos derechos a la asistencia social que los que residentes legales de los Estados Unidos tienen. Los aproximadamente 11 millones de inmigrantes ilegales (en su mayoría de México y otros países centroamericanos) son un componente grande y productivo de la oferta de trabajo en los Estados Unidos (los mexicanos son considerados trabajadores esforzados: «a trabajar como un mexicano» es una expresión de California para referirse al trabajo duro), por lo general ganan sólo los salarios modestos, y no participan en gran medida de la generosidad del bienestar social.
Es deseable que se les permita convertirse en ciudadanos, y la propuesta de ley establece un «camino a la ciudadanía» para ellos, siempre que no sean criminales o indeseables. El camino es caro para los trabajadores con salarios bajos, y también largo, 10 años o más: empinado y largo. Y, de hecho más de lo que parece, ya que el «camino» no se abrirá hasta que la frontera con México este «asegurada», lo que nunca será. Por ello, muchos inmigrantes ilegales pueden preferir permanecer en su situación ilegal, ya que en realidad pocos inmigrantes ilegales son deportados, siempre que sean respetuosos de la ley y mantengan un perfil bajo. La longitud y la pendiente de la vía a la ciudadanía están diseñadas para refutar las acusaciones de que la nueva ley provee «amnistía» para los inmigrantes ilegales, el temor es que la amnistía tenga por efecto aumentar la inmigración ilegal al dar a entender que los futuros inmigrantes ilegales serán los beneficiarios de una futura amnistía. Algunos inmigrantes ilegales actuales o futuros pueden estar motivados por la esperanza de una futura amnistía, pero para muchos, y me imagino que para la mayoría, tal esperanza no sería decisiva para persuadir a una persona que está considerando emigrar ilegalmente a dar el paso. Sin embargo, aunque no espero que la seguridad fronteriza reforzada tenga mucho efecto sobre la inmigración ilegal, debería al menos compensar la atracción que crearía una futura amnistía para algunos extranjeros que contemplan emigrar a los Estados Unidos ilegalmente.
El proyecto de ley contiene, como Becker señala, una mezcla confusa de disposiciones destinadas a aliviar las barreras a la inmigración de extranjeros con estudios superiores-varias rutas, en resumen, a la ciudadanía. La disminución real de las barreras en virtud de estas disposiciones es probable que se compense con la cantidad de trámites burocráticos necesarios para pasar, aunque con el fin de tomar ventaja de las disposiciones, sólo a elegir qué disposición invocar en favor de que se le permita emigrar, es probable que desconcierte a muchos potenciales inmigrantes. No obstante, aunque innecesariamente complejas, estas disposiciones no serían seriamente cuestionables si, como sensatamente propone Becker, ofrecemos a los aspirantes a inmigrantes la opción de simplemente comprar el derecho de inmigrar a los Estados Unidos. Dependiendo del precio, la opción abrirá más o menos automáticamente una ruta rápida a la ciudadanía, precisamente por aquellos extranjeros cuyas habilidades, adecuación a las necesidades empresariales de Estados Unidos, que les dará una seguridad razonable de ganar suficiente dinero en este país para el ejercicio de la opción de costo -justificado para ellos y para nosotros como beneficiarios de la labor de los trabajadores de alta cualificación.
Por supuesto que «vender» la ciudadanía de EE.UU., como la venta de riñones y otros órganos, es justo el tipo de propuesta económica sensata que impacta a la gente que no tiene una comprensión de la economía-y eso es casi todo el mundo.