El pasado 26 de agosto la legisladora por Perú Posible, Carmen Omonte, en declaraciones a la prensa, indicó la posibilidad de una eventual alianza entre Perú Posible (PP), el Partido Popular Cristiano (PPC) y el APRA. Los fines de esta virtual alianza serían por supuesto electorales y no estaría tras una presa menuda, por el contrario, la coalición sería formada con miras a las elecciones presidenciales de 2016. Incluso, ante la sorpresa de la prensa, la congresista hizo un símil entre esta coalición y la “Concertación” chilena.
Me sumo a la reacción de los sorprendidos periodistas y llevo esa sorpresa a la incredulidad. En seguida paso a nombrar los detalles que justificarán mi escepticismo o, en todo caso, la ingenuidad de Carmen Omonte. Es cierto que los tres partidos guardan notables similitudes: tienen agendas programáticas similares, suelen ser ubicados en el sector centro-derechista del espectro político nacional y se han visto dramáticamente debilitados al punto que en algunos casos sus candidatos individuales tienen pocas posibilidades de ser electos o de pasar a segunda vuelta. Ahora bien, las diferencias y factores que evitarían la formación de esta alianza son con creces mayores y paso a detallarlas.
En primer lugar, se encuentran las pugnas políticas del día a día que obliga a estos partidos a enfrentarse entre sí. Cabe señalar que la arena más recurrente de estos altercados es el Congreso de la República. Ejemplos de esto son las investigaciones iniciadas contra los líderes de dos de los partidos de la citada coalición. Alejandro Toledo, líder de PP, es actualmente cuestionado por las millonarias compras inmobiliarias de su suegra y sus vínculos con la empresa Ecoteva. Por su parte, Alan García, campeón indiscutido del APRA, es cuestionado por el escándalo de los narcoindultos que no sólo lo compromete a él, sino a parte de la cúpula partidaria. Ambos temas han enfrentado a las tres agrupaciones que, dependiendo del caso, han sido acusados o defendidos. Una auténtica voluntad de unirse significaría tranzar y hacer un alto al fuego en torno a temas espinosos y controversiales, más si estos son materia cotidiana que podría desgastar rápidamente una incipiente simpatía.
En segundo lugar, están las rivalidades históricas que han enfrentado las tres agrupaciones. Durante el gobierno de Alejandro Toledo, fue el mismo Alan García quien jugaría el papel de sus mayores críticos. El toledismo le devolvería el favor cuando García Pérez gobernara por segunda vez en el periodo 2006 – 2011. Por su parte, la lideresa del PPC, Lourdes Flores Nano ha sido la única de los tres en no llegar a la presidencia de la república precisamente por haber sido derrotada tanto por Toledo como por García en los comicios del 2006 y del 2011 respectivamente.
Otro detalle a considerar es la fragilidad institucional y electoral de los tres movimientos. Si bien todos tienen su cuota de simpatía en la población esta, si no se encuentra en retroceso (PP), se haya estancada (APRA / PPC). Si la unión se hace a fin de sumar tres simpatías electorales regulares para obtener una grande o mayoritaria, podría derrumbarse fácilmente si no se haya un programa o un candidato que logre captar el favor de la población y militancia afín a cada uno de los tres grupos. Esto último es particularmente difícil considerando el acelerado desgaste político de Alejandro Toledo, la renuencia de Lourdes Flores a ser una vez más candidata presidencial, y el paradójico contexto en que los simpatizantes de PP y cierta ala del PPC apoyan a Alan García y lo aceptan como un candidato propio.
Finalmente, el símil con la Concertación chilena es exagerado. Esta alianza surge como respuesta electoral a lo que fue el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, es decir, ante el referéndum que marcaba la continuación del régimen autoritario o la transición a la democracia. Está de sobra decir que un contexto histórico que obliga a tomar partido, prácticamente de forma maniquea, y con auténticos incentivos para lograr un consenso político, difiere mucho del afán de tres movimientos debilitados en busca de apoyarse el uno sobre el otro.