Por: David Saied
Economista panameño con una maestría en economía por la universidad de Suffolk, Boston, Massachusetts, y ex comisionado de Seguridades e Intercambio de la República de Panamá.

Publicado el 26 de abril de 2007. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. Republicado con permiso. El artículo original se encuentra aquí.

En este mundo moderno post-Bretton Woods de “orden monetario” e inflación coordinada del banco central, muchos de los que son en otros aspectos simpatizantes con los argumentos contra los bancos centrales creen que la eliminación de la banca central es un sueño utópico e inalcanzable.

Como ejemplo del mundo real de cómo funcionaría un sistema de política monetaria elegida por el mercado en ausencia de un banco central, no hace falta mirar al pasado: el ejemplo existe en la Centroamérica actual, en la República de Panamá, un país que ha vivido sin banco central desde su independencia, con entorno macroeconómico muy exitoso y estable.

La ausencia de un banco central en Panamá ha creado un oferta monetaria completamente dirigida por el mercado. El mercado de Panamá también ha elegido el dólar de EEUU como su divisa de hecho. El país debe comprar u obtener sus dólares produciendo o exportando bienes o servicios reales, no puede crear dinero de la nada. De esta forma, al menos el sistema se parece al patrón oro. La inflación anual en los pasados 20 años ha sido de media de un 1% y también ha habido años con deflación de precios: 1986, 1989 y 2003.

La inflación panameña es normalmente entre 1 y 3 puntos más baja que la inflación de EEUU, causándola principalmente el efecto de la Reserva Federal en los precios mundiales. Este sistema dirigido por el mercado ha creado un entorno macroeconómico extremadamente estable. Panamá es el único país latinoamericano que no ha experimentado un colapso financiero o una crisis monetaria desde su independencia.

Como la mayoría de las divisas en América, la moneda en Panamá en el siglo XIX estaba basada en el oro y la plata, con una gran variedad de monedas de plata y divisas basadas en oro en circulación. El peso de plata era la moneda preferida, sin embargo el billete verde estadounidense también había estado parcialmente en circulación, debido al ferrocarril del istmo (el primer ferrocarril que conecto Atlántico y Pacífico) que fue construido por una empresa de EEUU en 1855. Panamá se convirtió inicialmente en independiente de España en 1826, pero se integró en Colombia; sin embargo, al ser un estado pequeño, no fue capaz de secesionarse inmediatamente de Colombia, como habían hecho Venezuela y Ecuador. En 1886, el gobierno colombiano aprobó varios decretos obligando a la aceptación de billetes fiduciarios del gobierno. La economía abierta de Panamá, al basarse en el transporte y el comercio, sencillamente no podía beneficiarse de esto; un editorial de 1886 de su principal periódico decía:

no hay país en el mundo, e indudablemente ningún centro comercial, en el que las desastrosas consecuencias de la introducción de una moneda inconvertible se sintiera como en Panamá. Todo lo que consumimos aquí es importado. No tenemos productos y solo podemos enviar dinero a cambio de lo que se importe.

En 1903, el país se convirtió en independiente, apoyado por Estados Unidos por su interés en construir un canal a través de Panamá. Los ciudadanos del nuevo país, desconfiando del experimento de billetes fiduciarios colombianos forzosos, decidió incluir el artículo 117 en la Constitución de 1904, que reza:

No podrá haber en la República papel moneda de curso forzoso. En consecuencia, cualquier individuo puede rechazar todo billete u otra cédula que no le inspire confianza, ya sea de origen oficial o particular.

Con este artículo, cualquier moneda en circulación lo sería de hecho y dirigida por el mercado. En 1904, el gobierno de Panamá firmó un acuerdo monetario para permitir que el dólar de EEU se convirtiera en moneda de curso legal. Al principio, los panameños no aceptaron el billete verde: lo veían con desconfianza, prefiriendo utilizar el peso de plata. Sin embargo, la ley de Gresham sacó de circulación las monedas de plata.#

En 1971, el gobierno aprobó una ley bancaria que permitía un sistema bancario muy liberal y abierto, sin ninguna agencia pública de supervisión bancaria consolidada y confirmaba que no se gravaría con impuestos los intereses o transacciones generados en el sistema financiero. El número de bancos saltó de 23 en 1970 a 125 en 1983, siendo la mayoría bancos internacionales. La ley bancaria promovió el préstamo internacional y como Panamá tienen un sistema territorial de impuestos, los beneficios de préstamos o transacciones en el extranjero están libres de impuestos.

Esto, y la presencia de numerosos bancos extranjeros, permiten la integración internacional del sistema. Al contrario que otros países latinoamericanos, Panamá no tiene controles de capitales. Por tanto, cuando el capital internacional inunda el sistema, los bancos prestan el exceso de capital en el extranjero, evitando los males comunes, desequilibrios y alta inflación que afrontan otros países cuando reciben grandes influjos de capital.

La política fiscal tiene poco espacio para maniobrar, ya que el tesoro no puede monetizar su déficit. Además, la política fiscal no influye en la oferta monetaria: si el gobierno trata de aumentar la oferta monetaria durante un periodo de contracción obteniendo deuda en mercados internacionales e inyectándola en el sistema, los bancos lo compensan y sacan de la circulación el exceso de dinero enviándolo al extranjero.

Lo bancos no pueden coordinar la inflación debido a la amplia competencia y al hecho de que (al contrario que en el sistema bancario de Estados Unidos anterior a la Reserva Federal) no emiten billetes bancarios. Los pánicos y corridas bancarias generales que fueron tan comunes en el sistema bancario de EEUU en el siglo XIX no se han producido en Panamá y las quiebras bancarias no se extienden a otros bancos. Varios bancos en apuros han sido comprados (antes de que se produzca una corrida) por bancos más grandes, atraídos por los beneficios que pueden conseguirse obteniendo activos con descuento.

No hay garantía de depósitos ni prestamista de último recurso, así que los bancos tienen que actuar de forma responsable. Cualquier mal préstamos será pagado por los accionistas: nadie rescatará a estos bancos si tienen problemas.

Después de varios años de acumulación de malas inversiones durante los auges, los bancos empiezan la necesaria liquidación del mal crédito. Como no hay banco central al que puedan acudir para conseguir crédito barato, la recesión empieza sin dañar la política monetaria. Así que los bancos crean la contracción necesaria obedeciendo a las fuerzas del mercado. Las recesiones de Panamá normalmente crean deflación, lo que calma a los consumidores y también facilita el proceso de recuperación al reducir los costes de las empresas.

Solo el hecho de que la ley no permita la flexibilidad a la baja de los salarios hace que las recesiones sean más largas de lo que serían en otro caso.

La deflación se produce sin las terribles consecuencias que predicen los economistas keynesianos y el país, ahora bajo un gobierno democrático, está experimentando su 4º año de crecimiento económico del mercado muy por encima del 7%. Así que los políticos que han dicho que la abolición del banco central en inviable solo tienen que mirar al entorno macroeconómico de Panamá, que ha sido favorable durante más de 100 años, para darse cuenta de que, de hecho, no solo es posible, sino muy beneficioso. Está claro que no tener divisa fiduciaria obligada por el gobierno, ni banco central y la ausencia de una alta inflación está funcionando bastante bien en este pequeño país. ¿Quién puede argumentar que estas políticas no funcionarían en países más grandes?

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