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Hace unas semanas, en acaso el fallo más polémico y repudiable de la historia de la jurisprudencia peruana, la Corte Suprema decretó la reducción de las sentencias de los integrantes del grupo paramilitar Colina. Javier Villa-Stein, presidente de la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, alegó la ‘impecabilidad’ con la que se llegó a la mencionada sentencia y defendió sus implicancias
Si el mandato logra inducir a muchos no asegurados a comprar seguros médicos, esto debe reducir las primas pagadas por seguros de salud (ya sea directamente o en la forma de reducción de salarios, cuando es el empleador quien paga la prima) en beneficio de aquellos que cuentan con un seguro de salud.
En el pasado estuve a favor de una ley de atención médica que obligara a todos a tener un mínimo seguro contra eventuales problemas catastróficos de salud, como lo es el cáncer, cuyo tratamiento es muy costoso. Los seguros para problemas de salud catastróficas por sí solos son bastante baratos, debido a que es raro para personas jóvenes sufrir de ellas.
Para la generación actual, Hitler es el hombre más odiado de la historia y su régimen, el arquetipo de la maldad política. Esta opinión no se extiende sin embargo a sus políticas económicas. Muy al contrario. Son adoptadas por gobiernos de todo el mundo.
Frederic Bastiat se burlaba de la insuficiencia en la visión de la que padecían muchos legisladores pragmatistas de su tiempo. Resulta evidente –fuera de los esfuerzos de muchos por negarlo– que la acción humana queda siempre supeditada a la búsqueda por beneficio individual de los hombres y mujeres. El análisis económico permite un acercamiento a una realidad imposible de suprimir, una realidad cuyos efectos determinan (nos guste o no) el comportamiento de los seres humanos en la sociedad. Qué maravilla sería poder domesticar a esa caótica mano (invisible) y poner, en su lugar, unas cuantas leyes que lo solucionen todo.
Una reciente serie de dos partes en el New York Times se enfoca en el aumento y las potenciales consecuencias de la deuda estudiantil por los estudios universitarios, que hoy en día excede el trillón de dólares americanos. De esa deuda, casi el 90% es federal, porque el gobierno federal concede préstamos a los estudiantes a bajas tasas (hay un movimiento en proceso en el Congreso para alzar las tasas). Aproximadamente dos tercios de los estudiantes universitarios se gradúan (o se retiran de la universidad antes graduarse) endeudados, comparados con un 45% de hace veinte años. Aunque el promedio de deuda de un estudiante universitario en proceso de graduarse es solo de $20,000 aproximadamente, la variación es considerable.
Este cambio, sin embargo, no es tan drástico ni tan trascendental como aparenta ser. En realidad no pasa de ser una movida política con un fin bastante más claro del que aparenta, esto es, calmar un agitado y desgastado acontecer político poniendo los paños fríos antes de fiestas patrias, de modo tal que se nos pueda dar un más ameno y prometedor mensaje a la Nación.
Hace poco el congresista Jaime Delgado presentó un proyecto de ley cuyo objetivo es, justamente, salvar vidas. Me refiero a su propuesta para restringir la comercialización de la comida no saludable que persigue evitar una serie de graves enfermedades (muchas de ellas mortales) que esta causaría. El proyecto del señor Delgado, sin embargo, nunca responde cuántas muertes evitará de convertirse en ley ni a qué costo.
En 1992 el gobierno “disolvió” las regiones, que recientemente habían sido creadas, sustituyéndolas por los Comités Transitorios de Administración Regional (CTARs), entidades administrativas dirigidas por funcionarios que eran nombrados, directamente, por el Presidente de la República. Luego, en el 2002, una reforma modificó la Constitución dándole un nuevo impulso a la descentralización del país y retomando el proyecto de constitución de regiones. Ahora, en el 2012, el gobierno anunció que la siguiente medida será la conformación de macrorregiones. ¿Qué es todo esto?
Supongo que las historias van cobrando forma en las palabras de quienes las cuentan. También supongo que si las historias no se cuentan, se abre una puerta a que el pasado se torne en una masa difusa de versiones ajenas y contradictorias y que (todas) las verdades pierdan sus colores frente a la indiferencia. Creo que hay algunas historias que tienen que ser contadas.

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