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Normas de género y litigación oral persuasiva

Una sociedad no es justa si la efectividad de una defensa es medida o influida por la adecuación a las expectativas de género de la sociedad, antes que, por la razonabilidad, la claridad y la creatividad de los argumentos.

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Por Bruno Doig, Abogado por la PUCP. Academia de Derecho Internacional de La Haya. Asociado de Bullard Falla Ezcurra +, correo: bdoig@bullardabogados.pe

En los últimos años se ha impulsado mucho la oralización de los procesos en el Perú. La educación legal igualmente viene incentivando más las destrezas en litigación oral. Una problemática, sin embargo, que hace falta investigar y discutir en Perú es el del riesgo que ello genera para situaciones de discriminación. En este artículo nos enfocamos en la discriminación relativa al género y planteamos líneas para mayor investigación.

  1. Las normas de género

Tradicionalmente, hemos aprendido desde temprana edad que hay comportamientos, formas de ser, vestirse, juegos, intereses, roles familiares y trabajos distintos para hombres y para mujeres. Estos son los estereotipos de género[1]. No están escritos en los genes, sino que se aprenden e interiorizan cuando interactuamos con otras personas. Este fenómeno se extiende en todo el mundo[2]. Imitamos lo que vemos y practicamos lo que nos dicen en la casa, en la escuela y en la sociedad.

Los estereotipos no solo son descriptivos (cómo es), sino también prescriptivos (cómo debe ser)[3]. Las personas aprendemos que los hombres deben ser dominantes, ser el sostén económico del hogar y liderar los cargos públicos. Las mujeres deben ser sumisas, hacer el trabajo doméstico y dedicarse a los hijos[4]. Estos estereotipos de género son un factor que limita las opciones de muchas personas. Las decisiones sobre nosotros mismos y sobre los demás están influidas por ellos.

Esta situación puede limitar las alternativas de las mujeres en la sociedad. Los estereotipos dificultan el aprendizaje y luego el desempeño laboral[5]. Limitan el acceso y permanencia en puestos de trabajo, especialmente en las áreas de ciencias, tecnología e ingeniería[6]. Limitan el acceso a cargos públicos[7]. Por supuesto, las reglas de género contribuyen a la prevalencia de violencia física, psicológica y sexual contra mujeres[8].

Estas reglas son también un problema que afecta a los hombres. Los hombres presentan peores estadísticas de salud y mortalidad que las mujeres. La masculinidad hegemónica puede ser una explicación de la falta de visita al médico, resistencia a pedir ayuda, peores hábitos alimenticios, estrés, alcohol, drogas, tabaco e incluso suicidios[9]. Más hombres cometen crímenes violentos[10]. En Perú, el 94,3% de la población carcelaria son hombres y solo el 5,7% son mujeres[11].

Igualmente, las personas percibidas como “hombres femeninos” y “mujeres masculinas” somos objeto de mofa y exclusión desde temprana edad en la familia[12], la escuela básica[13] y en la sociedad adulta[14]. La situación más grave es sufrida por muchísimas mujeres trans desde temprana edad, quienes forman uno de los grupos sociales más discriminados. Muchísimas son rechazadas de la familia de muy jóvenes, abandonan la educación básica y deben desempeñarse en trabajos de alto riesgo, sin poder acceder a servicios sociales y posteriormente a empleos con mejores ingresos[15].

  1. Las normas de género de la persuasión

La acción de influir o determinar las decisiones de otra persona se denomina persuasión[16]. Los litigantes nos dedicamos a persuadir a adjudicadores para que concedan nuestras pretensiones. El ideal ilustrado del derecho es que ese proceso esté guiado por la lógica y la razón, antes que por la pasión o los intereses personales.

Sin embargo, el ideal está muy lejos de ser alcanzado. En las últimas décadas, la psicología ha documentado atajos mentales y sesgos en el razonamiento[17]. Igualmente, los estudios sociales del derecho han denunciado la ideología y las relaciones de poder subyacentes a sus instituciones[18].

El sistema de género por supuesto influye en el derecho. El feminismo y la perspectiva de género han estudiado desde hace varias décadas cómo diversas instituciones legales son un factor que refleja y reproduce las normas de género y los estereotipos que restringen la libertad de las personas en la sociedad[19].

En el ámbito de la persuasión legal, esto se traduce en el riesgo de que dos personas puedan decir exactamente lo mismo, pero no ser escuchadas de la misma forma, únicamente por motivo de su género o su expresión de género. Esta situación, por supuesto, es compleja y depende de diversas variables:

  1. Existen diversos estudios que han documentado cómo en determinados contextos los hombres pueden resultar siendo más persuasivos que las mujeres únicamente por su género[20].
  2. La intensidad o agresividad del discurso tiende a ser más persuasiva en hombres que en mujeres[21]. Por ejemplo, un estudio reciente documentó cómo las abogadas con un estilo de alegato agresivo y dominante son menos persuasivas que abogados con el mismo estilo[22].
  3. Un estilo más claro y competente en ciertos contextos puede ser también más persuasivo para hombres que para mujeres, dependiendo del género de los receptores[23].
  4. Las mujeres con un estilo amable y sonriente tienden a ser más persuasivas que las mujeres con un estilo más frío. Sin embargo, la amabilidad del estilo es irrelevante para los hombres[24].
  5. Ello, puede variar también, dependiendo de si el receptor es hombre o mujer[25].

Las normas de género han moldeado nuestras expectativas y formas de valorar un discurso. Las personas tienden a encontrar más persuasivo un discurso que se amolda a sus expectativas sobre el género. Los estereotipos demandan que los hombres sean agresivos, dominantes, serios y competentes. La profesión legal ha sido además tradicionalmente dominada por hombres. Las mujeres deben ser pasivas, amables y dedicarse al hogar. Entonces, aquellos que no se amoldan a los estereotipos de género pueden tener mayores barreras al efecto persuasivo de sus alegatos o interrogatorios[26].

Diversos factores que deberían ser irrelevantes podrían entrar a tallar en la toma de decisiones. Por un lado, las mujeres podrían tener mayores dificultades para hacerse oír en la corte únicamente por su género. Por otro lado, las personas LGBTI+ o con expresión de género no-hegemónica también podemos sufrir barreras para el ejercicio. Esto no es aceptable en un estado de derecho ilustrado y que apunta a construirse sobre la base de la razón.

  1. Retos

El descubrimiento de sesgos y atajos mentales genera el debate ético de qué se debe hacer con ellos. Ciertos proponen la inmoralidad de aprovecharlos para favorecer el caso, en defensa de la racionalidad que debe tener el derecho[27]. Consideramos, sin embargo, que la aceptabilidad depende de su naturaleza, i.e., si el sesgo o atajo se refiere al discurso o si se refiere a la persona.

Cuando estos espacios de irracionalidad se refieren al discurso mismo, es moralmente aceptable utilizarlos, y más bien está en cabeza de los adjudicadores estar atentos y evitar caer en alguno de dichos atajos irracionales, por más inevitable que muchas veces sea la tarea. Es parte de la libre competencia en la profesión legal la búsqueda de una defensa más persuasiva.

El dilema es distinto cuando ya no hablamos del orden de los argumentos o el dramatismo de los verbos que usamos, sino del género y la expresión de género de las personas. Una sociedad no es justa si la efectividad de una defensa es medida o influida por la adecuación a las expectativas de género de la sociedad, antes que, por la razonabilidad, la claridad y la creatividad de los argumentos. De otro modo, se volvería aceptable la discriminación de género o por expresión de género en la profesión legal, lo cual es inmoral e ilegal.

El primer paso, entonces, es conocer y concientizar a los actores del mercado legal sobre este tipo de sesgos y atajos mentales. Luego, corresponde entrenarnos y tomar acciones basadas en evidencia para prevenirlos y erradicarlos.

Para ese fin, es necesario investigar y verificar cuál es el estado de la cuestión en distintos escenarios en el Perú. Para ello se requiere la investigación empírica sobre el impacto de la variable de género y los estilos de discurso en las diferentes cortes o en el mercado arbitral peruanos. A pesar de la resonancia del movimiento “me too”, nuestra sociedad sigue siendo muy tradicional, por lo que el problema podría ser más grave de lo que podemos prever.


[1] Zemore, S. E., Fiske, S. T., & Kim, H. J. (2000). Gender stereotypes and the dynamics of social interaction. The developmental social psychology of gender, 207-241.

[2] Id.

[3] Id.

[4] Padilla, M. Á. R., & Palomino, N. (2018). Detrás de la máscara: varones y violencia sexual en la vida cotidiana. Universidad Peruana Cayetano Heredia, pp. 11-34.

[5] Nguyen, H.-H. D., & Ryan, A. M. (2008). Does stereotype threat affect test performance of minorities and women? A meta-analysis of experimental evidence. Journal of Applied Psychology, 93(6), 1314–1334. doi:10.1037/a0012702; Shih, M., Pittinsky, T. L., & Ambady, N. (1999). Stereotype susceptibility: Identity salience and shifts in quantitative performance. Psychological science10(1), 80-83; Correll, S. J. (2004). Constraints into preferences: Gender, status, and emerging career aspirations. American sociological review69(1), 93-113.

[6] Beede, D. N., Julian, T. A., Langdon, D., McKittrick, G., Khan, B., & Doms, M. E. (2011). Women in STEM: A gender gap to innovation. Economics and Statistics Administration Issue Brief, (04-11); Wang, M. T., & Degol, J. L. (2017). Gender gap in science, technology, engineering, and mathematics (STEM): Current knowledge, implications for practice, policy, and future directions. Educational psychology review29(1), 119-140; Colacce, M. (2018). ¿Cómo se modificarían la pobreza y la desigualdad de ingresos de los hogares si se cierran las brechas de género en el mercado laboral? Un estudio para cuatro países de América Latina. Revista desarrollo y sociedad, (81), 11-60.

[7] Parra, J. C. V., Trapero, F. A., & De la Garza, J. (2016). Brecha de género en los países miembros de la Alianza del Pacífico. Estudios gerenciales32(141), 336-345.

[8] Padilla, M. Á. R., & Palomino, N. Loc. cit.

[9] Garfield, C. F., Isacco, A., & Rogers, T. E. (2008). A review of men’s health and masculinity. American Journal of Lifestyle Medicine2(6), 474-487; Scourfield, J. (2005). Suicidal masculinities. Sociological Research Online10(2), 35-44.

[10] Staniloiu, A., & Markowitsch, H. (2012). Gender differences in violence and aggression–a neurobiological perspective. Procedia-social and behavioral sciences33, 1032-1036.

[11] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1534/cap06.pdf

[12] Montoya, R. Q., Loyo, L. M. S., Correa-Márquez, P., & Flores, F. L. (2015). Proceso de aceptación de la homosexualidad y la homofobia asociados a la conducta suicida en varones homosexuales. Masculinidades y cambio social4(1), 1-25.

[13] Cáceres, C. F., & Salazar, X. (2012). » Era como ir todos los días al matadero…»: el bullying homofóbico en instituciones educativas públicas de Chile, Guatemala y Perú.

[14] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/lgbti.pdf

[15] Salazar Lostaunau, X. (2015). Vine al mundo porque Dios quiere que yo esté aquí: recorridos, identitarios de mujeres trans en Lima, Iquitos y Ayacucho; Bergero Miguel, T., Asiain Vierge, S., Gorneman Schaffer, I., Giraldo Ansio, F., Lara Montenegro, J., Esteva de Antonio, I., & Gómez Banovio, M. (2008). Una reflexión sobre el concepto de género alrededor de la transexualidad. Revista de la asociación española de neuropsiquiatría28(1), 211-226.

[16] Voss, J. (2005). The Science of Persuasion: An Exploration of Advocacy and the Science Behind the Art of Persuasion in the Courtroom. Law and Psychology Review, 29, 301-328.

[17] Id.

[18] Hanson, J., & Jost, J. (Eds.). (2012). Ideology, psychology, and law. OUP USA, pp. 3-31.

[19] Mantilla Falcón, J. (2013). La importancia de la aplicación del enfoque de género al derecho: asumiendo nuevos retos. THĒMIS-Revista de Derecho, (63), 131-146.

[20] Carli, L. L. (2001). Gender and social influence. Journal of Social issues57(4), 725-741.

[21] Burgoon, M., Dillard, J. P., & Ooran, N. E. (1983). Friendly or unfriendly persuasion: The effects of violations of expectations by males and females. Human Communication Research10(2), 283-294; Carli, L. Loc. Cit.

[22] Salerno, J. M., & Phalen, H. J. (2019). Traditional Gender Roles and Backlash Against Female Attorneys Expressing Anger in Court. Journal of Empirical Legal Studies16(4), 909-932.

[23] Carli, L. Loc. Cit.

[24] Id.

[25] Hahn, P. W., & Clayton, S. D. (1996). The effects of attorney presentation style, attorney gender, and juror gender on juror decisions. Law and Human Behavior, 20(5), 533–554. doi:10.1007/bf01499040

[26] Burgoon, M., Dillard, J. P., & Ooran, N. E. Loc. Cit; McKimmie, B. M., Schuller, R. A., Thomas, S., & Sherrel, H. (2019). The impact of gender-role congruence on the persuasiveness of expert testimony. U. Queensland LJ38, 279.

[27] Vid Tanford, J., & Tanford, S. (1988). Better trials through science: defense of psychologist-lawyer collaboration. North Carolina Law Review, 66(4), 741-780.

Fuente de imagen: Medium

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