Por Jose Luis Noriega Ludwick, abogado por la PUCP y Presidente de la Comisión de Justicia de Fútbol de la FPF.

Hemos tenido algunos hechos de nuestro fútbol que han hecho noticia internacional; por ejemplo, que los clubes más  representativos del país, Universitario de Deportes, Alianza Lima, Sport Boys, Cienciano y Melgar fuesen declarados en insolvencia económica. Hoy, la noticia es buena: uno de los clubes quebrados, la U, se convirtió en el campeón del fútbol peruano, superponiéndose con resultados deportivos a la crisis patrimonial.

El que un club insolvente haya ganado el campeonato 2013 es señal que lo actuado trazó un camino correcto, aún cuando no ideal. Encomiable que el propio presidente de Agremiados, que en pleno caos paralizó en el pasado torneos con legítimas huelgas, haya reconocido que ya no hay morosidad laboral en la primera división profesional.

EL SECUESTRO DE LOS CLUBES

Hace algunos años ya era un rumor generalizado que aquellos eran los clubes en grave crisis patrimonial. Precisamente esos que dieron tantas alegrías y que reclutaron multitudinaria hinchada, pero que cobijaron también a seudos dirigentes de rapiña que se engulleron jugosos ingresos por los pases de jugadores o sueldos inflados con dobles contratos, o la explotación de nombres comerciales y de marcas posicionadas en el mercado, o del merchadising y membresías deportivas de gran arraigo popular y publicitario sobre el hincha y el consumidor, las que secuestraron y apropiaron sin tregua en base a padrones electorales fraudulentos usados para hacerse elegir en los aparatos diligénciales, y así hurtar lo ajeno.

LA NUEVA RUTA DE LOS CLUBES INSOLVENTES

El saneamiento de éstos comenzó desde el ámbito deportivo cuando la Comisión de Justicia de la FPF que presidimos, acordó la aplicación de los incomprendidos y vapuleados fallos de «pérdida de puntos ganados en cancha», sancionando luego la perniciosa práctica de confeccionar planillas falsas, en sentencias premonitorias de la grave crisis económica por destapar. Luego, vino la declaración de insolvencia, encomiable fórmula de rescate propia de una economía de libre mercado como la nuestra, que puso la administración de los clubes en manos de los acreedores, en este caso del Estado por las deudas a la SUNAT; medida que constituyó toda una novedad en el Perú.

De acuerdo al reciente Decreto Supremo Nº 125-2013-PCM del 10 de diciembre, reglamentario de la Ley 30064 para la Reestructuración de los Clubes, los administradores temporales nombrados por Indecopi tienen 60 días para dejar el cargo y definir la suerte futura de los clubes, entre otros, la del campeón, Universitario de Deportes («U»). Es decir, el cambio tiene que continuar.

Dicha norma propone algunas imaginativas soluciones legales:

  • invitar a inversionistas dispuestos a pagar acreencias y capitalizar deudas, incluso la de la Sunat que la subastara en un singular proceso al mejor postor;
  • a falta de inversionistas, optar por la concesión deportiva a favor de terceros dispuestos a manejar el negocio, a cambio de un pago que servirá para amortizar las deudas en el tiempo;
  • reestructuración en base a un plan con calendario a plazo determinado, dándole la oportunidad al propio deudor de conducir y reflotar su negocio, a diferencia de las otras dos precitadas alternativas en las que quien conduce el reflotamiento sería la administración nombrada por los acreedores; y
  • ninguna de las anteriores, con lo cual se liquidaría y disolvería el club por no haber honrado sus obligaciones; es decir, tarjeta roja institucional y expulsión a perpetuidad del ámbito comercial peruano.

La vacilación abruma a estos clubes. El único que al parecer tiene síntomas de salvación patrimonial asegurada es la U, mientras que los demás atraviesan dificultades que van desde un probable reflotamiento a pie forzado en Alianza Lima a merced de esperanzadores auspicios, hasta visos de quiebras en el descendido y vapuleado Sport Boys, y menos criticas, pero no menos dantescas vicisitudes en Melgar y Cienciano, los cuales han culminado el torneo carentes de auxilio económico y auspicios de salvamento. Sea como fuere, todos tendrán que optar por una de las alternativas fijadas por el reglamento.

SOCIEDAD DE PERSONAS Y EL HINCHA

Una sugerencia de fondo. Tanto Indecopi como Sunat deben tener presente que los clubes de fútbol son asociaciones o personas jurídicas de derecho privado, totalmente distintas a las sociedades o empresas mercantiles con las que están acostumbrados a lidiar en insolvencias y que, por lo general, son sujetos de imputación jurídica diferentes, en las que los accionistas si afrontan el perjuicio de la falencia, perdieron su inversión.

En las asociaciones es distinta la vinculación societaria con el asociado, quien merece una especial deferencia en el trato, pues no solo entrega parte de su patrimonio a la causa de una asociación, sino que lo hace con desprendimiento perpetuo a cambio de nada. Mucho más significativo si ésta tiene fines deportivos, pues aporta sentimientos y pasión, que son intangibles.

El reflotamiento no debe ignorar a los asociados-aficionados, que si bien jurídicamente no calzan en la insolvencia al haber sido desplazados por los acreedores, cesando en sus derechos institucionales de gestión así como en el de elegir y ser elegidos, no fueron precisamente quienes llevaron a sus clubes a la crisis. Los responsables fueron dirigentes perniciosos que los trabajaron a la psicología, como todo impostor, encandilándolos con la pasión que da el fútbol y manipulándolos en cada elección.

Son a esos dirigentes a quién hay que sancionar y no a los asociados y aficionados que, como bien puede decirlo por lo pronto la U, fueron copartícipes del campeonato. Razón suficiente para que se le otorgue una participación especial y singular en las nuevas sociedades anónimas, pues han sido, son y serán el alma del fútbol. Por más sociedad anónima que haya, siempre serán el goodwill del negocio en contraposición al badwill de las dirigencias pasadas. Podría crearse acciones tipo B con o sin gestión, distintas a las A de inversión y gestión, para que en el futuro ejerzan igual derecho a gozar del espectáculo como de una eventual utilidad.

DIRIGENTES ANTE LA JUSTICIA

Los principales culpables del raquitismo del fútbol peruano son estos sujetos que tomaron por asalto en las últimas décadas a los clubes, en el peor momento de la crisis económica y social del país y del fútbol. Esos malos dirigentes que secuestraron a los clubes, que no vuelvan, y si aún no se han ido, que se vayan y busquen otro giro: “el balompié nacional no puede ser más refugio de la insolvencia, de la corrupción y del impostor oportunista”. Allí no se les necesita.

Es de esperar, que los acreedores más adelante denuncien algún tipo de responsabilidad en los ex-directivos por el quebranto económico de los clubes, los que tendrían que responder oportunamente ante la justicia deportiva y/u ordinaria. Ya los socios les vienen ganando la mano, pues el hecho de que hoy no puedan ejercer derecho de gestión, no ha impedido que los asociados del Club Alianza Lima hayan dado muestras de que tienen derechos que reivindicar, al haber denunciado penalmente por primera vez en la historia, a un ex-presidente (Guillermo Alarcón), aun prófugo de la justica, y a otros directores y funcionarios del club, por fraude contra la persona jurídica y por haberse apropiado de fondos institucionales derivándolos a sus depósitos bancarios personales sin rendir cuentas, aduciendo persecución y embargos de la Sunat, agraviando con ello también al Fisco. Obviamente, la judicatura lo busca para ponerlo en prisión.

Lo cierto es que estos entes tan vapuleados por dirigentes perniciosos, están en pleno proceso de curación patrimonial y que lo que algunos temían, es decir, una caída general en el resultado deportivo a propósito de la intervención del Indecopi o la Sunat, no se ha producido.

Con la convocatoria a las próximas Juntas de Acreedores antes de la próxima quincena de marzo, se disipan por lo pronto los temores sobre una eventual perennización en el cargo por parte de los administradores temporales, con tufillo de estatización al fútbol, pero no se puede descartar que se precipiten hechos que puedan alterar el torneo con la venta de alguno de los clubes o la quiebra de otros, o con las forzadas acciones ante el Poder Judicial para paralizar este proceso de saneamiento emprendido. Los amantes del balompié y defensores de las libertades y del Estado de Derecho, estaremos atentos para no permitir volver al pasado de informalidad que desgració al balompié nacional.

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